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miércoles, 3 de julio de 2019

El guayaco (II): el tratamiento de la sífilis en el s.XVI.

19-88





Philip Galle 

HYACVM ET LVES VENEREA

(1600)

Grabado 20 x 27 cm
Colección privada 




En una entrada anterior comentamos como tras la irrupción de la sífilis en Europa (presuntamente proviniente de América) se propuso un tratamiento a base de madera guayaco (también llamado palo de guayacán). 

Ulrich von Hutten
No tenemos noticia de los primeros envíos de guayaco a la península Ibérica, pero según diversas fuentes de la época, la madera de este árbol tropical ya era bien conocida desde la primera década del s.XVI. La novedad llamó la atención del cardenal Matthäus Lang, consejero del emperador Maximiliano I, que organizó una comisión imperial que entre 1516 y 1517 se trasladó a los reinos hispánicos para estudiar su uso terapéutico en el «mal de bubas». El informe definitivo de esta expedición no vería la luz hasta 1535, si bien la información obtenida tuvo repercusión antes de la aparición de este documento. Solo así se explica que en 1519 apareciera el libro del humanista alemán Ulrich von Hutten De guaiaci medicina et morbo gallico, que sería traducido al alemán, inglés y francés.


Detalle del grabado de Philip Galle, en el que
podemos ver los pasos preparatorios para
la administración de guayaco: Abajo, un hombre
con un hacha descorteza el "palo santo". A la
derecha, una mujer pesa con una balanza
la cantidad de cortezas necesaria. Al fondo,
en la chimenea, una joven está realizando
el cocimiento en una gran caldera. 
En este texto, Hutten revisaba lo que debía ser entonces el tratamiento habitual a base de guayaco o guayacán, que podemos ver representado en el grabado que encabeza este artículo, obra de Philip Galle, de la escuela holandesa, a partir de una pintura de Jan van der Straet. En el grabado puede apreciarse todo el proceso, desde el desprendimiento de la corteza del leño, su pesaje y su posterior cocción (derecha del grabado). Una vez elaborada la tisana se administra al enfermo, bajo la supervisión del médico (izquierda del grabado). 

En el libro de Hutten se especifican los mismos pasos. La cura comenzaba con la preparación de una infusión a partir de una libra de virutas de madera en 8 partes de agua que se calentaba, sin llegar a hervir, hasta que el volumen se reducía a la mitad. La tisana así obtenida se administraba durante un mes al enfermo, que tenía que someterse además a una estricta dieta, abrigarse con gruesas mantas y permanecer encerrado en una habitación a alta temperatura. Con eso se obtenía una profusa sudoración, que según la doctrina humoral vigente en aquel tiempo, contribuía a expulsar del cuerpo a los miasmas nocivos. La cura completa duraba cuatro o cinco semanas. Se creía que la profusa sudoración y la irritación provocada por el sudor del guayaco debía ayudar a eliminar la enfermedad. Este tipo de tratamiento estimulador de la sudoración fue conocido vulgarmente por "tomar sudores", y así fue inmortalizado por Quevedo en su poema: "Sudores estaba tomando Marica en el hospital..." (en alusión al hospital de Antón Martín, lugar de referencia para tratar el "mal de bubas" o sífilis en Madrid). 

Este remedio alcanzó un notable éxito y el mismo rey Francisco I de Francia - que estaba afecto de sífilis - mandó fletar un barco con destino al continente americano a propósito para conseguir la madera curativa. Pero este tratamiento debía ser poco eficaz, ya que el mismo von Hutten acabaría muriendo en 1523 a causa de la misma enfermedad que la que había creído vencer. Aunque al parecer nadie dio importancia a este detalle. 


Sumario de la Natural y General Historia de las Indias
de Gonzalo Fernández de Oviedo 
(1526) 
El caso es que siguieron apareciendo libros y panfletos alabando las virtudes terapéuticas del guayaco.  Entre ellos destaca el Sumario de la Natural y General Historia de las Indias (1526) del cronista castellano Gonzalo Fernández de Oviedo, el primero que atribuyó el origen del «mal de bubas» al Nuevo Mundo. Con eso se daba un nuevo argumento a los defensores del nuevo remedio, ya que por aquel entonces se creía que para aliviar las enfermedades que Dios nos envía, también coloca cerca el remedio de curación. Una idea que se defendía también en el poema Syphillis, sive morbus gallicus, escrito el 1530 por el médico de Verona Girolamo Fracastoro, que de manera alegórica atribuía la dolencia al pastor Syphilo, que había ofendido a Apolo. El nombre de este personaje acabaría dando el nombre definitivo a la nueva enfermedad. 


Hans Burkmair. Jakob Fugger II
Nos puede sorprender que un pretendido tratamiento, a todas luces ineficaz, tuviera tanto predicamento y fuese reconocido por todos de forma casi unánime. Cuatro causas principales pueden explicar este fenómeno: 

1) La súbita irrupción y rápida extensión de la sífilis que urgían a intentar un tratamiento

2) Los numerosos efectos secundarios del mercurio, la principal alternativa terapéutica para la sífilis, que hacía desaconsejable su uso. 

3) La propia evolución de la enfermedad, con períodos de escasa sintomatología o latencia que pueden hacer creer en una remisión de la sífilis por efecto del palo de guayacán. Así, tras un episodio de sífilis primaria, caracterizado por la aparición del chancro y adenopatías, sigue un período de latencia. Los próximos síntomas (sífilis secundaria) pueden tardar meses en aparecer. También estas lesiones remiten y se entra en una nueva fase silente, que dará paso al cabo de años (a veces décadas) a la sífilis terciaria, con afectación neurológica y cardiovascular. En el s. XVI no se conocía bien la clínica de la enfermedad y los períodos de remisión espontánea fueron confundidos con los efectos curadores del guayaco. 

4) Finalmente una intensa campaña publicitaria sobre las virtudes del guayaco, promovida por la familia Fugger, de la que trataremos en una próxima entrada.   

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