lunes, 13 de abril de 2015

Sabouraud: hongos, rayos y esculturas


Nu au drap, 1936




Raymond Sabouraud

Nu au drap 
(1936)

Escultura de bronce con pátina. 45 cm.



Cuentan que el pintor Ingres (1780 - 1867) era muy aficionado a tocar el violín, hasta el punto de dar sobradas muestras de virtuosismo. Le gustaba tanto tocarlo que solía dar conciertos de música de cámara. La sociedad burguesa que adquiría sus cuadros podía así asistir también a brillantes conciertos del propio pintor. La afición de Ingres fue proverbial y la expresión de "ser el violín de Ingres" se ha convertido en una frase hecha para describir una segunda ocupación - aparte de la profesional - de una persona. Lo que más habitualmente designamos com un hobby

Además de Ingres, muchos personajes han destacado por sus hobbies: Einstein, que también optó por tocar el violía, el rey Carlos IV de España por la cerrajería y la relojería, Churchill por la pintura, Cajal por la fotografía, Unamuno por la papiroflexia. Y actualmente podemos citar ejemplos de Woody Allen, que toca el clarinete o Bill Clinton el saxofón. En mi juventud gocé de la amistad del Dr. Salvador Vilaseca, psiquiatra y médico forense, conocido internacionalmente por sus excavaciones y trabajos sobre Prehistoria. 

Para la mayoria de los médicos el nombre de Sabouraud está unido a un medio de cultivo especial, con peptona, glucosa y gelosa, que se usa para el cultivo de los hongos microscópicos. Sin embargo, a esta aportación micológica hay que añadir muchas más, en el campo de la micología, la dermatología, la radioterapia y... el arte. Su faceta como escultor constituyó "el violín de Ingres" para Sabouraud. 


Femme au panier, 1930
Raymond Jacques Adrien Sabouraud (Paris 1864 -1938), nació en una familia de intelectuales y artistas, y estaba llamado a revolucionar la micología. Tras su graduación, en 1889, se formó como dermatólogo con Émile Vidal y Ernest Besnier, en el hospital Saint-Louis, de París donde trabajó hasta su muerte en 1938. 


Para completar su formación, se inició en bacteriología en el Institut Pasteur, con maestros de la talla de Émile Roux, Élie Metchnikov y P.E. Duclaux. En este año decisivo se inició en las técnicas de laboratorio y en la investigación de agentes productores de enfermedades, y aprendió métodos que más tarde le permitirían revolucionar la micología.


Sus primeras investigaciones sobre hongos datan de 1892,
siendo todavía un alumno de Besnier. En aquel momento, se
planteó si había una sola especie de Trichophyton o más de
una, llegando a la conclusión de que había muchas de ellas:

Extremadamente numerosos y específicamente distintos, es decir, que los caracteres de cada especie parecen fijos, hereditarios y permanentes
Nu devant une fontaine. 

En el curso de este trabajo describió múltiples especies de hongos dermatofitos.  

En 1894 publicó el libro Les trichophyties humaines, una de sus mejores obras. Más tarde, el Congreso Internacional de Dermatología (Londres, 1896) supuso el pleno reconocimiento de la micología, con múltiples avances en este campo.

Sabouraud reclasificó los hongos dermatofitos en cuatro géneros: Achorion,Trichophyton, Microsporum y Epidermophyton.


Nu, 1930
La modèle, 1925-1930

En 1910 publicó un gran tratado sobre las enfermedades del cuero cabelludo. El tercer volumen de esta obra, Les teignes, es una obra maestra y uno de los grandes libros clásicos de la Dermatología. 

Su interés por las tiñas llevó a Sabouraud a interesarse por su tratamiento. En un momento en el que no se disponía de antifúngicos, la depilación del cuero cabelludo era casi el único sistema para tratar a las tiñas, que era una afección muy frecuente (Se estimaba que había unos 150.000 tiñosos solamente en la ciudad de París en 1900). Sabouraud ya había experimentado la depilación administrando sales de talio por vía oral, pero era un tratamiento con peligrosos efectos secundarios y que incluso podía provocar la muerte. 



Firma de Sabouraud en una de sus esculturas

En 1895, el físico Wilhelm Conrad Roentgen había descubierto los rayos X. Su uso posibilitaba una buena observación de las estructuras óseas, aunque los rayos X provocaban también muchos efectos indeseables sobre la piel (radiodermitis, carcinomas cutáneos...) También a dosis bajas podían provocar la depilación.

Uno de los primeros en aplicar la depilación con rayos X con finalidad terapéutica fue Sabouraud, que llegó a inventar un dosímetro, el radiómetro de Sabouraud-Noiré. La radiación debía administrarse con precaución, porque una dosis demasiado alta podía dejar depilación permanente. El tratamiento se demostró efectivo y en pocos años la incidencia de tiñas en la región de París se redujo a menos de la mitad. La clínica de las cabezas peladas de Sabouraud alcanzó pronto una merecida fama.



Nu d'homme assis (arriba y abajo, visto desde dos ángulos diferentes)










La muse, 1926



















Como suele suceder, los grandes médicos no sólo se interesan en la Medicina. Sabouraud era un hombre culto y sensible, gran conversador y con gran inquietud por la música y la pintura. Era un hombre enérgico, buen escritor y brillante orador. En sus ratos libres era un notable escultor, y fue merecedor de comentarios muy favorables por parte de los críticos de arte de su tiempo. Incluso se publicó un libro sobre su obra artística: Raymond Sabouraud, sculpteur (1929).


Sabouraud en su estudio de escultor.

Su interés por las tiñas llevó a Sabouraud a interesarse por su tratamiento. En un momento en el que no se disponía de antifúngicos, la depilaci En definitiva, Sabouraud es un ejemplo de que una vida no tiene porqué limitarse a una actividad profesional. También una afición puede constituir un buen camino para la realización personal y para dejar una obra perdurable y valiosa. Cuando se jubiló, Sabouraud se dedicó plenamente a la escultura. También escribió algunos libros sobre Historia de la Medicina y de los hospitales (Les vieux hôpitaux de Paris: L'hôpital de Saint-Louis, 1937) y sobre filosofía (Sur les pas de Montaigne, 1937. Estas actividades llenaron la última década de su vida. 








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