miércoles, 5 de diciembre de 2018

Melampo y las hijas de Preto (I): el mito





Glyn Warren Philpot 

Melampo y el centauro 
(1919)

Óleo sobre lienzo. 121,9 x 204,3 cm
Glasgows Museums  



Según la mitología, Melampo era un adivino y curandero griego. Hesíodo le dedicó un poema, la Melampodia, desaparecido en la actualidad. Su nombre (en griego Μέλαμπους, «el de los pies negros») derivaba de un accidente dermatológico que sufrió cuando era niño: se quedó dormido a la intemperie y el sol le quemó los pies que quedaron con una coloración muy oscura. ¡Con razón se los dermatólogos advertimos tantas veces de los peligros del sol! 

A Melampo se le atribuían muchos hechos legendarios, como que tenía la virtud de comprender la lengua de los pájaros y de los otros animales. 


En Argos reinaba el rey Preto, que tenía tres hijas tan hermosas, que todos los helenos las pedían por mujeres. Pero eran muy orgullosas, jactanciosas y poco piadosas. Un día las tres hermanas entraron en el templo de Hera, y se burlaron de la austeridad del recinto, que no disponía de la rica ornamentación a la que ellas estaban acostumbradas en el fastuoso palacio de su padre. La diosa, ofendida por el escarnio, castigó a las impías doncellas con enfermedades de la piel y una locura por la que se creían vacas, y las muchachas echaron a correr mugiendo por el campo. Además les entró un gran furor sexual e iban acosando a pastores y campesinos. 
Preto, el padre de las chicas, estaba muy apenado. Conociendo la fama del vidente y curandero Melampo, lo hizo llamar y le suplicó que curase a sus desgraciadas hijas. Melampo le pidió que si lo hacía, como pago quería un tercio de su reino.  
Al codicioso Rey le pareció aquello demasiado y no aceptó el trato. Pero los síntomas de las muchachas eran cada vez más graves. Su locura se contagió a las demás mujeres que abandonaron sus casas y, tras matar a sus propios hijos, se lanzaron a una vida errante, profiriendo grandes mugidos como las tres hermanas.


Jarra de cerámica ática representando a Melampo
con las tres prótides. Museo Nazionale di Archeologia.
Nápoles
Cuando el mal había llegado a las máximas proporciones. Preto, acosado por el miedo, volvió a llamar a Melampo y le pidió ayuda, prometiéndole ahora el tercio de su reino. Pero el adivino se negó a auxiliarle a menos que Preto asegurase a su hermano Biante otro tercio de sus dominios. Por muy gravosa que pareciese al rey la condición, acabó cediendo, temeroso de que si seguía vacilando, Melampo le exigiese al fin todo el reino. Enton­ces Melampo realizó sacrificios para calmar la furia de Hera y reuniendo a un grupo de jóvenes vigorosos y decididos, los llevó consigo a la sierra a capturar a las desdichadas jóvenes. Durante la persecución murió la mayor de las hijas de Preto, pero las otras dos se curaron comple­tamente de su demencia, gracias a que Melampo les administró un compuesto de eléboro, una planta con actividad terapéutica. 

Pero de eso trataremos en la próxima entrada


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