miércoles, 27 de mayo de 2020

La Peste Negra: (I) La enfermedad

The Triumph of Death by Pieter Bruegel the Elder.jpg




Pieter Brueghel el Viejo 

El triunfo de la muerte 
(1562)

Óleo sobre tabla 117 x162 cm
Museo del Prado. Madrid 




En plena pandemia de CoVID19 me parece oportuno reflexionar sobre las epidemias y la importancia que han tenido en el curso de la Historia. En efecto, las grandes epidemias  han causado giros copernicanos en el devenir de acontecimientos económicos, políticos e ideológicos. 

Este cuadro de Brueghel el viejo (ante cuya contemplación tantos ratos he pasado en el Museo del Prado) es una panorámica de la muerte: vemos el cielo oscurecido por el humo de las ciudades ardiendo, al fondo un mar plagado de naufragios; a la orilla hay una casa, alrededor de la cual se agrupa un ejército de muertos. El paisaje, anodino y arrasado, nos habla de la pequeñez, crueldad y falta de sentido común del hombre, que pretende cambiar un destino impuesto. En el centro de la pintura una cruz solitaria e impotente preside una desigual batalla. A un lado, la Muerte avanza al frente de batallones de esqueletos; sus escudos son tapas de ataúdes y conducen a la gente a un ataúd que es un túnel decorado con cruces; un esqueleto a caballo destruye personas con su guadaña. Por todas partes son atacados los hombres indefensos, que huyen aterrorizados o intentan en vano luchar. 

En el extremo inferior izquierdo, yace un rey, con su capa de armiño y su cetro. Pero tampoco él se escapa a su destino. Desde los campesinos y los soldados, hasta los nobles y monarcas todos deben rendirse ante la Muerte.

La visión de Brueghel no carece de un cierto humor negro, como puede verse en la parte inferior derecha del cuadro. Una pareja de enamorados permanecen absortos ignorando lo que les rodea. La Muerte, que ya está a su lado disfrazada de un músico que toca el laúd, acabará con su vida, pero no podrá nada contra su amor, vivo hasta el final.

Esta es la idea que a todos nos asalta ante una epidemia. La transmisión de la enfermedad, crea un problema social y las pequeñas cuestiones cotidianas dejan de tener tanta importancia cuando tenemos conciencia de nuestra finitud.

La Peste Negra estaba causada por la bacteria Yersinia pestis, que era inoculada a los humanos a través de la picadura de pulgas que provenían de la Rattus rattus, una rata procedente de las estepas de Mongolia. La forma clínica predominante en el verano era la peste bubónica causada por la picadura de la pulga, que producía grandes adenopatías en ingles y axilas, de contenido muy contagioso. A veces supuraban espontáneamente, dejando salir un pus de olor nauseabundo (de donde procede la equiparación de la palabra peste con mal olor, que subsiste en el lenguaje actual). También solían aparecer manchas oscuras, negruzcas, causadas por hemorragias abdominales, lo que junto al aspecto negro de las gangrenas en los dedos de manos y pies,  motivó que se le diera el nombre de "peste negra".

En el invierno predominaba la forma neumónica, que podía contagiarse de persona a persona por las gotas de saliva proyectadas al hablar en forma de aerosol y que quedan en el aire (gotas de Flügge). Para infectarse de esta manera, por lo general se requiere que una persona esté en contacto directo y cercano con una persona o animal enfermo.

Enfermos de peste según una miniatura de la Biblia de Toggenburg

Atendiendo a la literatura médica y en las descripciones de Giovanni Bocaccio (Decamerón) y de los tratados médicos de la época podemos recoger los síntomas que podían aparecer: 
  • Fiebre alta incluso de alrededor de 40º .
  • Tos y esputos sanguinolentes.
  • Hemorragias por la nariz y otros orificios.
  • Sed aguda.
  • Manchas en la piel de color negruzco (a causa de pequeñas hemorragias cutáneas) 
  • Aparición de adenopatías negras (bubones) en ingles, axilas y cuello. A veces se rompían dejando salir un líquido pestilente. 
  • Gangrena en la punta de los dedos.


Resultado de imagen de médico bubones pintura
Médico abriendo un bubón a una apestada.
Fresco de la capilla de San Sebastián. Siglo XV. Lanslevillard, Francia.

Bocaccio y otros coetáneos describen un tipo de peste casi asintomático que provocaba la muerte a las 14 horas aproximadamente. Los testimonios afirman que cuando aparecían los bubones y las manchas negras el paciente moría al poco tiempo. Desde notar los primeros síntomas hasta producirse la defunción pasaban cinco días habitualmente.

En posteriores entradas del blog comentaremos las consecuencias demográficas de la peste negra y sus efectos en el cambio de mentalidad, y en los cambios económicos y sociales que produjo. 

2 comentarios:

Anna Parcerisa dijo...

He visto el cuadro pero gracias a sus explicaciones, lo he entendido mejor. Gracias

Xavier Sierra Valentí dijo...

Celebro mucho haberte podido ser útil. Muchas gracias por su comentario y por leer el blog. Un saludo!