miércoles, 28 de febrero de 2018

El arte censurado (IV): la censura religiosa






Gregorio Vázquez 
de Arce y Ceballos 

Trinidad tricéfala
(circa 1685)


Museo Colonial. Bogotá



La Biblioteca de Córdoba fue en tiempos del Califato una referencia obligada en todo el mundo. Probablemente era -después de la mítica Bibloteca de Alejandría- la mayor biblioteca conocida. En el s. XII, Córdoba sufrió la invasión de los almohades (en árabe  الموَحدون, al-muwaḥḥidun) «los que reconocen la unidad de Dios», una secta bereber de un acendrado fanatismo islámico, que había ya dominado el Norte de África y se extendía por el sur de la Península Ibérica. Al llegar a la ciudad, el caudillo almohade quiso visitar la biblioteca cordobesa y preguntó al rector de su universidad: 
- ¡Cuántos libros! ¿Que hay escrito en ellos? 
El rector, complacido, contestó con orgullo:
- ¡Oh, señor! Contienen todo el conocimiento humano. Hay libros de álgebra, de geografía, de historia, de filosofía, de medicina...
Sala de oración de la Mezquita de Córdoba
El torvo general, hombre de armas, fanático y de poca cultura, que no comprendía mucho aquello de lo que le estaban hablando, se giró a uno de sus lugartenientes y dijo, tajante:
- ¡Quemadlos todos! No dejéis ninguno. 
El rector, horrorizado, apenas podía creer lo que estaba oyendo.
- Pero... señor!
El aguerrido y zafio militar le dijo, entre dientes:
- Si estos libros dicen algo que no está en el Sagrado Corán, son heréticos. Y si dicen algo que está en el Corán, son innecesarios. ¡A la hoguera con ellos!  
Pronto toda aquella ciencia fue pasto de las llamas. Y así fue como desapareció para siempre la biblioteca que había extendido su luz a todo el mundo, el orgullo de la ciudad y el depósito del conocimiento humano de aquel momento.

La triste y lamentable historia del fin de la biblioteca de Córdoba es un ejemplo de lo que puede ser la censura por intolerancia, como en aras de la ortodoxia religiosa se puede prohibir o incluso destruir libros, canciones, esculturas o pinturas. En definitiva, como se puede amordazar la libertad de expresión humana. 

La censura de las obras de arte ha tenido muchas veces motivaciones religiosas. La prohibición de imágenes de culto de otros credos o la censura de elementos considerados heréticos ha sido frecuente a lo largo de la historia. 

En el cristianismo uno de los primeros ejemplos fueron los coptos de Egipto, que aprovecharon los antiguos templos egipcios para su culto. Consideraban ídolos o demonios a las imágenes de los dioses egipcios por lo que con frecuencia rompían sus estatuas o repicaban los relieves que los representaban. Una especie de "damnatio memoriae" ortodoxa. Para los coptos (como también para los antiguos egipcios) en las imágenes y relieves vivían los personajes representados y no podían tolerar las efigies de ídolos en el recinto donde tenían lugar sus celebraciones litúrgicas, por lo que optaron por destruirlas. Se perdieron así un buen número de relieves del Egipto faraónico.  


Relieve repicado en el templo de Edfu.
Los coptos destruyeron muchos relieves del Antiguo Egipto. 

Otro episodio lo protagonizaron los iconoclastas. Fieles a la tradición judaica preexistente, no aceptaban que las imágenes de Dios fuesen representadas. Defendían que rendir culto a las imágenes (iconos) era una forma de idolatría. Tuvieron que enfrentarse a los iconódulos, partidarios del culto a las imágenes religiosas. Fueron las guerras iconoclastas, durante los siglos VIII y IX. Al final, los cristianos orientales (ortodoxos) aceptaron una cierta representación de la divinidad siempre que fuera en dos dimensiones y con unos esquemas preestablecidos (siempre los mismos). Esta es la razón de que los cristianos orientales (ortodoxos, coptos, siríacos...) sigan rindiendo un culto simbólico a los llamados iconos bidimensionales, evitando las esculturas de bulto redondo, que les recuerdan más a los ídolos.  

Evelyne Dominault: Je suis Charlie
Obra de la exposición realizada en solidaridad con los
trabajadores de la revista Charlie Hebdo, tras el atentado
de enero 2015. París. Acrílico sobre lienzo 30 x 30 cm 
La iconoclasia pasó también a los musulmanes, que consideran blasfemo la representación de Alá y del profeta Mahoma. Esto motivó en 2015 el luctuoso atentado contra la revista humorística francesa Charlie Hebdo, por haber incluído chistes y caricaturas del profeta en tono jocoso y satírico. El atentado que causó 12 muertos y 11 heridos, motivando una gran campaña de solidaridad en todo el mundo, con la consigna "Je suis Charlie". 


La falta de representación de imágenes humanas y animales constante en el arte judío e islámico es la razón de que el arte en estas culturas se limite a representaciones vegetales u ornamentales. Algunas reglas monásticas católicas (como los cistercienses) también adoptaron esta restricción de imágenes animadas, en este caso para no distraer a los monjes.  

El fresco de Massaccio antes y después
de la restauración
El luteranismo también fue muy parco en la representación de imágenes y en el interior de sus iglesias tan solo suele haber una cruz. 

En cambio la Contrarreforma, para oponerse a la parquedad luterana, impulsó el barroco más abigarrado y la profusión de imágenes no solo divinas, sino también de ángeles, santos y todo tipo de personajes sagrados. Se ensalzaba el martirio y la muerte, apareciendo muchas representaciones de calaveras o de cadáveres. Pero limitó las representaciones de cuerpos desnudos y pautó considerablemente el canon artístico. Por citar un ejemplo, el famoso fresco de Massaccio de la Iglesia del Carmine de Florencia, representa a Adán y Eva desnudos, mientras son expulsados del Paraíso. En el s. XVII se mandó cubrir los genitales de estos personajes con un elemento vegetal, que ha sido eliminado en una restauración reciente. 


Anónimo cuzqueño: Trinidad tricéfala
Estas representaciones de la Trinidad fueron
prohibidas por el Concilio de Trento 

por inducir a la idolatría y a la monstruosidad
A veces las motivaciones han sido de tipo religioso. Tras la reforma luterana el Concilio de Trento impuso estrictas normas de representación artística. Entre otras cosas, se prohibieron las representaciones de la Trinidad tricéfala (en forma de tres personas) que a partir de aquel momento se consideró herética, ya que parecía que podía dar lugar a interpretaciones cercanas a la idolatría, el politeísmo o la monstruosidad. Además los luteranos se burlaban del concepto católico de la Trinidad, llamándole el cancerbero del infierno católico (Segun la mitología, el can Cerbero era un perro de tres cabezas que guardaba las puertas de los Infiernos). Un día trataremos más extensamente el tema de estas Trinidades tricéfalas, ya que tiene un indudable interés simbólico. 

En la actualidad aparecen periódicamente prohibiciones o peticiones de censura de la Iglesia o de grupos de integristas contra tal o cual obra artística acusadas de ofender a la religión. La censura sigue viva. 




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