jueves, 16 de julio de 2015

Heridas contusas por lapidación





Escenas de la vida de San Esteban 
(segundo cuarto del s. XIV) 

Pintura mural al fresco. 
Procedente de St. Miquel de Cardona
Museo diocesano. Solsona.



San Esteban fue un diácono de los primeros tiempos del cristianismo. Durante la primera mitad del s. I los cristianos eran todos judíos. Algunos no habían salido nunca de Palestina y eran muy tradicionalistas en cuanto a religión y creencias. Una buena parte de ellos pertenecían a la secta de los esenios, como fue el caso de S. Juan Bautista y según algunas opiniones, del propio Jesús

Otros en cambio, procedían de las colonias judías que con finalidad comercial habían establecido en diversos puntos del Mediterráneo. Eran de mentalidad mucho más abierta y cosmopolita, solían hablar y escribir en griego y habían estado en contacto con algunas ideas filosóficas o religiosas helenísticas. Este era el caso de Esteban, que tomaba frecuentemente la palabra en la sinagoga (en este tiempo, el cristianismo era poco más que una variante del judaísmo y los cristianos seguían reuniéndose en sinagogas)

El choque entre las dos corrientes se produjo alrededor del año 50 d.n.e. durante el Concilio de Jerusalén. La facción judaísta tradicional estaba liderada por los apóstoles Santiago y Pedro. Defendían que sólo los judíos podían ser cristianos y que por lo tanto se debían seguir sometiendo a la circuncisión. La tendencia helenística estaba dirigida por Pablo (el nuevo nombre de Saulo de Tarso) y propugnaba sustituír el viejo rito de la circuncisión por el bautismo (ritual que se practicaba también en algunas religiones mistéricas como el mitraísmo), y una visión universal y ecuménica de la Iglesia: todos podían ser cristianos, tanto judíos como gentiles. Tras el Concilio de Jerusalén se impusieron las tesis helenísticas: se abandonó definitivamente la circuncisión y se adoptó el bautismo con agua, de inmersión; Pedro viajó a Roma donde finalmente fue apresado y crucificado durante la persecución de Nerón; y Pablo, rebautizado como Apóstol de los gentiles, remodeló el naciente cristianismo, dotándolo de un rico contenido filosófico y moral de tradición griega.  

Pero antes de todo esto, Esteban fue lapidado (año 36 d.n.e. circa) . Esteban era uno de los más destacados líderes de la tendencia helenística. Era culto y buen orador. Tomó la palabra en la sinagoga y sus criterios, cosmopolitas y abiertos, no fueron muy bien aceptados por los judíos, que vieron en él a un blasfemo. Por esa razón fue llevado fuera de la sinagoga y sometido al castigo que según el judaísmo se debe aplicar a los herejes: la muerte por lapidación, es decir, apedreado. 






Así se nos relata en los Hechos de los Apóstoles

7:54 Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él.  
7:55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,  
7:56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.  
7:57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él.  
7:58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.  
7:59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.  
7:60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
                                                                                      (Hechos 7, 54-60)

Como suele suceder, su martirio dio nuevas alas a la nueva religión. Las persecuciones, encarcelamientos o asesinatos no hacen más que impulsar con más fuerza cualquier ideología ya sea religiosa o política. 

Como vemos, Pablo (todavía como Saulo) estaba presente durante el martirio de Esteban, aunque su papel fue el de mero espectador. Tal vez a partir de este momento empezó a entrever las posibilidades que tenía la nueva doctrina.

El cristianismo considera a Esteban como protodiácono (el primer diácono) y protomártir (el primer mártir) y su culto ha estado siempre muy extendido. En la iconografía suele representarse revestido con la dalmática de diácono (que aunque no se usaba en aquel tiempo, posteriormente fue el atributo por antonomasia de los diáconos) y algunas piedras en la mano o en la cabeza, en alusión a su lapidación. A veces también se le añade la palma del martirio.  




En los frescos de Sant Miquel de Cardona se representan diversos episodios  de la vida de San Esteban, entre los cuales su martirio por lapidación, que hoy aportamos aquí. 

El diácono primero aparece en el momento del martirio, recibiendo las pedradas, y posteriormente muerto, con abundantes heridas contusas en la cabeza y manos. Las heridas, causadas por los traumatismos de las piedras se presentan llenas de sangre. Un grupo de seguidores de Esteban (que se representan con el hábito medieval reservado a los judíos) lloran y se lamentan por su martirio. Es destacable la representación de las heridas de Esteban, que no por ritualizadas y esquemáticas dejan de ser menos impactantes. 

Lapidación de San Esteban (Boí): 




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