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jueves, 4 de octubre de 2018

Las enfermedades de Napoleón (V): El Emperador






Jean-Dominique Ingres

Napoleón, 
en su trono imperial
(1806)

Óleo sobre lienzo. 260 x163 cm.  
Museo del Ejército. París.


En entradas anteriores consideramos las enfermedades que sufrió Napoleón Bonaparte (1769-1821) tanto en su juventud como durante las campañas militares y el Consulado. Hoy comentaremos su patología en uno de los períodos más importantes de su biografía: El Imperio. 

1804-1807. Napoleón se ha proclamado emperador. Tiene un buen aspecto físico. No encontramos nada en su correspondencia que trasluzca la más mínima molestia. Parece gozar de buena salud y su estado general es satisfactorio. Está en pleno apogeo físico y cada día realiza ejercicio físico. También suele efectuar varios baños de agua caliente, que le tranquilizan y relajan, especialmente cuando está nervioso (Boigey, 1930).  
Sin embargo, el 10 de setiembre de 1804, su doméstico Constant escribe en sus memorias: 
«L'Empereur dans la nuit précédente… avait eu un fort choc nerveux ou une crise épileptique, mal par lequel il était possédé.» (El Emperador, anoche... tuvo una fuerte crisis nerviosa o una crisis epiléptica, mal del que sufre)                             (Traducción XS)
En 1805, refiriéndose a la epilepsia de Napoleón, Talleyrand afirmaba: 
« Il gémissait et il bavait, il avait des espèces de convulsions qui cessèrent au bout d'un quart d'heure… » (Gemía y babeaba, tenía una especie de convulsiones que cesaban al cabo de un cuarto de hora)
(Trad. XS)
Una biografía de Bonaparte, escrita en 1838, señalaba:  
« Dès sa jeunesse, il avait des crises épileptiques. C'est ainsi que durant sa scolarité à Paris, il eut comme punition de manger agenouillé, mais une si forte crise le traversa qu'il fut mis fin à sa punition. » 
(Tenía crisis epilépticas desde su juventud. Tanto es así, que en su época escolar en París, lo castigaron a comer arrodillado, pero tuvo una crisis tan fuerte que pusieron fin al castigo) 
(Trad: X.S.)

Hay que señalar que tal vez Napoleón era epiléptico, pero que en caso de haber presentado crisis comiciales, eran tan raras y tan espaciadas en el tiempo que no impedían ni alteraban su normal actividad. Asimismo, debemos destacar que ninguno de los médicos que trataron al emperador nunca mencionaron las supuestas crisis epilépticas, ni ningún otro tipo de afecciones convulsivas, ni siquiera síntomas indirectos que permitan suponer este tipo de enfermedad.  (Deutsches Epilepsiemuseum, 2002). 

1808.  A finales de este año, el emperador presenta crisis gástricas intensas y repetidas. Al parecer, es la primera vez que se presentan y nunca las había tenido antes. También comienza a engordar. El médico Corvirsart está convencido de que Napoleón come demasiado deprisa. 

1809. Durante una estancia en Viena, en el castillo de Schönbrunn, presenta una erupción en la nuca, que cree que es una enfermedad grave. Alarmado, Napoleón acude a consultar a Jean-Pierre Franck, el antiguo médico del emperador Joseph II. El doctor le diagnostica "un vicio dartroso" que probablemente equivaldría al diagnóstico actual de neurodermitis, una forma de eccema provocada por rascado repetido. Franck tranquiliza a todos y le recomienda un simple vesicatorio que cura a Bonaparte en cuatro días, sin recidivas posteriores. (Las Cases, 1999; Ganière, 1951). Es interesante recordar  este episodio porque permite comprender mejor otras patologías de Napoleón.

1812. El 5 de septiembre de 1812 el doctor Mestivier fue llamado para asistir al emperador. Bonaparte tenía un gran edema de piernas y casi no podía orinar.  Al dia siguiente, según consignó el mismo doctor en su boletín de salud, su ilustre paciente tenía  


«...une toux continuelle et sèche, une respiration difficile et entrecoupée. L'urine ne sortant que goutte à goutte est bourbeuse et sédimenteuse. Le bas des jambes et les pieds extrêmement oedématiés. Le pouls serré, fébrile et irrégulier ».  
(...tos continua y seca, respiración difícil y entrecortada. La orina solamente salía gota a gota, fangosa y llena de sedimentos. La parte baja de las piernas y los pies estaban extremadamente edematosos. El pulso apretado, febril e irregular) 
(Trad. XS.)  

Con este cuadro clínico, el pronóstico del paciente era bastante preocupante. El comentario del cirujano Yvan por su parte, daba algunos detalles más sobre la situación: 

«L'Empereur était très accessible à l'influence atmosphérique. Il fallait chez lui pour que l'équilibre se conserve que la peau remplit toujours ses fonctions. Dès que son tissu était serré, par une cause morale ou atmosphérique, l'appareil d'irritation se manifestait avec une influence plus ou moins grave et de la toux, et l'ischurie se prononçait avec violence. Tous ces accidents cédaient au rétablissement des fonctions de la peau. Dans la journée du 5 au 6, il fut tourmenté par le vent de l'équinoxe, les brouillards, la pluie et le bivouac. Les accidents furent assez graves pour être obligé de les calmer à la faveur d'une potion qu'on alla chercher dans la nuit à une lieue du champ de bataille. Le trouble fut assez grand pour donner lieu à de la fièvre, et ce ne fut qu'après quelques jours de repos soit à Mojaïsk, soit à Moscou que la toux et l'ischurie cessèrent ». 
(El Emperador era muy sensible a la influencia atmosférica. Necesitaba estar en casa para que conservar el equilibrio y que la piel cargara suficiente energía. Cuando los tejidos cutáneos se veían atacados por una causa moral o atmosférica, la irritación se manifestaba de forma más o menos grave y con tos y se producía una violenta isquiuria. Todo estos síntomas desaparecían al restablecer las funciones de la piel. En la noche del 5 al 6 (de septiembre) le atormentó el viento del equinoccio, las brumas, la lluvia y la intemperie. Los accidentes fueron lo suficientemente graves  como para tener que calmarlos con una poción que tuvimos que ir a buscar en plena noche a una legua del campo de batalla. El transtorno fue lo suficientemente intenso para causarle fiebre, y no fue  tras algunos días de descanto en Mojaïsk y en Moscú, que desapareció la tos y la isquiuria" 
(Trad. X.S.) 


Por el tono empleado por Yvan, que resta importancia al episodio, parece deducirse que estos brotes se presentaban con cierta regularidad. En una segunda carta, Yvan confirma a Ségur, que le solicita más explicaciones:  
« La constitution de l'Empereur était éminemment nerveuse. Il était soumis aux influences morales et le spasme se partageait ordinairement entre l'estomac et la vessie. Il éprouvait, lorsque l'irritation se portait sur l'estomac, des toux nerveuses qui épuisaient ses forces morales et physiques au point que l'intelligence n'était plus la même chez lui. La vessie partageait ordinairement ce spasme, et alors il se trouvait sous l'influence d'une position fâcheuse et dégradante. Le déplacement à cheval augmentait les souffrances. Il éprouvait l'ensemble de cet accident au moment de la bataille de Mojaïsk au point qu'on fut obligé dans la nuit du 6 au 7 d'envoyer faire préparer une potion par son pharmacien qui était avec les gros bagages à une lieue de distance» 
(La constitución del Emperador es eminentemente nerviosa. Está sometido a influencias morales y el espasmo se reparte generalmente entre el estómago y la vejiga. Cuando la irritación afecta al estómago, se desencadena una tos nerviosa que agota sus fuerzas morales y hasta el punto que su inteligencia ya no es la misma. La mayoría de las veces este espasmo es compartido también por la vejiga, y entonces se encuentra en una situación molesta y degradante. Además, montar a caballo aumenta su sufrimiento. Le sobrevino el conjunto de esta situación en el momento de la batalla de Mojaïsk, hasta el punto que durante la noche del 6 al 7 tuvo que hacer preparar una poción a su farmacéutico, que se encontraba con los equipajes a una legua de distancia) 
(Trad. X.S.) 


En la vigilia de la batalla del río Moskowa, Napoleón presentó también una importante afonía que impedía que el Emperador pudiese hablar o dictar su correspondencia. De hecho, todos los testigos de la batalla de Borodino destacan la angustia y febril nerviosismo del Emperador, al no poder arengar a sus soldados para contagiarles su entusiasmo militar, y tener que limitarse a enviar a su ejército al asalto contra las tropas rusas (Boigey, 1930).

Por cierto que el formidable ejército de la campaña de Rusia, La Grande Armée fue diezmado por el frío y los piojos transmisores de enfermedades: de 691.500 soldados regresaron con vida 22.000. 


1813. A finales de año, Napoleón estaba en Dresde, donde preparaba la batalla de Leipzig, Napoleón sufrió cólicos hepáticos durante bastantes días. Ya en plena batalla de Leipzig, presenta nuevamente dolores gástricos y hepáticos extremadamente violentos, casi en el límite de lo que humanamente se puede soportar. Su salud no mejora durante la campaña de Francia.

1815. Durante los meses de marzo a mayo, Bonaparte está obligado a estar permanentemente sentado en su despacho para reorganizar su ejército y su gobierno, lo que le provoca empeoramiento de sus hemorroides. El emperador está sometido sometido a un intenso estrés y a un trabajo extenuante. Esto le provoca continuas crisis gástricas.

El 16-17 de junio de este año, en vísperas de la batalla de Waterloo, le asalta una intensa gastralgia como las que había sufrido en Leipzig en 1813. También presenta insomnio: no duerme nada en toda la noche. (Boigey, 1930). 

La mañana del 18 de junio, el día de la batalla de Waterloo, se hace tratar por una hemorragia hemorroidal, accidente frecuente en los jinetes. Este incidente lo hace llegar con retraso al campo de batalla. Aunque probablemente la derrota no se produjo por esta causa, y seguramente en otras circunstancias se hubiese producido un resultado parecido, lo cierto es que el incidente de la hemorragia hemorroidal de Napoleón Bonaparte no permitió la habitual arenga a las tropas y no ayudó en nada al ejército francés. (Masson, 2010).



Bibliografía

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