viernes, 30 de enero de 2015

Picasso. El viejo pescador.








Pablo Picasso (1881 -1973)

El viejo pescador (1895)

Óleo sobre tela 83 x 62'5 cm
Museu de Montserrat



Esta es una obra de juventud de Picasso, cuando solamente contaba con 14 años y todavía firmaba como Pablo Ruiz. En ella hallamos no obstante toda la fuerza del pintor, el germen de lo que más tarde desarrollará y que lo consagrará como uno de los mayores pintores contemporáneos. 

El cuadro retrata un viejo pescador, con una camisa ajada por tantas navegaciones. Abstraído, con la mirada perdida, tal vez recordando hazañas pretéritas, recuerdos de olas y de sal, de tantas pescas propicias y de la sensación de vacío que le anudaba la garganta cuando regresaba al puerto con las manos vacías. 

También podemos ver la huella de los elementos en su cuerpo. La piel broncínea, curtida por el sol, más quemada en las partes prominentes de la cara, como la nariz y la frente. Las arrugas, marcadas, que nos dejan adivinar una piel engrosada. En diversos puntos, unas hábiles pinceladas de color dejan entrever la presencia de queratosis actínicas. 

Picasso refleja en este cuadro - sin saberlo - lo que el dermatólogo Paul Gerson Unna (Hamburgo, 1850 - 1929) describió como piel de marino (Seemans Haut) y que no es más que el resultado de la exposición continuada al sol. No es raro que el dermatólogo alemán le pusiera este nombre. En Hamburgo, ciudad del Mar del Norte, con un populoso puerto, abundan los marinos con piel curtida similares a éste que pintó Picasso. Probablemente, si el pescador del cuadro se girara, podríamos ver en su nuca el cutis romboidalis característico. Una piel sobreexpuesta al sol, que suele acompañarse frecuentemente de lesiones de cáncer o precáncer cutáneo. 




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