martes, 7 de abril de 2020

El descubrimiento de los virus


Martinus Willem Beijerinck 1.jpg




Luke Jerram


Martinus Beijerinck 


Fotografía en B&N  
Colección particular. 



Como comentábamos en una entrada anterior, el nombre de "virus", procede de una voz latina mucho más antigua que el descubrimiento de estos diminutos agentes infecciosos carentes de estructura celular.

El descubrimiento de los virus como 'agentes patógenos más pequeños que las bacterias' se atribuye al biólogo ruso Dimitri Ivanovski en 1892 que, trabajando con el mosaico de la planta del tabaco, filtró la savia de las plantas enfermas  del tabaco demostrando que seguía siendo infecciosa para las plantas de tabaco saludables a pesar de haber sido filtrada con un filtro de porcelana. Por lo tanto, la primera evidencia de la existencia de virus provino de experimentos con filtros que tenían poros lo suficientemente pequeños como para retener bacterias. 
Poco después, en 1897 y de forma independiente el holandés M. Beijerinck (1851-1931), realizó un importante estudio sobre este virus. Beijerinck trabajaba en el Polytechnische Hogeschool (Instituto Politécnico) de Delft desde 1895. Se interesaba sobre todo en la microbiología aplicada a la agricultura y a la industria. Sus aportaciones fueron tan importantes como las de Louis Pasteur (1822-1895) o Robert Koch (1843-1910), aunque al no trabajar en agentes patológicos humanos su obra no ha gozado de la misma trascendencia. 
Beijerinck trabajó con el virus del mosaico del tabaco, una enfermedad que afectaba los cultivos de esta planta. Comprobó que el jugo de la planta infectado, aunque se filtrase, podía seguir infectando otras plantas sanas. Pero en cambio, no lo hacía si se pasteurizaba este jugo. Las bacterias no podían atravesar este filtro por lo que llegó a la conclusión que había algún agente infeccioso más pequeño que las bacterias, ya que incluso podían atravesar filtros de porcelana. Y debía ser un agente vivo, ya que se destruía mediante pasteurización. Beijerinck comenzó a hablar de este "veneno", dándole el nombre de virus para referirse a ellos. Tomó la palabra virus del latín con el significado de 'veneno', 'ponzoña', probablemente relacionado con la palabra indoeuropea de la que derivaba *weis- (fluir, venenoy con el griego ἰός (ios) que también quiere decir veneno. De ahí pasó a 'pócima venenosa' o en algún caso, 'pócima mágica'. Poco a poco fueron empezando a aparecer usos de este nombre que va adquiriendo un creciente significado científico. 


Martinus Beijerinck (1851-1931) 
considerado el padre de la virología. 


Pero en su famoso trabajo de 1898 (puede verse en un pdf pulsando aquí), podemos observar que en realidad sigue usando virus en el sentido de 'agente patógeno' y que a la nueva entidad que acaba de descubrir la nombra contagium vivum fluidum, es decir, 'agente contagioso vivo fluido'. Sin embargo utiliza tantas veces el término virus en su trabajo, que esta fue la palabra que se utilizó luego para designar a estos agentes filtrables. En definitiva, puede ser que Beijerinck fuese el responsable involuntario del cambio de significado, al concluir que el agente patógeno no era un microbio sino un contagio vivum fluidum. Su idea de que un patógeno puede ser una molécula soluble que prolifera cuando forma parte del protoplasma de una célula viva fue nueva y causó una revolución en las ideas biológicas. 
El caso es que a partir de 1900 se empezaron a llamar virus filtrables a estos diminutos agentes patógenos. Más adelante, en la década de los cuarenta del siglo XX se les llamó virus ultramicroscópicos, porque no podían verse al microscopio óptico y sólo se consiguieron ver con en el microscopio electrónico. 

Hay que recordar que, a diferencia de las bacterias (que son células), los virus necesitan de huéspedes vivos (humanos, animales o plantas) para poder multiplicarse y sobrevivir, ya que carecen de mecanismos propios.


Bibliografía 

Beijerinck, M. W. (1898). "Über ein Contagium vivum fluidum als Ursache der Fleckenkrankheit der Tabaksblätter" (PDF)Verhandelingen der Koninklijke Akademie van Wetenschappen Te Amsterdam (in German). 65: 1–22. 

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