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martes, 16 de octubre de 2018

Francia quiere prohibir las cabinas UVA





Lámpara de rayos ultravioleta
(1910-1920)

Marca Original Hanau. 
Modelo Kunstliche Hohen Sonne

Museo Sanitario de Vigo (MUSAVI)




La radiación ultravioleta fue descubierta en 1801 por Johann Wilhelm Ritter (1776-1810). Poco antes se había descubierto la luz infrarroja (William Herschel, 1800) y Ritter decidió realizar algunos experimentos por si podía demostrar la existencia de alguna otra fracción de luz no visible. 


Johann Wilhelm Ritter
Ritter sabía que el cloruro de plata se ennegrecía al exponerse a la luz y que esta reacción era mayor con luz azul que con luz roja. Ideó una caja oscura en la que la luz entraba a través de un agujero que la descomponía en colores. Ritter expuso sucesivamente un papel con cloruro de plata a las diversas franjas de color. El ennegrecimiento obtenido era, efectivamente muy escaso en la parte roja y cada vez más intenso a medida que se acercaba a la última franja, la de color violeta. Posteriormente, colocó el papel más allá de la franja de color violeta, que ya no estaba iluminada por ninguna luz visible. Asombrado vio como la reacción era todavía más intensa. Por eso decidió llamar a esta reacción no visible "luz ultravioleta": más allá del color violeta. 


Niels Ryberg Finsen
Algunas décadas más tarde, la luz ultravioleta demostró tener diversas cualidades. En 1860, Niels Ryberg Finsen, un danés nacido en las islas Feroe (un lugar con muy poca radiación solar) descubrió que la luz ultravioleta tenía propiedades bactericidas y diseñó una lámpara con arco voltaico que emitía este tipo de luz para tratar el lupus tuberculoso: la lámpara de Finsen. En 1896 fundó el Instituto Terapéutico Finsen, donde demostró que la luz ultravioleta podía ser útil en el tratamiento del raquitismo y otras enfermedades, lo que le valió el Premio Nobel en 1903. Las lámparas Finsen, como la que se conserva en el MUSAVI y con la que encabezamos esta entrada, tuvieron un papel terapéutico destacado en la década de los años 20. Pero se tenía que ir con cuidado para no provocar quemaduras en la piel, como cuando se exponía la piel al sol durante mucho tiempo.  

Más adelante se descubrió que los rayos ultravioleta tenían diversas fracciones y que solamente una de ellas (la fracción B) era la responsable de las quemaduras. Por eso se diseñaron lámparas que solamente emitían la fracción A, que fueron conocidas como UVA (Ultra Violeta A), que no producían eritema tras la exposición. En los años 70 del s. XX, se popularizó un tratamiento dermatológico para la psoriasis y otras enfermedades, en la que se administraba a los pacientes psoralenos y luego eran sometidos a la acción de la lámpara UVA. A este tratamiento se le dio el nombre de PUVA (psoralenos + Ultra Violeta A) y se aplica a pacientes con psoriasis, vitíligo y otras afecciones dermatológicas bajo supervisión médica. 

Pero desde los años 20 había surgido una moda que cambió completamente la concepción estética: el bronceado. Ya nos hemos referido repetidamente a esta moda y a los nefastos efectos de exponerse al sol de forma inmoderada. Pero ahora no hacía falta ir a la playa. Las cabinas UVA, provistas de lámparas, permitían obtener el ansiado moreno en sesiones de pocos minutos. Los centros UVA, donde se ofrecía el moreno artificial, proliferaron por doquier. La obsesión por lucir una piel bronceada todo el año, la llamada tanorexia, suministró clientes a todas las cabinas. 

Pero si bien las lámparas UVA no producen quemaduras, no evitan los efectos sobre la piel a largo plazo: fotoenvejecimiento, manchas, arrugas y sobre todo, la aparición de cáncer cutáneo. En un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (2004), el equipo de Gary Halliday, del Melanoma and Skin Institute de Sidney demostró que los rayos UVA son tan nocivos como los UVB y que provocan mutaciones en las células profundas de la piel. De hecho el incremento notable de cáncer cutáneo es un problema cada vez más acuciante.


La generalización de cabinas UVA supone un peligro sanitario. 

Algunos países, como Brasil (2009) o Australia (2015) han prohibido ya totalmente las cabinas UVA por el peligro que suponen para la salud de la población. Recientemente, en Francia, la ANSES (Agence Nationale de securité sanitaire) ha pedido "a los poderes públicos tomar medidas encaminadas a evitar que la población se exponga a los UV artificiales" ante el riesgo de cáncer demostrado. La asociación propone hacer desaparecer tanto las actividades dirigidas al bronceado artificial como la venta de aparatos UVA de uso doméstico. Esta advertencia, del 10 octubre de 2018, se une a otros avisos similares que la asociación publicó en 2013 y 2014. Opiniones parecidas han sido expuestas repetidamente por los dermatólogos franceses, la Academia de Medicina e incluso por el Senado. A esto hay que añadir la voz de alarma a nivel mundial de la OMS que en 2009 clasificó la exposición a las lámparas artificiales de rayos ultravioletas como "cancerígeno seguro". 

Aunque las lámparas UVA están expresamente prohibidas para menores de 18 años en Francia, la norma está lejos de ser respetada y su uso fraudulento es bastante habitual (se calcula que en el 63% de los casos no se respeta la normativa). Las personas que se han expuesto al menos una vez a los UVA antes de los 35 años, aumentan la probabilidad de tener un cáncer de piel en un 60%. Se estima que el 43% de los casos de melanoma se desarrollan en personas que han estado expuestas a los UVA antes de los 30 años (En Francia, 10.340 casos de melanoma se pudieron relacionar con los UVA en 2015). 

Además del alto riesgo de cáncer cutáneo, las cabinas UVA son responsables de otros efectos indeseables, como el envejecimiento acelerado de la piel, arrugas prematuras y aparición de manchas. De hecho se calcula que el fotoenvejecimiento por UVA artificial es cuatro veces mayor que el provocado por exposición al sol natural. 

Los defensores del sol artificial intentan buscar argumentos que no tienen base científica alguna. Uno de ellos es que la piel se protege de quemaduras solares si se somete a algunas sesiones de UVA antes de ir a la playa, afirmación completamente falsa. O que son beneficiosas para producir vitamina D. La vitamina D se produce suficientemente con mínimas exposiciones a la luz natural y su producción no se incrementa por aumentar la exposición.   

A todo esto hay que añadir que otro uso fraudulento es la dosificación de joules/cm2, que no suele estar bien regulada. En la mayoría de centros de "sol artificial" se somete a los clientes a dosis excesivas, para conseguir efectos más rápidos. Aunque a decir verdad, como recuerda la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria francesa, "no se puede establecer ningún valor límite de irradiación ni de dosis (de UVA)" segura y que no tenga peligro alguno. 

Por todo ello, lo más prudente sería la total prohibición de este tipo de instalaciones en todos el mundo. Una decisión problemática, ya que sólo en Francia hay casi un millar de cabinas UVA, que dan ocupación a un gran número de trabajadores. De aquí se deriva que su prohibición haya quedado, de momento, encallada en el Senado. 


Bibliografía

Faut-il interdire les cabines de bronzage?. Sciences et Avenir, 10.10.2018 
https://www.sciencesetavenir.fr/sante/dermato/l-anses-recommande-la-fermeture-des-cabines-de-bronzage_128406

França demana prohibir les cabines de raigs UVA. 
Ara, 11.10.2018

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