domingo, 7 de junio de 2015

Picasso y el sol

Cerámica de tauromaquia. Museu d'Art Modern, Céret.



 Pablo Picasso 

Escena de tauromaquia 
(1957)

Cerámica
Museu d'Art Modern, Céret



Pablo Picasso era un gran aficionado a los toros. Asistía a las corridas siempre que podía. En el sur de Francia son habituales los espectáculos taurinos, algunos en eescenarios tan grandiosos como los anfiteatros romanos de Nîmes o Arles. También en el pequeño pueblo pirenaico de Céret, en la Catalunya Nord hay una pequeña plaza de toros. Picasso frecuentaba Céret, donde había vivido de 1911 a 1914 y donde su amigo el escultor Manolo Hugué tenía una casa en la que Pablo pasaba temporadas. Por cierto que delante del coso taurino se levanta el monumento a los toreros de todo el mundo, obra de Manolo Hugué. 

Por la casa de Manolo Hugué pasaron grandes pintores, especialmente durante la Primera Guerra Mundial y la inmediata postguerra, donde se asilaron, huyendo de París. Personajes como Juan Gris, George Braque, Metzinger, Gleizes, André Lothe, Auguste Herbin, Pierre Brune, Chaïm Soutine, Pignon, Frank Burty Haviland, Max Jacob, Dubuffet... pasaron por Céret y dejaron recuerdos de su arte. Céret se convirtió en la Meca del Cubismo. Los recuerdos de estos artistas se han reunido en el actual Museu d'Art Modern de Céret, un pequeño y precioso museo que reúne obras de todos estos maestros. 


Pablo Picasso: La plaza de toros,
y la arena incendiada por el sol.
Musée d'Art Moderne, Céret


En el museo de Céret se agrupan también numerosas cerámicas sobre tauromaquia, realizadas por Pablo Picasso en 1957. Son cerámicas coloristas, que resaltan con vivos colores el amarillo del albero de la plaza bañado por el sol. En la que encabeza este escrito el artista destaca la potencia del sol, pintando sus rayos que caen inmisericordes sobre la plaza y los espectadores.

El sol. Picasso pinta el sol y la acción de sus rayos en muchas de sus obras. El sol, cálido y omnipresente. El sol, amigo y enemigo, causa y motivo de alegrías y penas. 

Salgo del museo pensando en el sol de Picasso y me encuentro con el sol de verdad. Los rayos de sol, apenas filtrados por los plátanos de la calle, caen a plomo sobre las tranquilas terrazas de los bares. Sigo pensando en el sol y en sus efectos. El sol que nos ilumina y alegra, pero que también es el causante de tantas quemaduras en los imprudentes que se exponen a él de forma inmoderada. O de la alta tasa de cáncer de piel que afecta, cada vez más a la población expuesta de forma crónica a sus rayos. Un abuelo, con la frente llena de manchas me mira, por encima del diario que parece hojear, mientras toma a sorbos su vasito de pastís. Suenan a lo lejos, acompasadas, las notas de un viejo acordeón. Un perro se despereza y bosteza lentamente. Hay que ver lo difícil que es evitar tomar el sol cerca del Mediterráneo!


Museu d'Art Modern de Céret: 



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