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viernes, 29 de mayo de 2020

La Peste Negra (III): antisemitismo y fanatismo.









Retablo del Corpus Christi
(s. XIV)

Óleo sobre tabla. 
Procedente de Vallbona de les monges. 
Museu Nacional de Catalunya (MNAC)
Barcelona





En entradas anteriores  hemos visto como la peste negra se extendió por toda Europa y hemos revisado los aspectos clínicos y sus consecuencias demográficas. Hoy revisaremos los cambios que produjo en las mentalidades la irrupción de la peste. 

El primer cambio ideológico fue en el campo religioso. Los grupos de fanáticos flagelantes que habían aparecido poco antes en el Norte de Italia, experimentaron un gran impulso y cobraron una fuerza inusitada. Consideraban la peste como un castigo colectivo de Dios por la impiedad y los pecados de la humanidad. Proponían como remedio la purificación mediante la penitencia. En otra entrada del blog trataremos con más extensión estos grupos de flagelantes o "cruciferi", como también se les llamaba porque iban en procesión por los caminos, tras una gran cruz.

Además de autoprovocarse dolor como método de penitencia, eran fanáticos religiosos. Una de las características de las epidemias es la "construcción del enemigo", de un chivo expiatorio a quien echar la culpa de la epidemia. Y los flagelantes lo encontraron, culpando primero a los leprosos , que ellos tenían por pecadores que habían sido castigados con la enfermedad por haber ofendido a Dios. Esta calumnia contribuyó a aumentar todavía más la marginación social de los leprosos. Según el infundio, los leprosos eran sobornados por los judíos para que con venenos, expandieran el mal. 


Retaule de Vallbona de les monges. MNAC. Barcelona

Y de ahí a dar la culpa directamente a los judíos no hubo más que un paso. Circularon leyendas sobre polvos misteriosos que los judíos arrojaban en los pozos para que la población cristiana enfermara. Pronto estas leyendas se mezclaron con otras por las que los judíos se hacían con hostias consagradas para profanarlas, apuñalarlas o arrojarlas al fuego, presos de un terrible furor.  Podemos ver la representación de estos supuestos sacrilegios en algunos retablos, como el que adjuntamos aquí. Judíos que perforan hostias consagradas con la punta de una lanza, o la apuñalan sobre una mesa o las arrojan al fuego. El castigo ejemplar también se representa en el retablo: los judíos son condenados por la Inquisición a morir ardiendo en una pira, en un auto sacramental. 


Frontal del Corpus Christi | Museu Nacional d'Art de Catalunya
Visión completa del retaule de Vallbona de les Monges. MNAC. Barcelona.

Judíos apuñalando una hostia consagrada (centro) y profanándola con una lanza (derecha). A la izquierda, los judíos arden en una pira.  Retaule de Vallbona de les Monges. MNAC. Barcelona.


La gran mortalidad causada por la peste había creado un gran sentimiento de incertidumbre en la población, induciendo una sensación de provisionalidad, de íntima convicción de que nada era estable. Se impuso la irracionalidad, y pronto las ideas de los fanáticos, se propagaron entre el pueblo bajo. 


Calle del call o barrio judío de Girona. En estas calles tuvo lugar el sangriento
pogrom de 1391, en el que murieron asesinados numerosos judíos. 

Tal día como hoy de 1473 se iniciaron cuatro días de matanzas de ...
Grabado representando la masacre antijudía de 1391


Pronto el clero alentó entusiasmado esta idea. Los judíos tenían su propia religión, y por lo tanto escapaban a la poderosa influencia de la Iglesia. Eran una minoría incómoda, que a veces ponían en evidencia a los eclesiásticos. Los clérigos se encargaron de propagar la idea central desde los púlpitos de las iglesias, azuzando la indignación de las masas: los culpables de la peste eran los judíos, que eran los que habían dado muerte a Cristo. Los judíos odiaban a los cristianos y por eso querían propagar la enfermedad y envenenaban los pozos. 

Los judíos constituían una minoría importante. En algunos países, como en Catalunya, alcanzaban el 14% de la población, y además solían ser personajes cultos y ricos: médicos, filósofos, astrónomos, orfebres, artesanos. Y eran incómodos para el status quo del momento. Ejercían profesiones liberales, por lo que soslayaban la obediencia feudal a un señor: estaban directamente bajo la protección del rey. Por otro lado, muchos de ellos eran usureros o prestamistas, y frecuentemente habían prestado grandes sumas de dinero a la aristocracia feudal y al propio rey, que necesitaban efectivos para financiar sus campañas e incursiones bélicas. Cuando se produjo el asalto a las juderías, los reyes, sus teóricos protectores, miraron hacia otro lado (así no devolvían el dinero prestado). En una palabra, los judíos eran un grupo social aparte, que no participaba de la pirámide social medieval (bellatores, oratores, laboratores). Un grupo social marginal, que en definitiva, reunía todos los elementos para suscitar odio. 

Frontal del Corpus Christi | Museu Nacional d'Art de Catalunya


La culpabilización de los judíos pronto se expandió especialmente entre las clases populares., y se organizó una auténtica caza de judíos. En muchos lugares de Europa se iniciaron pogromos judíos y asaltos a las juderías, calls y sinagogas. Citemos por ejemplo la revuelta antijudía con los asaltos a los barrios judíos de Occitania, como Narbona y Carcasona; a las juderías o aljamas de Sevilla, Córdoba y Toledo, en la Corona de Castilla; y a los calls judíos de Palma, Girona y Barcelona. Estos asaltos a las juderías fueron muy sangrientos y se produjeron saqueos, saldándose con un gran número de asesinatos.   


Patio del Centro Judío Isaac el Cec, en donde estaba
ubicada una de las juderías del Call de Girona. 

Actualmente alberga el Museu dels Jueus. 

Juan Moraleda y Esteban (1911) relata la brutalidad de estos asaltos: 
...en Toledo fue secundado el hervor nacional y numerosos hebreos cayeron en la fosa, bien pasados por la hoguera, bien pasados por las armas blancas, ora despeñados, ora arrojados a las cisternas. Un considerable número de adeptos a la ley mosaica, sufrieron torturas tremendas, siendo degollados, hacinados, estrujados, deshechos en las mismas muelas, o piedras de sus molinos, enrojeciendo con sangre las aguas del Tajo por mucho tiempo.


Representación coetánea de un bautizo masivo forzoso. Fuente Archivo de El Nacional
Bautismo masivo forzoso de judíos


Los judíos fueron perseguidos en lo sucesivo, y el antisemitismo medieval arraigó en Europa. En algunos países, como en los reinos hispánicos, el decreto de expulsión de 1492 los obligó a convertirse al cristianismo o a exiliarse del país. La expulsión de los judíos supuso un importante descalabro económico y cultural para los reinos que impulsaron la expulsión. 

Los judíos que se quedaron eran acusados frecuentemente de ser relapsos, es decir, que practicaban el judaísmo a escondidas. En Mallorca, a veces, eran obligados a comer tocino en público (xuia o xua en catalán) para demostrar la sinceridad de su conversión, y por este motivo los judíos conversos eran denominados xuetesEn algunos países, como en los reinos hispánicos, se llegó a expulsar a los judíos que no aceptaron convertirse al cristianismo en 1492 

En otros los judíos subsistieron en ghettos y en un régimen de apartheid. Muchos médicos judíos, como Kaposi o Gruby, sufrieron presiones y coacciones para ocupar sus cátedras, conminándolos a la conversión si querían prosperar. Otros, como Robert Remak, temerosos de ser acusados de propagar enfermedades, tuvieron que permanecer en la sombra a pesar de haber realizado importantes descubrimientos. En los s. XIX y XX, tuvieron lugar diversas persecuciones a los judíos, culminando como ya sabemos en la terrible Solución Final, el Holocausto, un pavoroso intento de genocidio.   




Sinagoga en Catalunya. Haggadah de Sarajevo.



Bibliografía

Sierra X. Les concepcions sobrenaturals de les malalties a través de la història. Gimbernat, 2020: 72, 11-30




jueves, 28 de mayo de 2020

Peste Negra (II): Cambios demográficos


Resultado de imagen de médico bubones pintura






Médico abriendo un 
bubón a una apestada 
(s. XIV)

Fresco. 
Capilla de San Sebastián.
Lanslevillard (Francia)




En una entrada anterior nos hemos referido a la Peste negra, una de las epidemias más recordadas a causa de sus terribles efectos. Apareció en Italia en el año 1347 y se extendió por Europa en poco tiempo. La pandemia llegó en un momento en el que la población europea se había incrementado mucho. La precaria explotación agrícola, muy primitiva, no era suficiente para alimentar a la población. Era una época de hambre por la carestía de muchos productos de primera necesidad. Así que cuando llegó la peste, se encontró con una población desnutrida y depauperada, por lo que probablemente, la mortalidad fue mucho mayor. La peste diezmó literalmente a la población.  


La pandemia que alcanzó su máximo entre 1347 y 1353. Es difícil saber a ciencia cierta el número de muertos, pero se supone que pudo terminar con la vida de 25-40 millones de fallecidos. Lo que significaba una proporción que puede estimarse entre un tercio y la mitad de la población europea de aquel momento (estimada en unos 80 millones). Se necesitaron 100 años, y en algunas áreas más de 150 años, para que la población de Europa se recuperase.






Propagación de la Peste Negra sobre la población europea.

La peste golpeó el territorio europeo de forma desigual, y tuvo diferente incidencia según los países. Así, en la Península Ibérica incidió mucho más en las zonas costeras del Mediterráneo, provocando una gran crisis en los reinos de la Corona de Aragón. En general murió el 40% de la población, pero en muchas poblaciones de Catalunya y Valencia llegó a morir un 80% de la población, y hubo incluso algunas poblaciones en donde perecieron todos. En Perpinyà, por ejemplo, más de la mitad del censo pereció y de ocho médicos de la ciudad sobrevivieron solamente dos. En cambio, en Castilla, territorio de tierra adentro, más despoblada y con mucha menos circulación de personas (en aquel tiempo las vías de comunicación rápidas eran las marítimas) llegó más tarde y con una menor incidencia. La consecuencia fue un giro completo en el balance demográfico peninsular, lo que conllevó una importante crisis en la pujante economía catalana y valenciana frente a la castellana y una inversión de la hegemonía política peninsular, cuyas consecuencias cristalizaron en los siglos posteriores. El historiador Ramon de Abadal era de la opinión que la decadencia de Catalunya tuvo su origen en la pandemia de Peste Negra. 

La pandemia tampoco incidió por igual en las ciudades que en las zonas rurales. Las urbes más grandes fueron las más perjudicadas ya que la densidad de población y la cercanía de las viviendas facilitaban los contagios. Un aspecto que hay que tener presente era la manifiesta falta de higiene que reinaba en las ciudades. Estaban  infestadas de piojos, pulgas y ratas y sus habitantes estaban malnutridos y observaban una precaria higiene personal.​ Tampoco se cuidaba mucho la higiene de las calles, siendo frecuente echar a la vía pública todo tipo de inmundicias y deyecciones. En Italia, la población de Florencia pasó de cerca de 120.000 habitantes (1338) a  50.000 (1351). En Hamburgo y Bremen murió el 60% de la población, lo mismo que en Noruega o en las ciudades de Provenza o Normandía. Londres perdió 2/3 de su población en 1348-49. En conjunto, ​Inglaterra perdió el 70% de su población, que disminuyó de 7 millones antes de la peste, a 2 millones en 1400.


Entierros masivos durante la peste negra. 


En cambio, en otros países la incidencia fue menor: en los Países Bálticos, Hungría, amplias regiones de la actual Bélgica y en ciertas regiones montañosas, como los Pirineos, la peste casi no incidió. Tampoco en Santiago de Compostela, a pesar de ser un centro de peregrinación con notable afluencia de romeros. La razón de estas zonas preservadas no se ha esclarecido plenamente, aunque se ha apuntado la posibilidad de una cierta resistencia inmunitaria de base genética. 

La peste no respetó clases sociales, aunque naturalmente las clases más bajas, que vivían en unas condiciones higiénicamente precarias fueron las más vulnerables en número de afectados. Solamente un monarca, Alfonso XI de Castilla murió apestado, si bien la prometida de su hijo Pedro, Juana de Inglaterra, murió cuando se disponía a los esponsales. En Aragón, el rey Pedro el Ceremonioso perdió a su mujer, una hija y una sobrina en el breve lapso de seis meses. El emperador bizantino perdió a su hijo, mientras que en el reino de Francia, murió de peste Juana de Navarra, hija de Luis X «el obstinado».

En posteriores entradas del blog comentaremos las consecuencias de esta grave crisis demográfica, tanto a nivel ideológico como social. 



miércoles, 27 de mayo de 2020

La Peste Negra: (I) La enfermedad

The Triumph of Death by Pieter Bruegel the Elder.jpg




Pieter Brueghel el Viejo 

El triunfo de la muerte 
(1562)

Óleo sobre tabla 117 x162 cm
Museo del Prado. Madrid 




En plena pandemia de CoVID19 me parece oportuno reflexionar sobre las epidemias y la importancia que han tenido en el curso de la Historia. En efecto, las grandes epidemias  han causado giros copernicanos en el devenir de acontecimientos económicos, políticos e ideológicos. 

Este cuadro de Brueghel el viejo (ante cuya contemplación tantos ratos he pasado en el Museo del Prado) es una panorámica de la muerte: vemos el cielo oscurecido por el humo de las ciudades ardiendo, al fondo un mar plagado de naufragios; a la orilla hay una casa, alrededor de la cual se agrupa un ejército de muertos. El paisaje, anodino y arrasado, nos habla de la pequeñez, crueldad y falta de sentido común del hombre, que pretende cambiar un destino impuesto. En el centro de la pintura una cruz solitaria e impotente preside una desigual batalla. A un lado, la Muerte avanza al frente de batallones de esqueletos; sus escudos son tapas de ataúdes y conducen a la gente a un ataúd que es un túnel decorado con cruces; un esqueleto a caballo destruye personas con su guadaña. Por todas partes son atacados los hombres indefensos, que huyen aterrorizados o intentan en vano luchar. 

En el extremo inferior izquierdo, yace un rey, con su capa de armiño y su cetro. Pero tampoco él se escapa a su destino. Desde los campesinos y los soldados, hasta los nobles y monarcas todos deben rendirse ante la Muerte.

La visión de Brueghel no carece de un cierto humor negro, como puede verse en la parte inferior derecha del cuadro. Una pareja de enamorados permanecen absortos ignorando lo que les rodea. La Muerte, que ya está a su lado disfrazada de un músico que toca el laúd, acabará con su vida, pero no podrá nada contra su amor, vivo hasta el final.

Esta es la idea que a todos nos asalta ante una epidemia. La transmisión de la enfermedad, crea un problema social y las pequeñas cuestiones cotidianas dejan de tener tanta importancia cuando tenemos conciencia de nuestra finitud.

La Peste Negra estaba causada por la bacteria Yersinia pestis, que era inoculada a los humanos a través de la picadura de pulgas que provenían de la Rattus rattus, una rata procedente de las estepas de Mongolia. La forma clínica predominante en el verano era la peste bubónica causada por la picadura de la pulga, que producía grandes adenopatías en ingles y axilas, de contenido muy contagioso. A veces supuraban espontáneamente, dejando salir un pus de olor nauseabundo (de donde procede la equiparación de la palabra peste con mal olor, que subsiste en el lenguaje actual). También solían aparecer manchas oscuras, negruzcas, causadas por hemorragias abdominales, lo que junto al aspecto negro de las gangrenas en los dedos de manos y pies,  motivó que se le diera el nombre de "peste negra".

En el invierno predominaba la forma neumónica, que podía contagiarse de persona a persona por las gotas de saliva proyectadas al hablar en forma de aerosol y que quedan en el aire (gotas de Flügge). Para infectarse de esta manera, por lo general se requiere que una persona esté en contacto directo y cercano con una persona o animal enfermo.

Enfermos de peste según una miniatura de la Biblia de Toggenburg

Atendiendo a la literatura médica y en las descripciones de Giovanni Bocaccio (Decamerón) y de los tratados médicos de la época podemos recoger los síntomas que podían aparecer: 
  • Fiebre alta incluso de alrededor de 40º .
  • Tos y esputos sanguinolentes.
  • Hemorragias por la nariz y otros orificios.
  • Sed aguda.
  • Manchas en la piel de color negruzco (a causa de pequeñas hemorragias cutáneas) 
  • Aparición de adenopatías negras (bubones) en ingles, axilas y cuello. A veces se rompían dejando salir un líquido pestilente. 
  • Gangrena en la punta de los dedos.


Resultado de imagen de médico bubones pintura
Médico abriendo un bubón a una apestada.
Fresco de la capilla de San Sebastián. Siglo XV. Lanslevillard, Francia.

Bocaccio y otros coetáneos describen un tipo de peste casi asintomático que provocaba la muerte a las 14 horas aproximadamente. Los testimonios afirman que cuando aparecían los bubones y las manchas negras el paciente moría al poco tiempo. Desde notar los primeros síntomas hasta producirse la defunción pasaban cinco días habitualmente.

En posteriores entradas del blog comentaremos las consecuencias demográficas de la peste negra y sus efectos en el cambio de mentalidad, y en los cambios económicos y sociales que produjo. 

martes, 26 de mayo de 2020

Estrecharse las manos como saludo.

FERNANDO BOTERO (1932) - Hombre y Mujer - 2001. | Fernando botero ...





Fernando Botero


Hombre y mujer 

(1932)

Óleo sobre lienzo 




En esta pintura de Fernando Botero se representa el que ha sido nuestro saludo habitual en los últimos tiempos: un hombre y una mujer que se saludan dándose la mano. Ahora, la pandemia de Covid19 pone en cuestión este saludo al ser una práctica que favorece el paso de bacterias y virus entre las dos personas que se saludan. 

La práctica del saludo de manos es bastante antigua, aunque no era generalizada en los tiempos antiguos, en los que se usaba preferentemente el ósculo o beso como saludo. 




El rey asirio Shalmanese III saluda con un fuerte apretón de manos al rey de Babilonia. 

Cuando los Asirios invaden Babilonia, sus reyes, quienes se ven obligados a continuar con dicho acto como señal de respeto para evitar que el pueblo conquistado se rebele, empiezan a estrechar la mano del dios Marduk.  Un símbolo de que el poder real derivaba de los dioses. Este tipo de saludo pasó a efectuarse en acuerdos y tratados, recordando así que los dioses eran testigos. En un relieve podemos ver al rey asirio Shalmanese III saludando con un fuerte apretón de manos al rey de Babilonia. 

También en Grecia y Roma la costumbre de agarrarse de las muñecas se practicaba en algunos casos para demostrar que no se llevaban armas o que no se tenía intención de atacar. También se tomaban las manos los esposos al contraer matrimonio, en un gesto que servía para iniciar la nueva unión. Este gesto fue conservado en el matrimonio cristiano posteriormente. 


Sarcófago romano. Escena de un matrimonio


Moneda bizantina representando un apretón de manos


En la Edad Media, los caballeros usaban darse la mano derecha, ya que solían llevar colgada la espada a la izquierda. Para desenvainar la espada solían hacerlo con la mano derecha, por lo que al dar la mano se aseguraban de que el contrario no iba a desenvainar la espada. 

Aunque practicado ocasionalmente en la antigüedad y en la Edad Media, la costumbre del apretón de manos se impuso a partir del s. XVIII sobre todo como manera de sellar los pactos o la paz.  Así lo vemos en algunas pinturas como la del acuerdo de Appomattox entre el general Lee y el general Grant. 



El apretón de manos de Joseph Addison y Richard Steele (Godfrey Kneller)
El general Lee y el general Grant estrechándose las manos en Appomattox

La generalización de darse la mano como saludo en Norteamérica se atribuye a los cuáqueros (una comunidad religiosa fundada en Inglaterra en el siglo XVII). Este grupo religioso pensaba que darse la mano era una forma de saludo más "democrática" que hacer una reverencia o descubrirse la cabeza. Era una manera de eliminar las jerarquías, de saludarse de igual a igual.  

En los s. XIX la costumbre de saludarse con un apretón de manos se generalizó. En el s. XIX era un saludo predominantemente masculino, porque en la Gran Bretaña del siglo XIX el roce de manos entre hombres y mujeres tenía connotaciones que iban más allá de la simple cortesía. Cuando se saludaba a una dama, por lo menos en los ambientes más distinguido, los caballeros daban además un beso en el dorso de la mano de las señoras. 

Sin embargo, ya en 1929, la enfermera Leila Given escribió un artículo lamentando la pérdida de algunos saludos tradicionales en favor del apretón de manos. Given ya dijo entonces que las manos eran "agentes de transferencia bacteriana" y que realizando este gesto se podían transmitir gérmenes con facilidad. Recomendaba recurrir a otro tipo de saludos. 


SALUD - ¡Las bacterias de sus manos! | Listín Diario
La placa de Petri de Tasha Sturm demostró la gran cantidad de
microorganismos que pueden proliferar en las manos. 



Recientemente,  una técnico de laboratorio en EEUU, Tasha Sturm, realizó un experimento para demostrar la gran cantidad de bacterias conviven con nosotros habitualmente. Le pidió a su hijo que saliera a jugar un rato con su perro. Tras eso, le pidió que presionara con su mano sobre la superficie de una placa Petri que días antes había esterilizado y en la que había vertido agar, un medio de cultivo usado para el cultivo de microorganismos. Más tarde, cerró la placa y la mantuvo durante un día entero en una incubadora a 37ºC (temperatura corporal). A continuación dejó la placa varios días a temperatura ambiente.


Una semana después del experimento, al observar al microscopio la placa Petri, se mostraba en ella un dibujo que a primera vista parecían flores, pero en realidad eran millones de bacterias y microorganismos que habitan en las manos de un niño tras jugar un rato con su perro.
Posteriormente, Sturm compartió el experimento con la Sociedad Estadounidense de Microbiología y las imágenes han dado la vuelta al mundo. La propia Sturm quiso dejar claro que no todos los gérmenes eran patógenos y que la presencia de ciertas bacterias en el organismo es necesaria. Y a este respecto, hay que recordar la conveniencia de lavarse las manos con frecuencia. 
Ahora, tras la pandemia de Covid19, se cuestiona la conveniencia de seguir practicando el contacto de manos como saludo. Efectivamente, tras estrecharnos las manos intercambiamos un gran número de gérmenes y virus, y se corre el riesgo de un potencial contagio. Podría ser que tuviésemos que adoptar nuevos protocolos de saludo, como hacer una reverencia juntando las manos, como ya se hace en Oriente, o como es norma entre los musulmanes, llevándonos el puño al corazón en señal de afecto y reconocimiento. Tal vez inventemos un nuevo gesto, ya que los símbolos sociales pueden cambiar. En todo caso, el tiempo lo dirá. 



lunes, 25 de mayo de 2020

El agua de mar, sin coronavirus






Katsushika Hokusai


La gran ola de Kaganawa

神奈川沖浪裏 
(1830-1833)

Impresión xilográfica 
Metropolitan Museum of Art. New York 



Katsushika Hokusai (1760-1849) fue un pintor y grabador japonés adscrito a la escuela Ukiyo-E del período Edo. Es uno de los principales artistas de esta escuela conocida como «pinturas del mundo flotante». Dentro de su obra, de gran diversidad, destaca "La gran ola de Kaganawa" que se ha convertido en un icono de las representaciones marinas. 

Esta clásica evocación del mar, nos remite al estudio que se ha efectuado recientemente para comprobar la presencia de coronavirus en las aguas marinas. La presencia de SARS-COV2 en las heces humanas hacía temer que a través de las aguas negras, los virus pudiesen llegar al medio ambiente marino. 

El responsable del estudio es Soizick Le Guyader, virólogo y responsable. del laboratorio de microbiología marina de Ifremer de Nantes. Esta unidad está especializada en el control de virus de la contaminación fecal humana en el medio ambiente acuático. Han adaptado el protocolo que usaban para la detección de norovirus para detectar coronavirus. Mediante el uso de pruebas PCR pueden detectar la presencia del genoma de SARS-COV2. 

Se tomaron tres muestras del desagüe de las plantas de tratamiento de aguas residuales en el extremo oeste. Se tomaron dos muestras de mejillones y 19 de ostras huecas entre el 22 y el 27 de abril. Finalmente, cuatro litros de agua de mar que podrían verse afectados por heces humanas fueron extraídos de áreas de la red de observatorios para la investigación en microbiología ambiental integrada (ROME). Entre los 21 mariscos, 6 revelaron la presencia de norovirus que significa contaminación humana, pero ninguno fue positivo para coronavirus.

Del mismo modo, ninguna muestra de agua de mar mostró rastro alguno de SARS-CoV-2, lo cual es bastante normal, ya que las concentraciones virales son mucho más bajas en el agua que en los mariscos, que filtran miles litros por día. Se espera que pronto puedan llegar también los resultados de las muestras de los emisarios de las plantas de tratamiento deberían llegar pronto. Está previsto que los controles se sigan realizando con muestras tomadas en los mismos sitios cada dos semanas y durante varios meses.

Esperemos que estas determinaciones se confirmen y por lo menos podamos asegurar que el coronavirus SARS-CoV-2 no contamina el agua de nuestas costas. Lo cual no es óbice para extremar la prudencia en las playas.