Peter Paul Rubens
Las tres gracias (detalle)
(1630-1635) Óleo sobre tabla de madera de roble. 220,5 x 180 cm Museo del Prado. Madrid. |
En una entrada anterior comentaba el cuadro de Las Tres Gracias, de Rubens, como un canto a la vida, a la sensualidad y a la belleza y lo comparaba con otras interpretaciones de este mito a lo largo de la historia del arte. Y podíamos ver que en el cuadro de Rubens se hace patente el ideal estético de la hermosura femenina del s. XVII representado en los cuerpos sinuosos de tres mujeres.
Sin embargo, en nuestra época no es probable que nadie propugnara estos cuerpos femeninos como perfectos y como el modelo de belleza a seguir.
Esta disyuntiva estética hace que nos planteemos muchas preguntas ¿Tanto han variado los gustos en tres siglos y medio? ¿Quién determina lo que es bello y lo que es feo? ¿Es la hermosura un criterio cambiante, una cuestión efímera, en los caprichosos brazos de las modas?
En efecto, así es. En el Neolítico se preferían las mujeres francamente obesas, esteatopígicas, ya que el máximo ideal era la de una hembra reproductiva, con largas lactancias y continuados embarazos. Tenemos un claro ejemplo en la Venus de Willendorf, por ejemplo.
Un criterio diferente fue el propuesto mucho más tarde, en el mundo grecorromano, donde podemos tomar la Venus de Milo como ejemplo de perfección estética. Sin embargo, teniendo en cuenta que esta estatua reflejaba el cuerpo de una joven de unos 18 años tampoco sería un modelo que tentara a las chicas de esta edad del s. XXI.
En el Renacimiento se idealizaban cuerpos algo más acercados a la actual tendencia. La Venus de Botticelli sería un ejemplo mejor comprendido en nuestros tiempos. Aunque probablemente tampoco en su totalidad.
Y en el Barroco, como vemos el cuerpo femenino ideal es el propuesto por Rubens. Una propuesta muy alejada de los criterios actuales, que no dudarían de clasificar a las voluptuosas Gracias de obesas y de celulíticas.
El término celulitis se usaba médicamente para definir una infección bacteriana del tejido celular subcutáneo ocasionada por estreptococos (y así era definido por la Enciclopaedia Britannica hasta 1986) pero ha sido progresivamente sustituído por la acepción de acumulación de grasa. Ésta acepción no tiene una clara correspondencia médica.
La primera vez que se usó el término celulitis fue en el Diccionario Médico Littré y Robin de 1873. En esta obra se definía vagamente como "una inflamación del tejido celular". Pero nadie le dió una connotación negativa hasta 1933, cuando la revista francesa Vôtre Beauté lanzada por Eugène Schueller (fundador del grupo L'Oréal) publicó un artículo de un tal Dr. Debec, en el que se declaraba que
La industria cosmética se dedicó entonces a producir un gran número de cremas y preparados para luchar contra esta condición (hasta llegar a vender más de 900.000 envases de cremas anticelulíticas anuales solo en Francia).
La obsesión por la celulitis se generalizó. Más tarde la cirugía plástica introdujo liposucciones y otras técnicas para luchar contra ella. Incluso una clínica de Israel (Herzliya Medical Center) usó el cuadro de las Tres Gracias de Rubens sobre el que se habían pintado las líneas que generalmente se usan en Cirugía Estética para planificar una intervención, para publicitar sus tratamientos, añadiendo el slogan: "Perfection has no limits".
Sin embargo, criterios estéticos aparte, la celulitis no es propiamente una enfermedad. Se trata de acúmulos grasos entre trabéculas de colágeno que están condicionados por factores hormonales normales en una mujer adulta. Como decían Nürnberger y Müller en 1978 es más bien "una enfermedad inventada", basada sobre todo en su no aceptación como ideal de belleza.
Rico-Avello y otros autores han especulado que las Tres Gracias podían presentar lipodistrofia, estado caracterizado por un acúmulo de grasa en la parte inferior del cuerpo, con una clara disparidad con la mitad superior. Sin embargo, al observar la parte alta de las tres diosas, es bien patente que no existe una gran diferencia con el resto. Otra cosa es que tengan un claro sobrepeso.
Bibliografía
Sin embargo, en nuestra época no es probable que nadie propugnara estos cuerpos femeninos como perfectos y como el modelo de belleza a seguir.
Esta disyuntiva estética hace que nos planteemos muchas preguntas ¿Tanto han variado los gustos en tres siglos y medio? ¿Quién determina lo que es bello y lo que es feo? ¿Es la hermosura un criterio cambiante, una cuestión efímera, en los caprichosos brazos de las modas?
Venus de Willendorf |
En efecto, así es. En el Neolítico se preferían las mujeres francamente obesas, esteatopígicas, ya que el máximo ideal era la de una hembra reproductiva, con largas lactancias y continuados embarazos. Tenemos un claro ejemplo en la Venus de Willendorf, por ejemplo.
Un criterio diferente fue el propuesto mucho más tarde, en el mundo grecorromano, donde podemos tomar la Venus de Milo como ejemplo de perfección estética. Sin embargo, teniendo en cuenta que esta estatua reflejaba el cuerpo de una joven de unos 18 años tampoco sería un modelo que tentara a las chicas de esta edad del s. XXI.
Venus de Milo |
En el Renacimiento se idealizaban cuerpos algo más acercados a la actual tendencia. La Venus de Botticelli sería un ejemplo mejor comprendido en nuestros tiempos. Aunque probablemente tampoco en su totalidad.
Y en el Barroco, como vemos el cuerpo femenino ideal es el propuesto por Rubens. Una propuesta muy alejada de los criterios actuales, que no dudarían de clasificar a las voluptuosas Gracias de obesas y de celulíticas.
El término celulitis se usaba médicamente para definir una infección bacteriana del tejido celular subcutáneo ocasionada por estreptococos (y así era definido por la Enciclopaedia Britannica hasta 1986) pero ha sido progresivamente sustituído por la acepción de acumulación de grasa. Ésta acepción no tiene una clara correspondencia médica.
Jacob Jordaens: El Rey Candaules mostrando su esposa a Giges |
"la celulitis es una acumulación de agua, toxinas, residuos y grasa contra la que es muy difícil luchar".La fobia por la celulitis llegó a Estados Unidos cuando en 1968 la revista Vogue publicó un reportaje sobre una mujer que había esperado mucho tiempo
"para ser diagnosticada de celulitis y ahora es demasiado tarde para hacer algo por su enfermedad".
Cartel publicitario de una Clínica de Cirugía Estética de Israel |
La obsesión por la celulitis se generalizó. Más tarde la cirugía plástica introdujo liposucciones y otras técnicas para luchar contra ella. Incluso una clínica de Israel (Herzliya Medical Center) usó el cuadro de las Tres Gracias de Rubens sobre el que se habían pintado las líneas que generalmente se usan en Cirugía Estética para planificar una intervención, para publicitar sus tratamientos, añadiendo el slogan: "Perfection has no limits".
Sin embargo, criterios estéticos aparte, la celulitis no es propiamente una enfermedad. Se trata de acúmulos grasos entre trabéculas de colágeno que están condicionados por factores hormonales normales en una mujer adulta. Como decían Nürnberger y Müller en 1978 es más bien "una enfermedad inventada", basada sobre todo en su no aceptación como ideal de belleza.
Rico-Avello y otros autores han especulado que las Tres Gracias podían presentar lipodistrofia, estado caracterizado por un acúmulo de grasa en la parte inferior del cuerpo, con una clara disparidad con la mitad superior. Sin embargo, al observar la parte alta de las tres diosas, es bien patente que no existe una gran diferencia con el resto. Otra cosa es que tengan un claro sobrepeso.
Bibliografía
Nürnberger F. y Müller G. So-called cellulite: an invented disease. J. Surg. Dermatol. 1978. Mar;4(3)221-9.
Rubens: Las tres gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario