viernes, 31 de agosto de 2018

Baño infantil






Zula Kenyon  

Sentimiento de culpa 
(1927)

Papel impreso
Poster vintage



Zula Kenyon (1873-1947) fue una pintora e ilustradora profesional norteamericana, natural de Wisconsin, aunque pasó parte de su vida en Chicago.  Su técnica preferida fue el dibujo al pastel, con colores tenues y matizados. Realizó muchas ilustraciones para anuncios y calendarios (más de 250 almanaques para la compañía Gerlach-Barklow). Zula fue una de las artistas más renombradas de aquel país por su riqueza de color, perfección en el dibujo y belleza de la composición. En la actualidad, su trabajo es cada vez más solicitado por los coleccionistas de este género. 

La escena que comentamos hoy formaba parte de un anuncio de jabón. Un niño, sumergido en una gran jofaina de metal, como las que solían usarse a principios del s. XX para bañar a los niños, mira a su perrito, que con cara culpable intenta esconder la pastilla de jabón que le acaba de arrebatar. El resultado es una escena de tierna ironía. 

Los baños infantiles (y también los de adultos) se solían practicar por aquellos años una vez a la semana, generalmente los sábados. Se usaba el jabón de Marsella, o como mucho un jabón con algún aditivo oleoso. Este tipo de jabones, eran resultado de reacciones de saponificación entre un álcali y una grasa (el llamado jabón de Marsella o de Alepo en general se hacía con aceite de oliva y sosa cáustica). Al entrar en contacto con el agua se producía una alcalinización, que destruía el manto ácido de la piel. Por eso los baños solían espaciarse. Enjabonarse muy frecuentemente con estos productos equivalía a erosionar excesivamente la piel y dejarla desprotegida de su capa de grasa natural. 

Durante la II Guerra Mundial, las tropas norteamericanas estacionadas en portaaviones en el Pacífico necesitaban lavarse. Los jabones antes aludidos no hacen espuma con el agua de mar, por lo que se sustituyeron por otros detergentes sintéticos, los "syndets". Después de la guerra se vio que los syndets no agredían tanto la piel como los jabones clásicos, ya que no la alcalinizaban. Esto dio como resultado una gran industria de detergentes sintéticos que posibilitaron un cambio de hábitos. Junto con las duchas que ya se instalaban en todas los domicilios, ofrecieron la posibilidad de ducharse cada día (o incluso más de una vez al día). Además los syndets encontraron otra aplicación: el cuidado de la delicada piel de los afectos de dermatitis atópica, que desde entonces han encontrado una solución alternativa a la irritación que les provocaba el uso de jabones. 

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