martes, 23 de abril de 2019

Las amazonas (I): Unas guerreras temibles





Fidias (copia)
Policleto (cabeza)

Amazona herida
(copia romana de un original griego)

Mármol. 197 cm.
Museos Capitolinos. Roma.  




Esta escultura es una copia romana del original griego de Fidias. La delicada disposición de la ropa recuerda bastante a las amazonas representadas en el friso del Partenón. La estatua se apoya sobre la pierna derecha, mientras el brazo derecho se alza por encima de la cabeza para sostener el arco. Proviene de la Villa d'Este (que en la Antigüedad formaba parte del perímetro de la Villa Adriana), y fue donada por el papa Benedicto XIV en 1753, tal como figura en la inscripción del pedestal. La cabeza fue sustituida y es obra de Policleto. 



La lucha contra las amazonas, en los frisos del Partenón. El drapeado, con efecto de ropa mojada, recuerda a la Amazona herida de Fidias. British Museum. Londres. 




A Pep Campillo, profesor de lenguas y cultura clásica y seguidor habitual de este blog, le gustó la entrada sobre polimastia. Me propone que trate ahora del tema de las amazonas, mujeres belicosas con fama de mutilarse un pecho para poder tensar mejor el arco en las batallas. De ser cierto sería un caso de amazia (la carencia de una mama, pero con aréola y pezón respetado) o de atelia (carencia de mama y pezón). Desde aquí agradezco al Prof. Campillo su interesante sugerencia, así como su fiel seguimiento de nuestro blog. 

Las amazonas (en griego sing.: Ἀμαζών, pl.: Ἀμαζόνες) eran hábiles en las artes de la guerra y montaban habitualmente a caballo. Montaban tan bien que podían bailar sobre los caballos y saltar de uno a otro en pleno galope. Tal destreza ha dado lugar al apelativo con el que conocemos actualmente a las mujeres que practican la equitación. 

Formaban una legendaria nación de mujeres guerreras en los confines del mundo. Se creía que las amazonas poblaban el reino del Ponto, cerca de la costa del Ponto Euxino (Mar Negro). Otros las sitúan  en las proximidades del mar de Azov: 


«Más allá de la desembocadura del Termodonte expande sus aguas en un golfo tranquilo a los pies del cabo Temiscirio, tras haber atravesado una amplia llanura. Allí se encuentra la llanura de Deante, y cerca de ella las tres ciudades de las Amazonas».
(Apolonio de Rodas: Argonáuticas )


Tondo de Kylix de figuras rojas (s V a.C.)
representando una amazona 

Es posible que se relacionaran con los escitas o los sármatas o con otras culturas organizadas en régimen matriarcal. Hay quien piensa que el exagerado patriarcalismo de los griegos (para quienes era inconcebible una sociedad en la que hombres y mujeres estuviesen en pie de igualdad especialmente en cuestiones políticas o bélicas) habría deformado las noticias que les llegaban de sociedades matriarcales hasta convertirlas en terribles seres casi diabólicos que habría que combatir a toda costa y que esta convicción habría originado el mito. La animadversión que despertaban las amazonas entre los griegos queda patente en los apelativos que se les da en la Ilíada: Antiáneirai ('contrarias a los hombres'). Heródoto por su parte las califica de Andróctonas ('asesinas de hombres'). El discurso fúnebre de Lisias (s. V a.C.) deja claro la opinión que tenían de ellas los griegos : 
«Existieron en tiempos las Amazonas, hijas de Ares […] Y eran consideradas más bien como varones por su valor que como hembras por su sexo; pues, con respecto a los varones, parecía mayor la superioridad de sus espíritus que la inferioridad de su apariencia. Dominaban muchas razas y tenían de hecho avasallados a sus vecinos».
Según la mitología las amazonas eran descendientes del dios de la guerra Ares y de la ninfa Harmonía:
«Que no eran en vano [las amazonas] de la raza de Ares y la Ninfa Harmonia, aquella que al dios Ares le alumbró unas hijas amantes de las guerras tras haberse acostado con él en la espesura del bosque de Acmón». 
(Apolonio de Rodas: Argonáuticas, canto II)


Uno de los trabajos de Heracles consistía en obtener
el cinturón de Hipólita la reina de las amazonas.
Eugène Delacroix: Heracles arrebata el ciunturón de la reina Hipólita. Estudio para una luneta del Salon de la Paix del Ayuntamiento de París. Óleo sobre tela 

Las amazonas constituían un reino independiente bajo el gobierno de la reina Hipólita ("la que deja ir a sus caballos"). Uno de los trabajos de Heracles fue precisamente el de hacerse con el preciado cinturón de la reina de las amazonas, lo que hizo tras seducir a la soberana, que estaba dispuesta a dárselo tras yacer con él. Sin embargo, Hipólita quiso asegurarse que el héroe estaba a su altura y le propuso batirse antes de compartir el tálamo. Hera, que odiaba a Heracles, alertó a las amazonas de que el héroe intentaba matar a su reina y acudieron en son de guerra, por lo que Heracles tuvo que enfrentarse con todas. Creyendo que había caído en una emboscada, Heracles mató a Hipólita y se llevó su cinturón. 

Pero no fue éste el único héroe que se enfrentó a las amazonas. Virgilio, en la Eneida, relata como Aquiles se enfrentó con la amazona Pentesilea (Πενθεσίλεια), que había abrazado la causa de los troyanos. Tras una intensa lucha, la venció y le dio muerte. Según el Pseudo-Apolodoro, el héroe, al verla muerta, no pudo evitar quedar prendado de su belleza, enamorándose y tomando suavemente su cadáver en brazos. Tersites, uno de los guerreros griegos, al verlo, se burló de él, por lo que Aquiles, encolerizado, lo mató.  


Lucha de Aquiles y la amazona Pentesilea.
Cerámica ática de figuras negras. 

El destino de las amazonas era la lucha y la guerra. Tanto es así que se decía que al nacer les quemaban un pecho con  un hierro candente, para que no se desarrollara y no les entorpeciera al ejercitarse con el arco. Pero de esta cuestión trataremos en una próxima entrada



J.M. Félix Magdalena: Heracles obtiene el ceñidor de Hipólita. 


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