Júpiter Amón
(s. I d.C.) Clippeus del recinto de culto imperial Mármol esculpido. 120 cm de diámetro Museu Arqueològic. Tarragona |
Este clippeus o medallón monumental formaba parte del recinto de culto imperial de la Tarraco romana. En él se representa a Júpiter con su habitual barba. Sobre la frente se pueden ver los cuernos de carnero característicos del dios egipcio Amón, cuyo culto se había difundido por el Mediterráneo. Se trata pues, de un sincretismo, de la representación mixta de ambas divinidades en una sola.
Ramsés II entre Amón y la diosa Mut. Obsérvense que la diosa ostenta unos largos cuernos como atributo. Museo Egipcio. Turín. |
La representación de figuras humanas con cuernos es antiquísima. Probablemente se asociaba con la fuerza y a la fertilidad, asociada al toro o al carnero. Así, aparece ya en algunas pinturas rupestres, vinculadas a ritos de reproducción o de caza. Frecuentemente se asociaba a la divinidad: las divinidades mesopotámicas tenían el atributo de los cuernos para que se les pudiese reconocer como dioses en las representaciones gráficas, y muchos dioses egipcios tenían cuernos, como hemos visto que sucedía con Amón. En la mitología clásica se asociaban al dios Pan y a su cortejo de faunos. Los pueblos nórdicos los usaban en sus cascos como signos de la virilidad que asociaban al toro. Y podríamos seguir.
Frontal de S. Martin de Gia (s. XIII). MNAC. Barcelona |
Con la llegada del cristianismo las figuras humanas dotadas de cuernos son vistas como señal de idolatría, ya que eran el distintivo de muchos dioses paganos. Por eso desaparecen de las representaciones divinas y aparecen como el signo del mal, pasando a representar al demonio. Además este atributo bestial cuadra muy bien con el maligno, que se dota también otros elementos animales: pezuñas, rabo, orejas puntiagudas, abundante pilosidad corporal... La iconografía medieval del diablo está claramente inspirada en los faunos y sátiros paganos, y desde ahí pasa al imaginario popular, que persiste hasta hoy.
Tal vez la única figura sagrada cristiana que aparece con cuernos es Moisés. El motivo de esta curiosa iconografía se debe buscar en un error de traducción de San Jerónimo. Según la Biblia, la cabeza de Moisés desprendía dos haces luminosos al bajar del Sinaí. San Jerónimo lo tradujo como "dos astas de luz" y esto originó que se le represente muchas veces con cuernos, más o menos iluminados, en las pinturas. Como en las esculturas era más difícil de representar, a veces se le ponían unos cuernos a secas. Como en la famosa escultura de Miguel Angel, en la iglesia de San Pietro in Vincoli de Roma.
La cabeza del Moisés de Miguel Ángel luce unos curiosos cuernos. S. Pietro in Vincoli. Roma. |
Grabado satírico francés (1815) |
Los cuernos se han atribuido también a los maridos de una mujer adúltera. No está clara la procedencia de este atributo, aunque es un simbolismo muy vivo en el imaginario popular.
Hay quien sostiene que la expresión “poner los cuernos” podría tener su origen en el abusivo Ius primae noctis o ‘derecho de pernada’ del señor feudal a tener relaciones sexuales con la mujer recién casada de un siervo suyo. Sea como fuere, en el Diccionario de la Real Academia encontramos definida la palabra "cornudo" como:
"Dicho de una persona, especialmente de un marido: Que es objeto de infidelidad por parte de su pareja"
y "cabrón" como:
"Dicho de un hombre: Que padece la infidelidad de su mujer, y en especial si la consiente".
En la vida real, la cabeza humana no presenta cuernos. Estos apéndices córneos son propios de algunos mamíferos, especialmente de los herbívoros, que los usan como elemento defensivo. Su representación en los humanos es pues una cuestión exclusivamente simbólica, para evocar algunas cualidades de estos animales.
Cuerno cutáneo. Moldeado de cera del s. XIX. Hospital de Saint-Louis. París. |
En algunas ocasiones, los cuernos cutáneos pueden ser muy grandes e incluso incurvarse sobre sí mismos. Cuando la base del cuerno cutáneo aparece infiltrada es sugestiva de su transformación en un carcinoma espinocelular que si no se extirpa a tiempo puede poner en riesgo la vida del enfermo.
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