viernes, 17 de abril de 2020

Coronavirus, murciélagos y ganadería

Mercado de cerdos | Joaquín Sorolla, 1917 Óleo sobre lienzo … | Flickr





Joaquín Sorolla

Piara de cerdos
(1917)

Óleo sobre lienzo  (boceto) 103 x 80 cm
Colección particular



Este boceto de Sorolla es un testimonio de como era la crianza del ganado porcino en Extremadura hacia 1917. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. La creciente demanda de carne y la  ganadería a gran escala han trastocado totalmente la ganadería. Ahora las granjas en las que se crían millares de animales hacinados son la norma, y no solo para el ganado porcino, también el vacuno, o la avicultura se crían en granjas superpobladas. 

En otras entradas del blog comentábamos que algunas malas prácticas en estas granjas podían influir por ejemplo en las crecientes resistencias bacterianas. Y algunos autores han planteado la hipótesis de que esto puede haber contribuído  también a la aparición del virus SARS-CoV2, que con los datos actuales parece ser el resultado de un cruce entre dos coronavirus: uno presente en los murciélagos (en ellos se ha encontrado un coronavirus muy similar al SARS-CoV2, pero sin la proteína que le permite penetrar en la célula) y otro probablemente de algún animal intermediario, que suministraría esta "llave" proteica de la cápsula. Aunque se ha propuesto que este intermediario puede ser el pangolín, en el que se han encontrado corronavirus compatibles, otros apuntan a que podrían ser también cerdos u otros animales de grandes granjas ganaderas. Con las debidas reservas, y subrayando que se trata de una hipótesis a comprobar, aportaremos aquí algunos datos que pueden servir para debatir algunos aspectos de la misma.


En octubre de 2016 los cerdos de las granjas de la provincia de Guangdong, en el sur de China, sufrieron una epidemia por el virus de la diarrea epidémica porcina, un coronavirus que afecta a las células que recubren el intestino delgado de los suidos. Se trataba de un tipo de enfermedad nunca visto antes y al que se bautizó como Síndrome de Diarrea Aguda Porcina (SADS-CoV), provocada por un nuevo coronavirus que mató a 24.000 lechones hasta mayo de 2017, precisamente en la misma región en la que trece años antes se había desatado el brote de neumonía atípica conocida como "SARS".


Ejecutada la sentencia que anula la autorización a la macrogranja ...
En las granjas de ganadería intensiva se hacinan miles de animales


En enero de 2017, en pleno desarrollo de esta epidemia porcina, varios virólogos de EEUU publicaron un estudio en la revista científica "Virus Evolution". En él señalaban a los murciélagos como la mayor reserva animal de coronavirus del mundo.  Contrastando datos surgió la hipótesis que la diarrea Porcina podía haber tenido que ver con los coronavirus de los murciélagos, aunque no se podía establecer una conexión clara. 
Un año más tarde un grupo de investigadores chinos publicaron un informe en la revista Nature. Según ellos China era un foco destacado de la aparición de nuevos virus. Destacaban que la ganadería industrial intensiva había aumentado el contacto entre la fauna salvaje y el ganado, incrementando el riesgo de transmisión de enfermedades originadas por animales salvajes, expulsados de sus hábitats naturales por la creciente deforestación. También alertaban de la probabilidad de que a partir del ganado pudieran contagiarse también a los humanos. Entre los firmantes de este estudio estaba Zhengli Shi, investigadora principal del Instituto de Virología de Wuhan, la ciudad en la que se originó la epidemia de COVID19, cuya cepa es idéntica en un 96% al tipo de coronavirus encontrado en murciélagos. 
En 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertaron sobre el importante incremento de la demanda de proteína animal y la intensificación de su producción industrial como principales causas de la aparición y propagación de nuevas enfermedades transmitidas por animales a los seres humanos, llamando también la atención sobre el incremento de las infecciones resistentes a los antibióticos. En 2005 estos organismos redactaron un nuevo informe en este sentido. 
A pesar de los datos y las llamadas de atención, nada se ha hecho para frenar el desarrollo de la ganadería industrial intensiva, que encuentra en China sus principales centros (por citar un ejemplo, una granja en el noroeste del país, la Mudanjiang City Mega Farm concentra más de 100.000 vacas, 50 veces más que las principales granjas europeas). 

¿Pueden tener que ver las enfermedades de los animales salvajes con las granjas de ganadería intensiva? ¿pueden a partir de ahí contribuir a las mutaciones víricas y transmitirlas posteriormente a los humanos? ¿ha sido este el posible origen del coronavirus SARS-CoV2, causante de la COVID19? Estos son interrogantes que de momento solo se plantean, y que deben ser motivo de reflexión. Contestar estas cuestiones tardará tiempo. Pero sea como sea, tal vez se haya de replantear la explotación ganadera intensiva. 


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