martes, 12 de abril de 2022

Aspectos médicos de la muerte de Cristo (y IV): muerte y descendimiento

versió catalana | versión española







Rogier van der Weyden 

Descendimiento de la Cruz

(1499-1500)

Óleo sobre tabla 220 X 262 cm
Museo del Prado. Madrid. 



Como ya hemos visto el tormento de los condenados a ser crucificados era terrible. En el caso de Jesús fue la culminación de una serie de sufrimientos, incluyendo la hematidrosis, la flagelación y la corona de espinas. Nos referiremos hoy a la muerte propiamente dicha. 

Las causas de la muerte en la cruz eran multifactoriales, aunque los principales mecanismos eran el shock hipovolémico, la asfixia y tal vez el fallo cardíaco agudo con la posibilidad que sobreviniese un "cor pulmonale". Otros fenómenos que podían producirse eran la deshidratación, las arritmias por estrés y el fallo congestivo cardíaco por derrame pericárdico y pleural.  

El tiempo que tardaba un condenado en morir en la cruz era muy variable, y oscilaba entre 3 o 4 horas o 3-4 días. La mayor o menor duración estaba en relación a si se había practicado previamente la flagelación, que como hemos visto producía una considerable pérdida de sangre, lo que aceleraba el shock hipovolémico. 



Fra Angelico: Longinos atraviesa el costado de Cristo
con la lanza. Museo de San Marco. Florencia


































Los soldados no se retiraban del lugar de la crucifixión hasta que se producía la evidencia de la muerte del reo. A veces, para acelerar la muerte, procedían a romper las piernas del crucificado por debajo de la rodilla (práctica conocida como crurifragium skelokopia), acelerando el fatal desenlace al evitar que el reo pudiese erguirse sobre sus pies, lo que como ya vimos al hablar de la crucifixión, le era imprescindible para poder respirar. Este método fue el utilizado para acelerar la muerte de los dos ladrones que fueron crucificados junto a Jesús.

Otras veces se atravesaba el corazón con una lanza. En el caso de Jesús el relato evangélico precisa que no le quebraron las piernas, porque ya estaba muerto y no hacía falta acelerar el desenlace. Sin embargo, para asegurarse, le atravesaron el costado con una lanza. El evangelio de San Juan no aclara si la lanza le hirió en el lado izquierdo o en el derecho, aunque previsiblemente fue en el izquierdo, en un intento de perforar el corazón. Lo que sí comenta el evangelista es que de la herida del costado manó sangre y agua. El "agua" puede identificarse fácilmente con el líquido seroso acumulado por una pleuritis o de la pericarditis que la crucifixión solía producir. 



Rosso Fiorentino: Descendimiento de la cruz.
Pinacoteca Comunale Volterra


Aunque muchas veces los cadáveres de los ajusticiados solían dejarse en la cruz a merced de los insectos y aves carroñeras, a veces se autorizaba a los familiares y allegados del ajusticiado a descolgar su cadáver para enterrarlo. En el caso de Jesús, la proximidad de la festividad de la Pascua aconsejaba que así se hiciese. Por eso, se solicitó el sepulcro de José de Arimatea para depositar el cuerpo (Mateo 27, 57-60; Marcos 15, 43-46; Lucas 23, 50-55; y Juan 19: 38-42). Un discípulo de Jesús, Nicodemo, colaboró aportando 100 libras de mirra y áloe (unos 30 Kg) para embalsamarlo según la costumbre judía. 

La representación del Descendimiento de la Cruz es un icono clásico en las obras de arte alusivas a la Pasión y Muerte de Jesús. Pero tal vez es en el retablo de Rogier van der Weyden donde alcanza el grado más sublime.




Composición del Descendimiento de Rogier van der Weyden 



Los personajes del Descendimiento de Rogier van der Weyden


El retablo fue pintado para la capilla que el gremio de ballesteros tenía en Lovaina (Ntra. Sra. Extramuros)  en 1499 o 1500, y tras varias vicisitudes, forma hoy parte de la colección del Museo del Prado de Madrid. 



















El centro del retablo lo ocupa la figura de Cristo, que todavía lleva en la cabeza la corona de espinas, y que muestra un cuerpo grácil, bello pero no atlético. La barba, rala, parece crecida solamente en los días de su detención. L
os ojos aparecen en blanco, levemente abiertos. De la herida del costado mana sangre, a medio coagular y agua (Juan, 19, 34). El perizoma o paño de pureza transluce la sangre que fluye por debajo y que sin embargo no llega a mancharlo. 




























Tres hombres están bajando el cadáver. El más viejo es Nicodemo, una alta jerarquía judía y fariseo
(Juan, 3, 1-21; 7, 50). El más joven, que parece un criado, sostiene dos clavos muy largos y manchados de sangre que acaba de quitar de las manos de Cristo. La figura con vestidos dorados es José de Arimatea, el hombre rico que consiguió que le entregasen el cuerpo de Cristo y lo enterró en un sepulcro nuevo que reservaba para sí (Mateo, 27, 57-60). Llama la atención su fisonomía, muy parecida a la del Retrato de un hombre robusto. El gesto trasluce la pena profunda por la muerte de Jesús, las venas frontales marcadas revelan la tensión emotiva y el gran realismo de sus lágrimas constituyen una de las referencias obligadas en la pintura flamenca. 


El hombre vestido de verde y con barba que está detrás de José de Arimatea se interpreta como otro criado, que sostiene un tarro, probablemente el que contenía el perfume de nardo, auténtico y costoso 
con que la Magdalena ungió los pies de Jesús (Juan, 12, 3). A ella la vemos en el extremo derecho, entrecruzando las manos. 






























A la izquierda, la Virgen se ha desvanecido y se ha caído al suelo. Su postura, en S itálica es totalmente paralela al del cuerpo muerto de Cristo, en un claro simbolismo. Su cara ha perdido el color y tiene los ojos en blanco, entrecerrados
. La sujeta san Juan Evangelista, ayudado por una mujer vestida de verde que es probablemente María Salomé, hermanastra de la Virgen y madre de Juan. Y la mujer que está situada detrás del santo puede ser María Cleofás, la otra hermanastra de la Virgen.

He pasado muchas horas contemplando el Descendimiento de van der Weyden, sin duda una de mis obras preferidas en mis numerosas visitas al Museo del Prado. La composición y sobre todo, el gran realismo de las caras de los personajes hace de esta obra un referente inolvidable. 




Hans Holbein el Joven: Jesús muerto en su sepulcro



El descendimiento de Rogier van der Weyden 





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Aspectes mèdics de la mort de Crist (i IV): 

Mort i davallament de la creu








Rogier van der Weyden 

Davallament de la creu

(1499-1500)

Oli sobre taula 220 X 262 cm
Museo del Prado. Madrid. 




Com ja hem vist el turment dels condemnats a ser crucificats era terrible. En el cas de Jesús va ser la culminació d'una sèrie de patiments, incloent-hi l'hematidrosi, la flagel·lació y la corona d'espines . Avui ens referirem a la mort pròpiament dita.

Les causes de la mort a la creu eren multifactorials, encara que els principals mecanismes eren el xoc hipovolèmic, l'asfíxia i potser la fallada cardíaca aguda amb la possibilitat que sobrevingués un "cor pulmonale". Altres fenòmens que podien produir-se eren la deshidratació, les arítmies per estrès i la fallada congestiva cardíaca per vessament pericardíac i pleural.

El temps que trigava un condemnat a morir a la creu era molt variable, i oscil·lava entre 3 o 4 hores o 3-4 dies. La major o menor durada estava en relació a si s'havia practicat prèviament la flagel·lació, que com ja hem vist produïa una pèrdua de sang considerable, cosa que accelerava el xoc hipovolèmic.


Fra Angelico: Longinos travessa el costat de Crist amb la llança.
Museu de San Marco. Florència


Els soldats no es retiraven del lloc de la crucifixió fins que no es produïa l'evidència de la mort del reu. De vegades, per accelerar la mort, procedien a trencar les cames del crucificat per sota del genoll (pràctica coneguda com crurifragium o skelokopia), accelerant el fatal desenllaç evitant que el reu pogués alçar-se sobre els seus peus, com hem comentat en parlar de la crucifixió, cosa que li era imprescindible per poder respirar. Aquest mètode va ser utilitzat per accelerar la mort dels dos lladres que van ser crucificats al costat de Jesús.

Altres vegades es travessava el cor amb una llança. En el cas de Jesús, el relat evangèlic precisa que no li van fer fallida les cames, perquè ja estava mort i no calia accelerar el desenllaç. Tot i això, per assegurar-se’n, li van travessar el costat del cos amb una llança. L'evangeli de Sant Joan no aclareix si la llança el va ferir al costat esquerre o al dret, encara que previsiblement va ser a l'esquerre, en un intent de perforar el cor. El que sí comenta l'evangelista és que de la ferida del costat va manar sang i aigua. L'aigua pot identificar-se fàcilment amb el líquid serós acumulat per una pleuritis o de la pericarditis que la crucifixió solia produir.



Rosso Fiorentino: Davallament de la creu.
Pinacoteca Comunale Volterra


Encara que moltes vegades els cadàvers dels condemnats solien deixar-se a la creu a la mercè dels insectes i les aus carronyeres, de vegades s'autoritzava els familiars i amics de l'ajusticiat a despenjar el seu cadàver per enterrar-lo. En el cas de Jesús, la proximitat de la festivitat de la Pasqua aconsellava que es fes així. Per això, es va sol·licitar el sepulcre de Josep d'Arimatea per dipositar el cos (Mateu 27, 57-60; Marc 15, 43-46; Lluc 23, 50-55; i Joan 19: 38-42). Un deixeble de Jesús, Nicodem, va col·laborar aportant 100 lliures de mirra i àloe (uns 30 Kg) per embalsamar-ho segons el costum jueu. 

La representació del Davallament de la Creu és una icona clàssica a les obres d'art al·lusives a la Passió i Mort de Jesús. Però potser és al retaule de Rogier van der Weyden on aconsegueix el seu grau més sublim.



Composició del Davallament de la creu de Rogier van der Weyden 


Els personatges del Davallament de Rogier van der Weyden

El retaule va ser pintat per a la capella que el gremi de ballesters tenia a Lovaina (Ntra. Sra. Extramuros) el 1499 o 1500, i després de diverses vicissituds, avui forma part de la col·lecció del Museu del Prado de Madrid.


El centre del retaule l'ocupa la figura de Crist, que encara porta al cap la corona d'espines, i que mostra un cos gràcil, bonic però no atlètic. La barba, rasa, sembla crescuda només en els dies de la detenció. Els ulls apareixen en blanc, lleument oberts. De la ferida del costat raja sang, a mig coagular i aigua (Juan, 19, 34). El perizoni o drap de puresa deixa entreveure la sang que flueix per sota i que tanmateix no arriba a tacar-lo.


Tres homes estan baixant el cadàver. El més vell és Nicodem, una alta jerarquia jueva i fariseu (Juan, 3, 1-21; 7, 50). El més jove, que sembla un criat, sosté dos claus molt llargs i tacats de sang que acaba de treure de les mans de Crist. La figura amb vestits daurats és Josep d'Arimatea, l'home ric que va aconseguir que li lliuressin el cos de Crist i el va enterrar en un sepulcre nou que reservava per a ell (Mateu, 27, 57-60). 

Crida l'atenció la seva fesomia, molt semblant a la del Retrat d'un home robust. El gest trasllueix la pena profunda per la mort de Jesús, les venes frontals marcades revelen la tensió emotiva i el gran realisme de les seves llàgrimes constitueixen una de les referències obligades a la pintura flamenca.

L'home vestit de verd i amb barba que està darrere de Josep d'Arimatea s'interpreta com un altre criat, que sosté un pot, probablement el que contenia el perfum de nard, autèntic i costós amb què la Magdalena va ungir els peus de Jesús (Juan, 12, 3). A ella la veiem a l'extrem dret, entrecreuant les mans.


A l'esquerra, la Mare de Déu s'ha desmaiat i ha caigut a terra. La seva postura, en S itàlica, és totalment paral·lela al del cos mort de Crist, en un clar simbolisme. La cara ha perdut el color i té els ulls en blanc, entretancats. La subjecta sant Joan Evangelista, ajudat per una dona vestida de verd que possiblement és Maria Salomé, germanastra de la Verge i mare de Joan. I la dona que està situada darrere del sant podria ser Maria Cleofàs, l'altra germanastra de la Mare de Déu.

He passat moltes hores contemplant el Davallament de van der Weyden, sens dubte una de les meves obres preferides en les meves nombroses visites al Museu del Prado. La composició i, sobretot, el gran realisme de les cares dels personatges fa d'aquesta obra un referent inoblidable.



Hans Holbein el Joven: Jesús muerto en su sepulcro



El davallament de Rogier van der Weyden 






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