miércoles, 2 de septiembre de 2020

Bécquer: una sífilis que acabó en boda (I)

Portrait of Gustavo Adolfo Bécquer, by his brother Valeriano (1862).jpg




Valeriano Domínguez Bécquer 

Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer

(1862)


Óleo sobre lienzo. 73 x 60 cm
Museo de Bellas Artes de Sevilla.





El cuadro con el que iniciamos la entrada de hoy es el retrato de Gustavo Adolfo Bécquer, pintado por su hermano, Valeriano Domínguez Bécquer (aunque como su hermano gustaba de usar solo el tercer apellido de su padre). Es un retrato muy conocido, que dio lugar a la imagen de un billete de 100 ptas. que circuló en el Estado Español a partir de 1965.  

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) es tal vez el poeta y narrador más destacado del Romanticismo tardío en España. Su obra Rimas y Leyendas es una de las obras más conocidas de toda la literatura hispana. 

Bécquer solía repetir la frase de Lamartine de que «la mejor poesía escrita es aquella que no se escribe». Pero para muchos la poesía de Bécquer plasma la lírica más profunda y a la vez simple, la musicalidad y los sentimientos más íntimos del enamoramiento masculino. Y también el desengaño, el desamor, porque tuvo oportunidad de experimentarlo numerosas veces en primera persona. 


Porque Bécquer era enamoradizo e inconstante y por su corta vida pasaron muchas mujeres. La vida de Bécquer, como su obra, está marcada por la muerte, las enfermedades (especialmente por la sífilis), la penuria económica y por la falta de un trabajo estable que le asegurase el sustento. Se tuvo que ganar la vida a duras penas escribiendo para unos cuantos diarios madrileños.

Naturalmente la vida de Gustavo Adolfo estuvo marcado por el amor, a veces platónico, a veces efímero, pero siempre bastante inestable. No hay un gran nombre de mujer tras la figura del poeta. Bécquer solo reconoció la relación “amorosa” oficial que mantuvo con Casta Esteban, la mujer que terminó convertida en su esposa y con la que tuvo tres hijos, aunque solamente los dos primeros fueron sus hijos biológicos. El último fue el fruto de la relación de Casta con su amante y su nacimiento preparó el camino al divorcio. 

Probablemente el primer amor de Bécquer fue Julia Cabrera, la novia adolescente que el poeta dejó en Sevilla cuando se marchó a Madrid esperando encontrarse con la gloria. La tal Julia lo esperó soltera toda la vida y se murió con la pena de saber que no fue la musa de sus rimas. 




Jean LaurentDaguerrotipo de
Gustavo Adolfo Bécquer, (circa 1865).


En Madrid, Gustavo Adolfo tuvo escarceos con otras mujeres, hasta que se enamoró de Julia Espín, seguramente la inspiradora de muchas de sus rimas, pero también la razón de su amargura y de sus desengaños. Aunque Julia tenía una hermana, a quien también le dedicó algunos poemas. 

A pesar de ser su musa, Julia nunca correspondió al amor de Bécquer, que seguramente buscó en otro lugar el consuelo a la indiferencia de Julia Espín. 

Tal vez fruto de estas otras relaciones (no sabemos si de algún amorío ocasional o de la prostitución), el poeta contrajo una enfermedad de transmisión sexual, que tal vez fue una gonorrea. Aunque algunos piensan que fue en este momento (1858) en el que se contagió de sífilis, una enfermedad que acabaría causándole trastornos importantes años más tarde y tal vez la muerte. 

Para solucionar su enfermedad, Bécquer acudió al consultorio del Dr. Francisco Esteban, un médico que estaba especializado en sífilis y enfermedades de transmisión sexual. En el consultorio del Dr. Esteban, el joven poeta conoció a la hija del doctor, que entonces no había cumplido todavía los 18 años. Comenzaron a salir y tras un año de noviazgo, se casaron en la iglesia parroquial de San Sebastián de Madrid, el 19 de mayo de 1861. 


Gustavo Adolfo Bécquer. El billete de 100 pesetas de 1965 ...

Billete de 100 ptas de 1965, con la efigie de Bécquer. 

O como decía su amigo Nombela, con Casta Esteban “le casaron”, para reparar los escarceos amorosos que ya se habían sucedido mientras el poeta acudía a la consulta de su padre. Sorprende que el padre, conocedor de la enfermedad venérea de Bécquer bendiciera que se casara con su hija. Pero por lo visto Casta tenía otro pretendiente, el Rubio, que era un personaje de mala calaña. Probablemente el médico optó por el mal menor. Hay quien dice que Casta estaba embarazada cuando se casó, aunque teniendo en cuenta la fecha de nacimiento del primer hijo, no concuerdan las fechas. Todos consideraron que 
 “había sido un matrimonio absurdo, en especial, su hermano Valeriano que no podía soportar el trato con su cuñada”.
Lo cierto es que, si bien el matrimonio le aportó la calma y la estabilidad que necesitaba, nunca fue un amor apasionado, y solamente le suscitó frialdad y distancia. Nada que ver con el apasionado amante que aparece en su poesía. 

Con Casta no existirá en ningún momento el más mínimo intercambio espiritual. Y tampoco intelectual dada la escasa formación de su esposa. Ella se limitará a ser la madre de sus hijos y el “ama de su casa”. Terminó teniendo un amante con el que Casta tuvo su tercer hijo, aunque figuró como hijo de Gustavo Adolfo. 




Una muestra de la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer

Rima I 

Yo sé de un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora
y estas páginas son de este himno
carencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es escuchar; que no hay cifra
capaz de encerrarlo, y apenas ¡oh, hermosa!
Si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, contártelo a solas.

Rima VII
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!- pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: Levántate y anda!

Rima XIII
Tu pupila es azul y cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul y cuando lloras
las trasparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.
Rima XXI
¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
Rima XXIII
[A ella. No sé...]
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡Yo no sé
qué te diera por un beso!

Breve biografía de Gustavo Adolfo Bécquer




Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas escogidas. Por Joan Mora



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