Bartolomeo Bizio
Litografía.
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Hemos visto como una gran parte de microorganismos llevan el nombre de su descubridor. O de figuras importantes en el campo de la Microbiología. Aunque no siempre es así. El género Serratia lleva ese nombre en memoria de Serafino Serrati, un personaje que no fue ni médico, ni biólogo, ni farmacéutico. Ni siquiera estuvo interesado en la existencia de las bacterias.
Para comprender como fue eso hemos de situarnos en Italia, a principios del s. XIX. Corría el año 1819 y la cosecha de maíz había sido extraordinaria. Los campesinos del norte de Italia casi cada día comían polenta (una especie de sémola de maíz). Esta extraordinaria afición por ese tradicional alimento hace que a los italianos septentrionales se les conozca con el mote de "polentoni", mientras que que a los del sur, fieles a la pasta asciutta, tienen el apodo de "maccheroni".
Sin embargo aquel año sucedió algo extraño. El Sr. Borgato vio su polenta teñida de de rojo, como de sangre. No hay que decir que pronto cundió la alarma. En aquel tiempo, un fenómeno así hacía pensar en una maldición o todavía peor, en una acción diabólica.
Ante estos siniestros temores, llamaron al sacerdote. Hacía falta bendecir la polenta, echar agua bendita o incluso realizar un exorcismo. Pero los ritos y las bendiciones del abate Melo no surtieron ningún efecto. El extraño caso de la polenta sangrante apareció pronto en otras casas, originando una oleada de terror y una sospecha inconfesable: Tal vez sería un castigo divino por algún pecado horrendo.
El mundo científico no sabía que explicación dar al fenómeno. Se nombró una comisión, "compuesta principalmente por los muy claros profesores de la Universidad de Padua" para abordar el tema. Pero los ilustrados profesores inspeccionaron y consultaron una y otra vez, sin resultado aparente.
El mundo científico no sabía que explicación dar al fenómeno. Se nombró una comisión, "compuesta principalmente por los muy claros profesores de la Universidad de Padua" para abordar el tema. Pero los ilustrados profesores inspeccionaron y consultaron una y otra vez, sin resultado aparente.
Pero un estudiante de farmacia, un joven de 28 años de resolvió el dilema. Era Bartolomeo Bizio, oriundo de un pueblo cercano a Vicenza, y había consumido polenta desde niño. Dejando los libros y las hipótesis teóricas, decidió experimentar por sí mismo.
Bizio preparó su polenta y la expuso al aire caliente y húmedo, hasta que se contaminó y aparecieron las manchas rojas. Luego, vio que la contaminación podría propagarse, por contacto o a distancia, a otros recipientes de polenta. También usó trozos de patata para aislar al microorganismo. Finalmente, logró desactivar la propagación del germen mediante vapores de azufre y altas temperaturas. Concluyó que el fenómeno de "polenta porporina" se debía a lo que él creía equivocadamente que era un hongo y que ahora sabemos que en realidad era una bacteria.
Bizio reveló su descubrimiento el 22 de agosto. Dos días después de que la noticia ya estaba en el Diario. Al cabo de poco le fue a ver el abate Melo, que le acusaba de impío y defendía que el fenómeno de la polenta sangrante era debido a causas sobrenaturales. Pero los experimentos del joven en Costozza de Longare no dejaron lugar a dudas. La bacteria, cultivada en estufas, se desarrolló en las primeras 24 horas. Luego aparecíeron mohos que inhibían la aparición de la coloración roja.
Bizio era demasiado modesto como para poner su nombre al nuevo microorganismo. Pero estaba orgulloso de su patria y de los italianos que habían contribuido al progreso de la ciencia, y querían reivindicarlo. Recordó a Serafino Serrati, un monje toscano que fue el pionero en el uso de la máquina de vapor en barcos, así como de algunos principios utilizados en los globos dirigibles. Serrati había sido el primero en usar experimentalmente este tipo de ingenio en barcos en el río Arno, en 1795, antes que el norteamericano Fulton. Pero falto de difusión, su nombre había caído en el olvido. Bizi quiso vindicar el honor del monje ingeniero y de la contribución de Italia a la ciencia. Por eso propuso llamar a la bacteria que había descubierto Serratia, en honor a Serrati. El nombre completo de la bacteria es Serratia marcescens, cuyo apelativo específico deriva del latín, lengua en la que significa “macerado” o “marchitado” por el aspecto mustio que adquieren las colonias viejas de esta bacteria.
O sea, que no todas las bacterias tienen nombres de biólogos. El género Serratia conmemora a un monje ingeniero italiano que inventó la propulsión a vapor en los barcos.
Con este artículo cerramos la serie de Los nombres de las bacterias al que hemos dedicado once capítulos:
(I): Como se escriben.
(II): Según su forma
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-ii-segun.html?spref=tw
(III): Según su color.
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-iii-segun.html?spref=tw
(IV): Donde y cómo crecen.
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-iv-donde-y.html?spref=tw
(V): Nombres geográficos
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-v-nombres.html?spref=tw
(VI): Nombres tomados de enfermedades
(VII): Nombres de asociaciones http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-vii.html?spref=tw
(VIII): Homenaje a microbiólogos (1850-1885)
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-viii.html?spref=tw
(IX): Otros apellidos de científicos del s. XIX (1885-1900)
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-ix-otros.html?spref=tw
(X): Apellidos de bacteriólogos (s. XX)
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-x.html?spref=tw
(y XI): El inventor de los barcos de vapor
http://xsierrav.blogspot.com/2017/11/los-nombres-de-las-bacterias-y-xi-el.html?spref=tw
Bibliografía
Il gastrónomo scientífico. Quella volta che la scienza imparò dalla cucina. http://gastronomoscientifico.blogspot.com.es/2013/07/
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