lunes, 15 de agosto de 2016

Ataque de tiburón





John Singleton Copley

  Watson y el tiburón 
  (1778)

Óleo sobre lienzo. 182 x 229 cm. 
National Gallery of Art. Washington.




El pintor norteamericano John Singleton Copley (1738-1815) acostumbraba a dar informaciones reales sobre la vida de quienes representaba en sus cuadros, por lo que su pintura puede considerarse, en cierto modo, con un gran valor documental. Cuando se trasladó a Londres, conoció al comerciante británico Brook Watson, que había tenido una vida aventurera, realizando muchas navegaciones y que era cojo de un pie. Un día le comentó lo que le había sucedido el día que perdió el pie, cuando era un grumete de catorce años de edad. 

El barco en el que viajaba Watson acababa de atracar en el puerto de La Habana. Hacía calor y el joven grumete decidió darse un baño. Pero fue atacado por un tiburón de los que abundan en el Caribe, que le arrancó de cuajo el pie derecho. 

John Singleton Copley, impresionado por el relato decidió pintar un cuadro representando el suceso. El cuadro muestra el momento en el que Watson es rescatado por sus compañeros, justo cuando el escualo vuelve al ataque. La pierna herida de Watson queda bajo el agua, por lo que no se ve la terrible herida del muchacho, que sin embargo puede intuírse por la mancha de sangre. Al fondo puede verse la ciudad de La Habana. 

Es evidente que Copley no tenía una gran idea de zoología marina, o que por lo menos no había visto nunca tiburones vivos, ya que representa a este animal de forma fantasiosa y muy poco creíble. Para dar un ambiente más épico al relato, uno de los marineros de la barca intenta arponear al tiburón, mientras que Watson mira a su atacante aterrorizado. 


Las lesiones del bañista atacado por un tiburón en Elche 
(de la prensa)
Hace unos días leí en la prensa que un bañista en la playa de los Arenales del Sol, en Elche, había sido mordido en la mano por un tiburón, probablemente una tintorera. La herida, aunque no era grave, era lo bastante profunda para causar una hemorragia de cierta consideración.

También hace pocos días otra nota de prensa comentaba un avistamiento de un tiburón blanco en las costas cercanas a Formentera. Al parecer, los tiburones blancos (de cerca de 5 metros) pasan al Mediterráneo por el canal de Suez y se acercan a Sicilia y en ocasiones a las Baleares, saliendo al Atlántico por el estrecho de Gibraltar. A pesar de no ser propio de la fauna del Mediterráneo no es del todo infrecuente encontrarlos. Además, en las costas mediterráneas son habituales las tintoreras, unos tiburones mucho más pequeños que suelen romper las redes de los pescadores para robarles las presas. Aunque no suelen atacar a los humanos, en determinadas circunstancias pueden hacerlo, como le sucedió al bañista de Elche. Habrá que tenerlo presente, por si acaso.


Tiburón blanco  (Carcharodon carcharias).


Por cierto que no todas las especies de tiburones tienen el mismo tipo de dentición, ya que las piezas dentarias se adaptan para hacer más eficaz la captura de sus presas más habituales. Sin embargo, a diferencia de los mamíferos, no siempre la forma de las piezas revela fácilmente su función. Al menos a esta conclusión han llegado los autores de un trabajo publicado el pasado 10 de agosto de 2016 en la revista Royal Society open Science. Según los autores de este artículo todavía no hay estudios en profundidad sobre el mecanismo de actuación de los dientes de los tiburones. En su opinión, en los escualos que atacan a grandes presas, sus aceradas piezas dentarias tienen una función parecida a una sierra, provocando grandes desgarros y desprendiendo trozos de carne. Por ese motivo, los tiburones de estas especies suelen atacar una y otra vez a la víctima, moviendo al tiempo la cabeza para provocarle grandes heridas. Los científicos han realizado experimentos acoplando una sierra mecánica a la mandíbula de un tiburón para demostrar su teoría. 

Pero no es esa la única revelación científica reciente sobre tiburones. Otro artículo de la revista Science (11 de agosto de 2016) ha demostrado que los tiburones de Groenlandia (Somniosus microcephalus) pueden vivir hasta 400 años, con lo que serían los vertebrados más longevos del planeta, aventajando con mucho a las tortugas de las Islas Galápagos (que pueden vivir hasta 150-200 años) o a las ballenas (que alcanzan más de 200 años). En realidad, la longevidad de los tiburones de Groenlandia solamente sería superada por un molusco bivalvo, la almeja grabada de Islandia (Arctica islandica) que puede alcanzar hasta 500 años de vida.


Tiburón de Groenlandia  (Somniosus microcephalus


Los científicos llegaron a la conclusión de la longeva vida del tiburón de Groenlandia tras realizar el estudio con carbono 14 de los cristalinos de 28 ejemplares pescados accidentalmente. Dos de las hembras estudiadas (de cerca de 5 m. de longitud) tenían una edad estimada de 335 y 392 años. Es decir que estos ejemplares habían nacido en pleno s. XVII,  en los tiempos del pintor Velázquez, del dramaturgo Molière o del médico William Harvey. Y también, claro está, cuando el pintor John Singleton Copley intentaba imaginar la escena del ataque del escualo al pobre Watson.  La esperanza de vida media de estos tiburones se calcula en 270 años. Claro que su vida transcurre con cierta lentitud, crecen solamente un centímetro por año y no alcanzan la madurez sexual hasta los 150 años de edad. 


Tiburón muerde a un bañista en Alicante: 




Bibliografía


Nielsen J, Hedeholm RB, Heinemeier J, Bushnell PG, Christianse JS, Olsen J, Ramsey CB, Brill RW, Simon M, Steffensen KF, Steffensen JF. 
Eye lens radiocarbon reveals centuries of longevity in the Greenland shark (Somniosus microcephalus
Science  12 Aug 2016: Vol. 353, Issue 6300, pp. 702-704 DOI: 10.1126/science.aaf1703


Corn KA, Farina SC, Brash J, Summers AP. 

Modelling tooth-prey interactions in sharks: the importance of dynamic testing. 
Royal Society open Science. Published 10 August 2016. DOI: 10.1098/rsos. 160141








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