miércoles, 9 de octubre de 2019

Tomás Carrera, un precursor de la Dermatología: (V) Aftas y muguet







Tomàs Carrera Amanrich, med.

Affectus cutanei 
 (1748)

Manuscrito 
Colección Dr. Jacques Chevalier. Lyon. 
(Tomado de su libro, 2003)




Hemos comentado en días anteriores diversos aspectos de la obra del catalán Tomàs Carrera, uno de los primeros autores que se ocupó de forma monográfica de las enfermedades de la piel. Nos referiremos hoy a sus comentarios sobre las aftas y a lo que hoy consideraríamos una micosis de la mucosa oral, muy frecuente en lactantes. 

El autor describe las aftas de los niños como placas blanquecinas orales. Podemos entrever ahí el muguet, una enfermedad que debia ser frecuente y motivo de preocupación, ya que en 1786 la Societé Royale de Médecine de París creó un premio para el mejor estudio sobre el muguet. 


La flor del muguet, Convallaria majalis o lirio de los valles

Por cierto, que el nombre popular de muguet deriva del nombre francés que recibe una planta de flores blancas (a la candidosis también se la denominaba enfermedad de las flores blancas en el s. XIX). La planta del muguet es la Convallaria majalis o lirio de los valles, que florece al inicio de la primavera y que por su fragancia es muy usada en perfumería.

Actualmente sabemos que está producido por Candida albicans y que se puede ver en la boca de lactantes e inmunodeprimidos, aunque todo eso no se conocía todavía en el s. XVIII. No fue hasta 1840 cuando se  descubrió el agente que causaba la que hoy conocemos como candidosis oral y que durante mucho tiempo se confundió con las aftas. El mismo David Gruby, al describir el hongo microscópico le puso el nombre de aphtophytes (derivado de ἄφθαι, quemadura y de φυτόν, planta). 


Piero della Francesca: El niño Jesús
con un rosario de coral al cuello.
Es una afirmación de la humanidad de
Cristo, que necesitaba la protección
del coral, como los demás niños.
Carrera propone tratar lo que él llamaba aftas con gargarismos de cocimiento de cebada, miel rosada y jarabe de moras. 

Nos ha sorprendido otro de los remedios propuestos en el tratado, a base de coral rojo triturado. Curiosamente, durante la Edad Media el coral se usaba como amuleto ya que se creía que servía para proteger de las enfermedades infantiles. En muchas pinturas de los s. XIV-XVI podemos ver niños con collares o colgantes de coral. Su poder preventivo se cita en el Lapidario de Alfonso X el Sabio de Castilla. Se le atribuía poder protector en los partos y para preservar a los niños de enfermedades. Nos ha interesado el uso de este componente, que a pesar de no tener ninguna base terapéutica real, es un testimonio de la fama preventiva del coral según las creencias tradicionales.


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