lunes, 29 de mayo de 2017

Disposiciones contra la sífilis del Parlamento de París (1496)





Jean Fouquet

Corte de Justicia del rey 
Carlos VII en Vendôme
(1458)


Miniatura del libro 
Des cas des nobles hommes et femmes
de Bocaccio
Bibliothèque Nationale, Paris 




El Dr. José M. Mascaró Ballester es un dermatólogo de prestigio internacional, que durante muchos años fue catedrático de Dermatología de la Universidad de Barcelona. Se formó en París, en el Hospital de Saint-Louis, con maestros de renombre como Duperrat y Degos y es un buen conocedor de la cultura francesa. Pero no voy a extenderme hoy sobre sus méritos profesionales. Simplemente quiero señalar que hace muchos años que nos conocemos y que es uno de los muchos lectores de este blog. Hace unos días tuvo la amabilidad de comentarme un detalle que aconteció en París a finales del s. XV ante la epidemia de sífilis que se propagaba por toda Europa tras la batalla de Fornovo, en Nápoles y en la que participaron los ejércitos franceses de Carlos VIII. Un dato del que se hizo eco Voltaire en su obra L'homme à quarante écus (El hombre de a cuarenta escudos). Quiero agradecer al Dr. Mascaró su colaboración y amistad y su demostrado interés por nuestro blog.  

Detalle del parlamento de París. En el centro,
entronizado bajo un damasco de flores
de lis, el rey Carlos VII preside el acto. 
El Parlamento de París era una institución que se reunía desde tiempos de Felipe III el Atrevido (s. XIII) para legislar, dirimir pleitos y proclamar edictos que velaban por el bienestar de los súbditos reales. Sus disposiciones eran inapelables. 


Voltaire, en su libro L'homme aux quarante écus, trata de la vérole (la sífilis) y describe sucintamente su visión personal de la historia de esta enfermedad. En uno de sus párrafos dice: 
"El parlamento de París, siempre celoso en la defensa del bien público fue el primero que dio una orden contra la sífilis, en 1497. Prohibió a todos los sifilíticos quedarse en París so pena de horca" (*)

Una de las primeras representaciones de
sifilíticos, atendidos por dos médicos
vestidos con sus hábitos talares.
El primer plano, arrodillado ante el enfermo,
le aplica un ungüento con una espátula
sobre sus lesiones cutáneas.
El de la derecha realiza la uroscopia,
un procedimiento diagnóstico de la época
La medida - sin duda muy drástica - pretendía ser efectiva y someter a un absoluto aislamiento a la ciudad, preservándola de un mal que aunque algunos sostenían que era producido por una conjunción desfavorable de astros o por la ingesta de determinados alimentos, ya se presumía que era un mal contagioso y difícil de controlar y que se estaba convirtiendo en un problema de salud pública de gran magnitud. Sin embargo, como continúa comentando Voltaire, el Parlamento se encontró con la enorme dificultad de probar jurídicamentre que individuos eran sifilíticos y quienes no, por lo que la orden no tuvo una gran eficacia, y como afirma el autor "malgré le parlement, le nombre des coupables augmenta toujours" (a pesar del Parlamento, el número de los culpables continuó aumentando). 

Miniatura del libro 
Les Très Riches Heures du duc de Berry 
(correspondiente al mes de octubre del calendario) 
La ilustración se atribuye al Maestro de las Sombras.
El libro fue encargado por Jean I,  duque de Berry
hacia 1410-1415. En primer plano, se ven campos de 

cultivo. Al fondo, el castillo del Louvre. 
Miniatura sobre pergamino 22,2 x 13,3 cm. 
Museo Condé, Chantilly. 
Voltaire, poco después corrigió la fecha en su artículo Lèpre et vérole (Lepra y sífilis): 
"Ya hemos comentado en otra ocasión que el parlamento de París promulgó, el 6 de marzo de 1496, una orden por la que todos los sifilíticos que no eran burgueses de París tenían que abandonar la ciudad en veinticuatro horas, bajo pena de ser ahorcados"  (*)                                                                                        
 Una fecha ciertamente precoz, si tenemos en cuenta que la batalla de Fornovo (que se considera el momento en el que comienza la epidemia de lúes en Europa) tuvo lugar el 6 de julio de 1495, es decir, 8 meses antes. El avance de la epidemia fue fulgurante. A finales de 1495 había ya llegado a Escocia (donde la llamaron "viruela escocesa"). En 1497 toda Europa, desde Alemania hasta las costas de Dalmacia, se hallaba ya infectada.  

Nótese bien que la orden del parlamento parisino está dirigida al personal nómada y de paso (como era el caso de los mercenarios que lucharon con las tropas de Carlos VIII) y no afecta a los burgueses, es decir, a los residentes habituales de la ciudad. Los sifilíticos expulsados de París fueron aislados en la región de Saint Germain.


Si tenemos claro las medidas que se tomaron, no cabe duda que el parlamento parisino tenía claro que la sífilis era una enfermedad contagiosa. Pero no estaba tan claro que conocieran el mecanismo de contagio. La norma de las autoridades de París afectaba "a todo sifilítico que conversara con otras personas". 

  Albert Dürer: Grabado en el que se representa
un sifilítico. Sobre él la conjunción
astral a la que en un primer momento se
creía que podía ser la causa de la enfermedad 
Los primeros que se dieron cuenta de que la enfermedad se contagiaba por contacto sexual fue el consejo municipal de Aberdeen, que en 1497, poco tiempo después de la normativa parisiense decretaba: 
"por medida de protección de la enfermedad venida de Francia y de otros países extranjeros, toda mujer de mala vida deberá abstenerse del vicio y del pecado venéreo y trabajar para ganar su pan, so pena de ser marcada con un hierro candente en la mejilla y desterrada"     
Un año después del edicto de Aberdeen, un médico, el judío zamorano Francisco López de Villalobos, en su libro "Sumario de la Medicina con un Tratado de las pestíferas bubas" (un curioso tratado de Medicina, escrito totalmente en verso), dejaba bien claro la transmisión sexual de la lúes: 
"Algunos dijeron: la tal pestilencia 
venir por lujuria, en que hoy peca la gente  
y muéstrase propia y muy justa sentencia 
cual es el pecado es la penitencia:  
la parte pecante es la parte paciente"

Y aprovecha para señalar que la primera lesión suele aparecer en los genitales: 
"Es muy gran bellaca y así ha comenzado  
por el más bellaco lugar que tenemos"

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(*) Traducción del original francés, Xavier Sierra

Philippe de Mazerolles: Retablo del parlamento de París (fragmento). 1455 circaÓleo sobre tabla 226 x 270 cm. Museo del Louvre. París.

En primer plano, el rey (izquierda) y S. Juan Evangelista (derecha). Tras ellos el Sena, donde navegan algunas barcas. Al fondo, el castillo del Louvre, residencia real que destaca por la enorme torre del homenaje. 
Las dos torres redondas marcan la entrada al patio de armas. La perspectiva está tomada desde la rive gauche, desde el emplazamiento de la torre de Nesle. 




Bibliografía

Fabre D. Traité des maladies vénériennes. Ed. Baillière, Paris, 1848

López de Villalobos F. El Sumario de la Medicina con un Tratado de las pestíferas bubas. Ed. Cosano. Madrid 1988.  

Sierra X. Historia de las ETS. En: Vilata JJ (ed). Enfermedades de Transmisión sexual (p. 1-18) JR Prous, ed. Barcelona 1993. 

Sierra X. 500 años de sífilis en Europa. ETS. 1993: 2, 9-21

Sierra X. Historia de la Dermatología. Mra creación y realización editorial. Barcelona, 1994

Voltaire. L'homme aux quarante écus. En: Romans et contes. Bibliothèque de La Pléyade (num. 3). Gallimard. Paris, 1979




















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