lunes, 14 de enero de 2019

Arqueología y parásitos



Liendrera 
(época romana s. II a.C.) 


Madera de boj

Murabaat (Israel)



En diversos yacimientos arqueológicos se han encontrado indicios de la existencia de parásitos, lo que proporciona una nueva visión sobre las civilizaciones de la Antigüedad. 

Los piojos, por ejemplo, han estado molestando a los humanos durante mucho tiempo. Los seres humanos están parasitados por dos géneros de piojos: uno compartido con chimpancés y el otro compartido con gorilas. Al usar el ADN para determinar cuándo las especies de piojos se separaron y se especializaron. Los científicos están trabajando en esta línea de investigación para reconstruir parte de nuestra historia evolutiva. 

Los investigadores han analizado los piojos de la ropa (Pediculus corporis), para saber cuando se especializaron estas especies de insectos anopluros para vivir en las costuras de la ropa, lo que nos proporciona datos para saber en que momento Homo sapiens comenzó a usar ropa por primera vez para cubrir su desnudez.

Peines recuperados de un fuerte romano.  Fuente de imagen.
      Liendreras encontradas en un fuerte romano
Otra línea de investigación analiza la presencia de piojos de la cabeza. La presencia de liendreras, por ejemplo, da un testimonio indirecto de la existencia de piojos del cuero cabelludo. Las liendreras son peines de finas púas de pequeño tamaño, diseñados para arrastrar las liendres (huevos de los piojos) que se adhieren firmemente al pelo. Se han encontrado liendreras en yacimientos de diversas civilizaciones, testimonios evidentes de que allí había pediculosis (infestación por Pediculus capitis del cabello). Las más antiguas se han encontrado en Egipto y se remontan a 1.500 años a.C. Los hay de marfil y de madera. 

Pero no solo eso. En algunas momias se han podido constatar la presencia de piojos, que han podido estudiarse el microscopio. Es el caso de algunas momias egipcias como por ejemplo en la de la reina Tuya, una reina de la dinastía XIX, esposa del faraón Seti I y madre de Ramsés II (o Ramesses II). En la momia de Tuya (que murió hacia el 1290 a.C.) se pudieron evidenciar algunos ejemplares de Pediculus capitis, lo mismo que en otras momias egipcias, como los encontrados por Ruffer en 1910, y que representan seguramente los piojos más antiguos encontrados en el Antiguo Egipto (3.600 a.C). 



Piojos procedentes de una momia egipcia (Pediculus humanus capitis

También los yacimientos arqueológicos de Israel proporcionan nuevas pruebas. En el yacimiento de Nahal Never los arqueólogos descubrieron restos de piojos de 9.000 años de edad, y en la noble Masada, encontraron ropa y peines infestados de piojos. 

Pero los piojos no son privativos de las civilizaciones del Viejo Mundo. También se han encontrado en yacimientos arqueológicos de Groenlandia y de Sudamérica. La evidencia arqueológica directa más antigua de piojos de la cabeza proviene de un huevo de piojo humano recuperado en Brasil que data de más de 10.000 años.


Presencia de garrapatas en la momia de un joven perro 
(Egipto. Época romana)

También se han encontrado ectoparásitos en momias de animales del Antiguo Egipto. El estudio de la momia egipcia de un cachorro de perro del período romano evidenció la presencia de diversos parásitos. Rhipicephalus sanguineus,
Latreille, 1806 (Acari: Ixodidae), Hippobosca longipennis, Fabricius, 1805 (Diptera: Hippoboscidae) y una larva de mosca sarcosaprófaga productora potencial de miasis (Diptera: Sarcophagaciae y Calliphoridae). Todas estas especies pueden ser vectores potenciales de enfermedades y tal vez estuvieran involucradas en la prematura muerte del perro. 


   Desagüe de las termas romanas de Bath (Inglaterra) 
Pero el estudio paleopatológico de las momias no se limita a los ectoparásitos. Uno de los descubrimientos de parásitos más conocidos encontrados en un cuerpo momificado fueron los adultos de Ancylostoma duodenale encontrados en un estado de preservación tal que incluso se pudieron efectuar cortes histológicos de los gusanos, que se alimentaban a través de la mucosa intestinal de la momia. 

Y como hemos visto en otras entradas del blog, muchos parásitos intestinales también  pueden detectarse a través del estudio de los sedimentos en letrinas, termas y canalizaciones de desagüe. 


Fragmento de tubería de desagüe, de plomo. Termas romanas de Bath (Inglaterra)


























































































































































   
































































































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