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miércoles, 7 de octubre de 2020

Los ciegos de Brueghel

 






Pieter Brueghel El Viejo 

La parábola de los ciegos

(1568)

Temple sobre lienzo 86 x 154
Museo de Capodimonte. Nápoles. 




El cuadro que comentamos hoy es una obra de Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569), un pintor flamenco, uno de los grandes maestros del s. XVI. Junto al Bosco, Van Eyck y Rubens está considerado uno de los cuatro grandes de la pintura flamenca de esta época. Su pintura, rica en detalles, plasma muy bien el paisaje y las costumbres de Flandes, y en ella se halla siempre algún motivo irónico o satírico. En muchas ocasiones plasma diversos aforismos o refranes flamencos.  

La escena de esta pintura representa seis ciegos que caminan en hilera, uno delante de otro. El de delante, que hace de guía, también es ciego, y por no ver bien el camino cae en un agujero. El siguiente ciego se está ya tambaleando tras el primero. El tercero, conectado con el segundo, sigue a sus predecesores. El quinto y el sexto aún no saben lo que está pasando, pero al final acabarán cayendo también en el agujero. La obra se basa en un pasaje del Evangelio, en el que Jesucristo compara la obcecación de los fariseos diciendo: 

"Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo”.

                                                                (Mateo 15,14) 

Al escoger y representar esta escena Brueghel tiene una intencionalidad moral, denunciando que a veces el fanatismo ideológico de ciertos hombres públicos, que arrastra a un pueblo incapaz de enjuiciar las situaciones por sí mismo y siguen las indicaciones recibidas sin ningún análisis. Si ciegos son los líderes ineptos e irreflexivos, ciego es todo aquel que les sigue sin reflexión alguna. Todos irán al desastre por irresponsables.  La ceguera representada es ante todo, una ceguera moral, una sarcástica crítica de los dirigentes religiosos y políticos, que no ha perdido vigencia a pesar del paso del tiempo. 

El artista expresa la inevitable caída con gran fuerza recurriendo a una gran diagonal descendente formada por cabezas y brazos de las víctimas sostenidas a lo largo de la imagen y subrayadas por diagonales paralelas. El suelo inclinado y la posición de los bastones y muletas refuerzan más todavía la sensación de caída irremediable. Hacia el final de su corta vida, Brueghel comenzó a dedicar un gran esfuerzo a explorar la idea pictórica de la figura que cae y su investigación culmina con este cuadro. 

El fondo del cuadro se enriquece con un detallado paisaje tomado de la verde campiña flamenca. Es un paisaje que podemos situar  en Pajottenland, una comarca al sudoeste de Brabante, entre los ríos Zenne y Dender, cerca de Bruselas. Se pueden reconocer perfectamente en el cuadro las colinas y prados, e incluso la iglesia que figura en el cuadro de los ciegos, en Sint-Anna-Pede. 

Pero para los ciegos no existe el amable paisaje flamenco ni los lirios del arroyo ni la colina suavemente ondulada del fondo ni la pequeña iglesia en el prado junto a la colina. Sus ojos vacíos, sus cabezas explorando en todas direcciones la oscuridad que los rodea impresionan vivamente. 



El segundo ciego

Desde el punto de vista médico, la precisión de la pintura de Brueghel nos permite diagnosticar a algunos de los ciegos del cuadro. 

El primer ciego ha caído ya en el hoyo, y no podemos ver sus ojos, por lo que no podemos identificar su tipo de ceguera. Pero sí podemos hacerlo con el segundo, en el que se observa con claridad una enucleación bilateral de los globos oculares. La enucleación podría ser el resultado de una batalla, de un accidente o de una reyerta, aunque también hay que considerar que en aquel tiempo era relativamente común arrancar los ojos a los nobles acusados de traición o vencidos en las guerras. Sea cual sea la causa, las vacías cuencas de los ojos del segundo ciego constituyen uno de los detalles más impresionantes de la obra. 



El tercer ciego, que presenta un leucoma corneal en el ojo derecho. 


El tercer ciego, con la cabeza cubierta por un casquete oscuro, está de perfil, por lo que solamente podemos ver su ojo derecho, en el que presenta un leucoma corneal.

El cuarto ciego, tocado con un sombrero, alza en un dramático gesto la cabeza, y  presenta signos de una ptisis bulbi grave. 



El cuarto ciego, afecto de una ptisis bulbi grave

El quinto ciego lleva un sombrero calado, por lo que sus ojos quedan ocultos. Esta imagen, de un personaje que no ve por llevar un sombrero que le priva la vista, aparece frecuentemente en los cuadros de Brueghel. Tal vez se quiera representar a un personaje que no siendo ciego, prefiere no ver con sus propios ojos, y seguir "ciegamente" el camino trazado por el líder: pura imagen simbólica del fanatismo. 




Los tres últimos ciegos. El quinto ciego lleva los ojos tapados por un sombrero.
El últiimo presenta cataratas. 


Finalmente el sexto ciego, el último de la fila, presenta signos de padecer dos cataratas hipermaduras.

En definitiva, la precisión de la pintura de Brueghel hizo que se fijara en estos detalles, que tal vez pasarían desapercibidos en una representación superficial, pero que permite no solo apreciar el claro carácter simbólico de la obra sino también las alteraciones oftalmológicos que permiten aventurar el diagnóstico de algunos de estos personajes. 


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