martes, 23 de julio de 2019

Los tatuajes, atracción de circo: (I) Las primeras exhibiciones






R. Cooper

Retrato de Jean Baptiste Cabri 

(1813)

 Grabado en papel. 
En el libro de G.H. Langsdorff Voyages and Travel 
Colección particular 




En una época en la que la costumbre de tatuarse está cada vez más extendida, a nadie sorprende ya contemplar un cuerpo totalmente repleto de tatuajes. Por esta razón  cuesta comprender como hace 150 años estos adornos corporales constituían un exotismo tan grande en el mundo occidental que eran motivo de espectáculos en circos y paradas de feria, en los que personajes tatuados de pies a cabeza eran exhibidos como algo excepcional. Aunque nos pueda parecer increíble, la vinculación de los tatuajes y el circo se prolongó durante todo el s. XIX y la primera mitad del s. XX. 

Si bien hemos comentado en otras entradas del blog que la costumbre de tatuarse es muy antigua y que fue practicada en diversas civilizaciones e incluso tenemos muestras de tatuajes en el Neolítico, no era una costumbre que fuera usual entre la etnia caucásica de Europa y Norteamérica. Por esta razón los tatuajes eran vistos como un exotismo, una rareza de pueblos lejanos y solamente los aventureros y marinos lucían ocasionalmente alguno.  




Probablemente primer caso de un tatuado que fue mostrado públicamente (o al menos que tengamos constancia de ello) fue en 1691. El protagonista era el llamado "príncipe Giolo"  un personaje del que se decía que había sido sacado de una isla de esclavos en Filipinas, que era mostrado en una exposición en Inglaterra. No duró mucho, ya que al cabo de poco murió en una epidemia de viruela. 


En los inicios del circo, en el s. XIX, los números que solían ofrecerse eran todos aquellos que podían sorprender, admirar o provocar cualquier tipo de reacción entre el público, comprendiendo el miedo o la repugnancia. Así se ofrecían espectáculos de fieras, de prestidigitadores, comellamas o faquires al lado de trapecistas o contorsionistas. Pero también se exhibían freaks, monstruosidades y enfermedades raras, y razas exóticas o salvajes. Era el tiempo de la Conquista del Oeste en Norteamérica y eran habituales las demostraciones con indígenas. Baste recordar que Buffalo Bill en sus últimos años regentó un circo que recorría Europa con números de  "indios" y bisontes. En estas presentaciones circenses se solían incluir individuos de algunas razas exóticas con el cuerpo repleto de tatuajes tribales. Probablemente de ahí deriva la costumbre de incorporar tatuados a las representaciones circenses. Pero en cuanto se descubrieron personas caucásicas (la llamada entonces raza blanca) portadores de tatuajes, la curiosidad morbosa del público se incrementó considerablemente. 

Así, a principios del s. XIX, encontramos otro caso de tatuado que presentaba su decorada piel al público. Era el desertor francés Jean Baptiste Cabri. Fue descubierto en 1804 en las Islas Marquesas por el explorador y aventurero G. H. von Langsdorff, que lo trajo nuevamente a Europa. Cabri formó parte de diversos espectáculos hasta que se estableció en Rusia. En Moscú y S. Petersburgo. Sus apariciones eran muy esperadas y en ellas contaba historias exóticas para darles más contenido. Sin embargo el éxito de Cabri fue limitado. Además de sus exhibiciones lúdicas, fue examinado por científicos y médicos e incluso fue presentado a miembros de la realeza, que sentían la curiosidad de verlo. Murió alrededor de 1820. 

A los pocos años apareció John Rutherford, el primer inglés tatuado que se mostró públicamente. Había sido descubierto por una expedición que llegó a las costas de Nueva Zelanda en 1826. El capitán Jackson lo llevó consigo a los Estados Unidos. Rutherford regresó a Inglaterra y se exhibía en Bristol y en Londres por un módico precio. En su actuación contaba como había sido acogido amigablemente por los maoríes que le habían tatuado el cuerpo como prueba de su acogimiento e integración. 

John Rutherford y sus tatuajes maoríes. 

En 1842 James F. O'Connel fue la primer persona tatuada exhibida en Estados Unidos, entrando a formar parte de la plantilla del circo Museo Americano de Barnum. Este llegó a publicar su propio libro: "La vida y aventuras de James F. O'Connell, el hombre tatuado".

En la década de 1870 apareció en Viena el que quizás fue el tatuado más famoso exhibido en el s. XIX. se trata del capitán Constantine, también conocido como el hombre tatuado de Burma. Era un albanés de origen griego, que había sido pirata y aventurero. tenía toda la superficie corporal totalmente abarrotada de tatuajes de diversos tipos y simbolismos. Se había tatuado para poder mostrar su cuerpo en espectáculos de circo, aunque en sus shows, wl contaba legendarias historias sobre sus aventuras. Según él había sido capturado en Burma (Birmania) y sus carceleros lo torturaban durante tres horas diarias en las que mientras cuatro fornidos hombres lo sujetaban, iban tatuando todo su cuerpo infligiéndole (siempre según su versión) un gran dolor. Hasta llegó a publicar un libro. 

El "Capitán Constantine" como aparece en un anuncio
de su espectáculo, donde se explica que estaba
tatuado de la cabeza a los pies como castigo.

Constantine, tal como aparece en una lámina del libro de Dermatología
de Hebra y Kaposi 
Lehrbuch der Hautkrankheiten (1878). 

Constantine se hizo muy famoso. Tanto, que Rudolf von Hebra, y Moritz Kaposi, los famosos dermatólogos le dedicaron una lámina y un comentario en su tratado de Dermatología Lehrbuch der Hautkrankheiten (1878). 

En otras entradas del blog seguiremos comentando la vinculación de los tatuajes y el circo, que fue, como vemos muy intensa y que tuvo una interesante evolución. 





No hay comentarios: