jueves, 25 de julio de 2019

Los tatuajes, atracción de circo (III): Esplendor y decadencia de los tatuajes circenses





Otto Dix

Suleika la prodigiosa tatuada 
(Maud Arizona)

(1920)

 Óleo sobre lienzo.
MoMa. New York 




En una entrada anterior hemos visto como los tatuajes fueron exhibidos como rareza en los circos durante el s. XIX y la primera mitad del s. XX, y como se incorporaron algunas mujeres tatuadas a los circos, lo que añadía una morbosidad todavía mayor a los espectáculos. 

El éxito de los números con mujeres tatuadas fue considerable, por lo que pronto se multiplicaron las exhibiciones. Hacia 1900, el fenómeno de los circos con mujeres tatuadas ya era un boom en Estados Unidos. La gente pagaba por ir a verlas, por escuchar sus historias y desde luego por hacerles preguntas en donde se hablaba de sus orígenes, de las razones que tuvieron para tatuarse y de las historias que subyacían en cada uno de los tatuajes. Para mostrar los dibujos y leyendas que llevaban sobre la piel, las vedettes vestían faldas cortísimas y generosos escotes y en muchos números se realizaban auténticos strip-tease encubiertos. En una sociedad puritana como la victoriana, ver algunos centímetros más de cuerpos femeninos era algo difícil de resistir. También surgieron pronto las críticas de puritanas y feministas, que veían en estas manifestaciones una forma de pornografía encubierta. 

Algunos de los personajes que desfilaban en ferias y circos fueron especialmente famosos. Así en la primera década del s. XX, podemos recordar a la Bella Angora, vedette alemana tatuada de la cabeza a los pies. 

Otra vedette famosa fue Artoria Gibbons, cuyo nombre real era Anna Mae Burlingston. Había nacido en 1893 en Linwood, Wisconsin, y más tarde se mudó a Washington con su familia. Anna provenía de una familia pobre y trabajó como sirviente doméstica en Spokane, Washington. Allí conoció al artista tatuador Charles (Red) Gibbons, con quien se casó en 1912. 


Artoria Gibbons llevaba su cuerpo tatuado con motivos religiosos. 

Su marido le tatuó todo el cuerpo con motivos religiosos, ya que Anna era una mujer muy devota y miembro de la iglesia episcopaliana. Anna trabajó junto a su marido exhibiéndose como mujer tatuada en la década de 1920 con el nombre artístico de Artoria Gibbons. Entre sus tatuajes figuraban referencias a grandes obras de la Historia del Arte, como La Anunciación de Sandro Botticelli, La Sagrada Familia de Miguel Ángel y en su pecho figuraba un retrato de George Washington.

Otto Dix. Suleika das tätowierte Wunder.
Grabado punta seca. Plancha: 30 x 19.9 cm. (1922)
MoMa New York 
Resultat d'imatges de maud arizona
Mención aparte merece Maud Arizona, que se presentaba bajo el nombre artístico de Suleika, la prodigiosa tatuada (Suleika, das tätowierte Wunder)  y  que fue inmortalizada por el transgresor pintor Otto Dix en varias de sus obras.  Uno de sus grabados forma parte de la colección Zirkus (1922), lo que deja bien claro la estrecha relación existente entre los tatuajes y los espectáculos circenses. 




Otto Dix en sus pinturas hace una personal y seductora versión de Suleika, no dudando en exagerar sus curvas y encantos femeninos, mucho más sugerentes e insinuantes que en la realidad. 

Dix nos deja una visión fresca de lo que debían ser este tipo de exhibiciones, a medio camino entre el circo y el cabaret, que menudearon en el Berlín de entreguerras. 


Maud Arizona
Al ver la gran aceptación de los shows de tatuadas en circos y en espectáculos afines, muchas mujeres de las clases más desfavorecidas se empezaron a tatuar como medio para obtener un cierto beneficio económico. También se popularizó entre las prostitutas de burdeles. Además se practicaba cada vez más el tatuaje permanente de las cejas y otros tipos de tatuajes cosméticos. Los tatuajes ya no eran solamente patrimonio de los circos y ya nadie se extrañaba como antes de los cuerpos llenos de tatuajes. La demanda de estos espectáculos decayó y progresivamente los circos dejaron de incluir números de mujeres tatuadas. El tatuaje había pasado a la calle. 


No obstante, la vinculación de los tatuajes y el circo siguió pesando. La gente seguía relacionando la piel tatuada con saltimbanquis, titiriteros y artistas de circo. A lo sumo se añadían prostitutas, legionarios y marinos. Es decir un tipo de gente mal vista en general por la burguesía que siguió demonizando al tatuaje como algo propio de suburbios y de clases marginales. Esta consideración se mantuvo durante casi todo el s. XX, e incluso permanece todavía en ciertos ambientes en la actualidad. Un recuerdo de los tiempos en los que los tatuajes se exhibían en los circos. 










2 comentarios:

yisus dijo...

Seguramente, al ver a una persona con muchos tatuajes, has podido escuchar que al final se convierte en un comportamiento adictivo. Tomado como algo que puede ser repetido y satisfactorio, quizá, pero en otra serie de componentes es totalmente opuesto a los comportamientos relacionados con la adicción. Para lograr hacerse un tatuajes para hombres es necesario invertir mucho tiempo y dinero, y el proceso puede ser largo y muy minucioso.

Incluso, en personas que se están recuperando de alguna adicción, los tatuajes pueden ser una herramienta. En algunas ocasiones, en servicios de recuperación de adicciones se propone realizar un tatuaje en recuerdo y representación del proceso de dejarlo. Sirve como un recordatorio y un orgullo de haber logrado escapar de la adicción.

Yofiel dijo...

Yo empeze a tatuarme a los 16 años , a los 13 me realize mi primer modificación corporal y mis primeros piercings , y te puedo dar fe que es una adicción .
Tal vez no en todos pasa esto pero en mi y en varios amigos si.
La única respuesta que puedo dar es que mi sexualidad se va hacia el dolor así que hacerse un tatuaje va de la mano con todos los rituales que las personas realizan para sentirse bien , el dolor que sientes al perforarte es un dolor rápido pero a la vez significativo, llevo tres meses sin hacerme un tatuaje y tengo el mismo sentimiento cuando sales de trabajar y necesitas un cigarro
He llegado al punto de hacerme una perforación solo para sentirlo , ni siquierame las hago para tener una joya y muchas veces me las quito para que se sanen pero volveré a sentir la necesidad de hacerlo nuevamente, ya ni siquiera los tatuajes tienen que tener un significado solo quiero llenar huecos en mi piel y pasar por todo el proceso