Marius-Pierre de Le Masurier (atribuído)
La negra pia o Madeleine de la Martinique y su madre (1782) Óleo sobre tela
Musée d’Histoire Naturelle.
París. |
Muy pocas son las noticias que nos han llegado del pintor Le Masurier (1710- después de 1782). Sabemos apenas que era de origen flamenco y que se dedicó fundamentalmente a pintar a los habitantes de la Martinica, una isla de las Antillas que había sido descubierta por Cristóbal Colón en 1502.
La población indígena amerindia de la Martinica fue prácticamente exterminada. La isla pasó a ser de dominio francés en 1635. Poco después, en 1670 comenzó una deportación masiva de esclavos negros de origen africano que determinarían a partir de entonces la etnia de los nuevos pobladores de la isla. Son los descendientes de estos negros americanos los que pinta Le Masurier. Una pintura dirigida a sorprender a los habitantes de la metrópoli mostrándoles algo exótico, diferente. Un verdadero zoo humano, que se encuadra en las llamadas pintura de castas, en la que se documentan los diferentes tipos de mestizajes y cruces entre diferentes etnias así como sus costumbres y su modo de vida.
En la pintura Madeleine de la Martinica y su madre, una mujer sostiene a su hija que presenta claros signos de piebaldismo, una enfermedad de origen genético similar al vitíligo, en la que hay una amplia despigmentación cutánea distribuida simétricamente por todo el cuerpo. En este caso las zonas despigmentadas contrastan mucho con el color oscuro de la piel normal. De hecho, el cuadro tiene otro título: La negra pía. La denominación de negra pía o piebaldismo deriva de un fenómeno similar que se observa en algunos caballos que son denominados así: caballos píos.
El piebaldismo es una enfermedad autosómica dominante que produce grandes áreas de despigmentación cutánea debida a la ausencia de melanocitos en las zonas afectadas.
El retrato de Madeleine y su madre se encuadra en la tendencia de mostrar los exotismos y cosas consideradas raras a la curiosidad morbosa de la población. Una especie de circo humano de razas lejanas. En este caso se exhibe una doble rareza: la etnia negra, que todavía llama la atención en la Francia metropolitana; y la propia descripción de la enfermedad, si bien entonces era percibida como una anomalía de la Naturaleza, o incluso como una monstruosidad.
Le Masurier: Esclavos negros en la Martinica (1775). Óleo sobre tela 125 x 106 cm. Una de las pinturas en las que se refleja la vida de los habitantes de la Martinica. |
En la pintura Madeleine de la Martinica y su madre, una mujer sostiene a su hija que presenta claros signos de piebaldismo, una enfermedad de origen genético similar al vitíligo, en la que hay una amplia despigmentación cutánea distribuida simétricamente por todo el cuerpo. En este caso las zonas despigmentadas contrastan mucho con el color oscuro de la piel normal. De hecho, el cuadro tiene otro título: La negra pía. La denominación de negra pía o piebaldismo deriva de un fenómeno similar que se observa en algunos caballos que son denominados así: caballos píos.
Otra obra costumbrista de Le Masurier. En esta, aparte de reflejar la variedad étnica también se muestran los hábitos de tomar café té o chocolate propios de las colonias. |
El piebaldismo es una enfermedad autosómica dominante que produce grandes áreas de despigmentación cutánea debida a la ausencia de melanocitos en las zonas afectadas.
William T. Maud, Un coup d'oeil aux Indigènes (L'Afrique du Sud sauvage à Earl's Court), 1899. Las razas no caucásicas eran consideradas un exotismo y exhibidas como un apéndice de la zoología |
Se ha encontrado el defecto genético en el gen KIT (situado en el cromosoma 4q12), que codifica un receptor celular con actividad tirosina quinasa (Receptor tirosina quinasa|RTK), que afecta a la diferenciación y a la migración de los melanoblastos a la epidermis, donde se convierten en melanocitos para producir melanina, pigmento que da el color característico de la piel.
Naturalmente en el s. XVIII todo eso no se sabía y se buscaban explicaciones bastante extrañas para justificar este fenómeno. En general era considerado como una variante más de los cruces étnicos. La gran variedad de hibridaciones genéticas entre amerindios, europeos caucásicos, negros, mulatos y mestizos dio lugar a una abigarrada paleta de colores de piel que llamó mucho la atención en aquella época. Por eso surgieron las pinturas de castas. El piebaldism o no era considerada propiamente un trastorno, sino el producto del cruce de negras con soldados blancos o incluso de mujeres negras con monos (!!!). Quienes lo padecían solían acabar exhibidos como rareza exótica en ferias y circos, como fue el caso de Mary Sabina, la pequeña damisela moteada, que ya comentamos en una anterior entrada del blog.
Naturalmente en el s. XVIII todo eso no se sabía y se buscaban explicaciones bastante extrañas para justificar este fenómeno. En general era considerado como una variante más de los cruces étnicos. La gran variedad de hibridaciones genéticas entre amerindios, europeos caucásicos, negros, mulatos y mestizos dio lugar a una abigarrada paleta de colores de piel que llamó mucho la atención en aquella época. Por eso surgieron las pinturas de castas. El piebaldism o no era considerada propiamente un trastorno, sino el producto del cruce de negras con soldados blancos o incluso de mujeres negras con monos (!!!). Quienes lo padecían solían acabar exhibidos como rareza exótica en ferias y circos, como fue el caso de Mary Sabina, la pequeña damisela moteada, que ya comentamos en una anterior entrada del blog.
Clínicamente el piebaldismo cursa por parches de piel blanca (leucodermia) y de pelo blanco (poliosis), generalmente en regiones simétricas del tronco o de la cara, y, de forma mucho más constante la frente. Generalmente, estas manchas o mechones amelanóticos (sin color) son los únicos hallazgos visibles de la enfermedad. Esta condición, que es producida por un defecto genético, también puede acompañarse de otro tipo de alteraciones en el cuerpo, como esterilidad, anemia o defectos en el desarrollo de las neuronas, el oído o el intestino.
El retrato de Madeleine y su madre se encuadra en la tendencia de mostrar los exotismos y cosas consideradas raras a la curiosidad morbosa de la población. Una especie de circo humano de razas lejanas. En este caso se exhibe una doble rareza: la etnia negra, que todavía llama la atención en la Francia metropolitana; y la propia descripción de la enfermedad, si bien entonces era percibida como una anomalía de la Naturaleza, o incluso como una monstruosidad.