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viernes, 29 de mayo de 2020

La Peste Negra (III): antisemitismo y fanatismo.









Retablo del Corpus Christi
(s. XIV)

Óleo sobre tabla. 
Procedente de Vallbona de les monges. 
Museu Nacional de Catalunya (MNAC)
Barcelona





En entradas anteriores  hemos visto como la peste negra se extendió por toda Europa y hemos revisado los aspectos clínicos y sus consecuencias demográficas. Hoy revisaremos los cambios que produjo en las mentalidades la irrupción de la peste. 

El primer cambio ideológico fue en el campo religioso. Los grupos de fanáticos flagelantes que habían aparecido poco antes en el Norte de Italia, experimentaron un gran impulso y cobraron una fuerza inusitada. Consideraban la peste como un castigo colectivo de Dios por la impiedad y los pecados de la humanidad. Proponían como remedio la purificación mediante la penitencia. En otra entrada del blog trataremos con más extensión estos grupos de flagelantes o "cruciferi", como también se les llamaba porque iban en procesión por los caminos, tras una gran cruz.

Además de autoprovocarse dolor como método de penitencia, eran fanáticos religiosos. Una de las características de las epidemias es la "construcción del enemigo", de un chivo expiatorio a quien echar la culpa de la epidemia. Y los flagelantes lo encontraron, culpando primero a los leprosos , que ellos tenían por pecadores que habían sido castigados con la enfermedad por haber ofendido a Dios. Esta calumnia contribuyó a aumentar todavía más la marginación social de los leprosos. Según el infundio, los leprosos eran sobornados por los judíos para que con venenos, expandieran el mal. 


Retaule de Vallbona de les monges. MNAC. Barcelona

Y de ahí a dar la culpa directamente a los judíos no hubo más que un paso. Circularon leyendas sobre polvos misteriosos que los judíos arrojaban en los pozos para que la población cristiana enfermara. Pronto estas leyendas se mezclaron con otras por las que los judíos se hacían con hostias consagradas para profanarlas, apuñalarlas o arrojarlas al fuego, presos de un terrible furor.  Podemos ver la representación de estos supuestos sacrilegios en algunos retablos, como el que adjuntamos aquí. Judíos que perforan hostias consagradas con la punta de una lanza, o la apuñalan sobre una mesa o las arrojan al fuego. El castigo ejemplar también se representa en el retablo: los judíos son condenados por la Inquisición a morir ardiendo en una pira, en un auto sacramental. 


Frontal del Corpus Christi | Museu Nacional d'Art de Catalunya
Visión completa del retaule de Vallbona de les Monges. MNAC. Barcelona.

Judíos apuñalando una hostia consagrada (centro) y profanándola con una lanza (derecha). A la izquierda, los judíos arden en una pira.  Retaule de Vallbona de les Monges. MNAC. Barcelona.


La gran mortalidad causada por la peste había creado un gran sentimiento de incertidumbre en la población, induciendo una sensación de provisionalidad, de íntima convicción de que nada era estable. Se impuso la irracionalidad, y pronto las ideas de los fanáticos, se propagaron entre el pueblo bajo. 


Calle del call o barrio judío de Girona. En estas calles tuvo lugar el sangriento
pogrom de 1391, en el que murieron asesinados numerosos judíos. 

Tal día como hoy de 1473 se iniciaron cuatro días de matanzas de ...
Grabado representando la masacre antijudía de 1391


Pronto el clero alentó entusiasmado esta idea. Los judíos tenían su propia religión, y por lo tanto escapaban a la poderosa influencia de la Iglesia. Eran una minoría incómoda, que a veces ponían en evidencia a los eclesiásticos. Los clérigos se encargaron de propagar la idea central desde los púlpitos de las iglesias, azuzando la indignación de las masas: los culpables de la peste eran los judíos, que eran los que habían dado muerte a Cristo. Los judíos odiaban a los cristianos y por eso querían propagar la enfermedad y envenenaban los pozos. 

Los judíos constituían una minoría importante. En algunos países, como en Catalunya, alcanzaban el 14% de la población, y además solían ser personajes cultos y ricos: médicos, filósofos, astrónomos, orfebres, artesanos. Y eran incómodos para el status quo del momento. Ejercían profesiones liberales, por lo que soslayaban la obediencia feudal a un señor: estaban directamente bajo la protección del rey. Por otro lado, muchos de ellos eran usureros o prestamistas, y frecuentemente habían prestado grandes sumas de dinero a la aristocracia feudal y al propio rey, que necesitaban efectivos para financiar sus campañas e incursiones bélicas. Cuando se produjo el asalto a las juderías, los reyes, sus teóricos protectores, miraron hacia otro lado (así no devolvían el dinero prestado). En una palabra, los judíos eran un grupo social aparte, que no participaba de la pirámide social medieval (bellatores, oratores, laboratores). Un grupo social marginal, que en definitiva, reunía todos los elementos para suscitar odio. 

Frontal del Corpus Christi | Museu Nacional d'Art de Catalunya


La culpabilización de los judíos pronto se expandió especialmente entre las clases populares., y se organizó una auténtica caza de judíos. En muchos lugares de Europa se iniciaron pogromos judíos y asaltos a las juderías, calls y sinagogas. Citemos por ejemplo la revuelta antijudía con los asaltos a los barrios judíos de Occitania, como Narbona y Carcasona; a las juderías o aljamas de Sevilla, Córdoba y Toledo, en la Corona de Castilla; y a los calls judíos de Palma, Girona y Barcelona. Estos asaltos a las juderías fueron muy sangrientos y se produjeron saqueos, saldándose con un gran número de asesinatos.   


Patio del Centro Judío Isaac el Cec, en donde estaba
ubicada una de las juderías del Call de Girona. 

Actualmente alberga el Museu dels Jueus. 

Juan Moraleda y Esteban (1911) relata la brutalidad de estos asaltos: 
...en Toledo fue secundado el hervor nacional y numerosos hebreos cayeron en la fosa, bien pasados por la hoguera, bien pasados por las armas blancas, ora despeñados, ora arrojados a las cisternas. Un considerable número de adeptos a la ley mosaica, sufrieron torturas tremendas, siendo degollados, hacinados, estrujados, deshechos en las mismas muelas, o piedras de sus molinos, enrojeciendo con sangre las aguas del Tajo por mucho tiempo.


Representación coetánea de un bautizo masivo forzoso. Fuente Archivo de El Nacional
Bautismo masivo forzoso de judíos


Los judíos fueron perseguidos en lo sucesivo, y el antisemitismo medieval arraigó en Europa. En algunos países, como en los reinos hispánicos, el decreto de expulsión de 1492 los obligó a convertirse al cristianismo o a exiliarse del país. La expulsión de los judíos supuso un importante descalabro económico y cultural para los reinos que impulsaron la expulsión. 

Los judíos que se quedaron eran acusados frecuentemente de ser relapsos, es decir, que practicaban el judaísmo a escondidas. En Mallorca, a veces, eran obligados a comer tocino en público (xuia o xua en catalán) para demostrar la sinceridad de su conversión, y por este motivo los judíos conversos eran denominados xuetesEn algunos países, como en los reinos hispánicos, se llegó a expulsar a los judíos que no aceptaron convertirse al cristianismo en 1492 

En otros los judíos subsistieron en ghettos y en un régimen de apartheid. Muchos médicos judíos, como Kaposi o Gruby, sufrieron presiones y coacciones para ocupar sus cátedras, conminándolos a la conversión si querían prosperar. Otros, como Robert Remak, temerosos de ser acusados de propagar enfermedades, tuvieron que permanecer en la sombra a pesar de haber realizado importantes descubrimientos. En los s. XIX y XX, tuvieron lugar diversas persecuciones a los judíos, culminando como ya sabemos en la terrible Solución Final, el Holocausto, un pavoroso intento de genocidio.   




Sinagoga en Catalunya. Haggadah de Sarajevo.



Bibliografía

Sierra X. Les concepcions sobrenaturals de les malalties a través de la història. Gimbernat, 2020: 72, 11-30




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