miércoles, 25 de enero de 2017

Las malas pulgas de Crespi







Giuseppe-Maria Crespi

La buscadora de pulgas (La pulce)
(1710)

Óleo sobre cobre. 46,3 x 34 cm.
Museo degli Uffici. Florencia.  




Giuseppe-Maria Crespi (1665-1747) también conocido como il Spagnolo, fue uno de los más destacados pintores de género en la Italia barroca. Hasta entonces, los pintores habían escogido temas mitológicos, religiosos o históricos o bien se concentraban en realizar retratos de personajes poderosos. La pintura de género, es decir la que refleja escenas cotidianas o incluso anecdóticas era practicada sobre todo en Flandes. Crespi era un artista protegido del duque de Ferrara, que contaba con una gran colección de pintura holandesa, con múltiples escenas costumbristas de la vida diaria. Podría ser que en estas obras encontrara Crespi su inspiración para pintar escenas de cocina y otros temas domésticos. Pero también otros pintores italianos como Annibale Carracci, Bartolomeo Passerotti o Vincenzo Campi comenzaban a interesarse por estas escenas. 

En La buscadora de pulgas, Crespi plantea un tema informal, en el que vemos a una mujer buscándose las pulgas en el camisón y por su cuerpo. Pero no debe suponerse que el pintor tenga una intención burlona o satírica, sino que reflejó la realidad que podía ver en su entorno: una escena cotidiana de aseo matutino, tal como debía ser habitual en la época. De hecho, Crespi pintó otros cuadros parecidos y también tenemos el testimonio de otras pinturas coetáneas (Murillo: Joven mendigo).

Al parecer, Crespi intentó representar en una pequeña colección de cobres pintados la vida de una cantante que llegó a llevar una vida de lujo partiendo desde abajo, desde una situación humilde, de declarada pobreza.  La serie fue realizada probablemente a la vuelta de una estancia en Florencia, pero en el espíritu de los cuadros de temas vulgares hechos en la corte del príncipe Fernando. Existen varias versiones de estas obritas, como por ejemplo la del Museo de Pisa.

Estilísticamente, Crespi practica una pintura abocetada, muy suelta, de toque y mancha. En esto podemos intuír la influencia de Pietro Longhi, de la escuela veneciana - que daba preeminencia al color sobre el dibujo - y que sabemos que viajó a Bolonia y que tuvo una cierta relación con él.  

Las infestaciones por pulgas debían ser muy frecuentes en el s. XVII y tenemos buenos ejemplos de ello no sólo en la pintura, sino también en la literatura. 


G:M. Crespi: La pulga (1720). Museo del Louvre, París






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