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domingo, 15 de febrero de 2015

En los templos griegos de la salud.







Médico explorando a un enfermo

Lápida de mármol con bajorrelieves en ambas caras
Museo de Cirene (Libia) 





En este relieve griego del Museo de Cirene, en Libia, se puede ver a un médico, sentado en una silla,  explorando a un enfermo, probablemente por algún problema cutáneo o articular. 

En el reverso de la lápida aparece un enfermo reclinado en el abaton durante la incubatio. Sostiene una patera en la mano, previsiblemente una mezcla de drogas, para inducir el sueño.  



Reverso de la lápida: Tomando las drogas en el abaton. Museo de Cirene (Libia) 


En la cultura griega, los enfermos acudían a los templos de los dioses sanadores  o centros de salud, generalmente situados cerca del mar o en lugares saludables. Las principales divinidades a quienes recurrían los helenos para implorar la sanación eran Asclepio, dios de la medicina; Apolo, su padre; e Hygia, diosa de la salud y la higiene; Telesforo, un jovencito ayudante de Asclepio... Más tarde se incorporaron divinidades helenísticas, a veces sincréticas con otras culturas, como Serapis e Isis, que desde la Alejandría ptolemaica irradiaron su culto por el Mediterráneo. (Véase Esculapio, el dios de Empúries )

Médico explorando a un enfermo.
British Museum. Londres. 

En la entrada del santuario, tras el pago de un óbolo (la medicina no era gratuita), los enfermos eran explorados por los por los médicos o por los asclepíades, sus ayudantes, consagrados al culto de Asclepio. Tal vez es este momento el que refleja el relieve de Cirene o este otro, procedente del British Museum (izquierda).

Durante esta entrevista se les realizaba una cuidadosa anamnesis y múltiples preguntas. Generalmente había una cierta lista de espera, antes del ingreso. Los pacientes esperaban algunos días en el exterior del santuario. 

Mientras tanto debían realizar una estricta dieta, exenta de vino y tomando alimentos saludables. También realizaban ejercicios gimnásticos y largos paseos. Con todo esto, una buena parte de las enfermedades comenzaban a mejorar. 


Exvotos en la vía de las procesiones.
Muchas de estas estelas comentan la historia clínica
de los pacientes curados en el santuario.
Éfeso (Turquía) 
Bañera de purificación. Templo de Telesforo. Éfeso. 











  









Finalmente llegaba el ansiado día que eran aceptados en el templo. Se les lavaba, se les ungía con aceites perfumados y se les entregaba una blanca túnica limpia. Por la noche tenía lugar una solemne procesión, en la que todos los enfermos vestidos con las blancas túnicas entonaban cantos e himnos que creaban un ambiente vibrante y propicio. 

luz de las antorchas se desfilaba por entre las lápidas de pacientes agradecidos por haber obtenido la curación, así como los abundantes exvotos, testimonio de otras tantas curaciones de antiguos pacientes. Debía realmente crearse un ambiente emocionante, vibrante, en la que la esperanza de curación predisponía el ánimo.  



Serpiente de Asclepios. Detalle de un ara votiva. Éfeso. 

Capiteles en el templo de Asclepio en Cos (Grecia)
Enfermo vomitando. Cerámica s. V aC.
Museo de Wurzburgo.

























Se llegaba así al momento culminante, cuando llegaban al recinto donde estaba la estatua del dios, iluminada con lámparas y antorchas y le podían solicitar la curación. La visión debía ser impresionante. Aquella noche el paciente era llevado a una sala - el abaton - donde se le sometía a la incubatio. Se le tendía en un lecho y se le administraba vino y drogas. En el reverso del relieve de Cirene se describe este momento. El enfermo se sumía así en un sueño profundo. 

Por la noche, el médico, vestido con los atributos del dios, seguido de algún ayudante caracterizado de Telesforo o Hygia portando alguna serpiente se le acercaba y le susurraba al oído lo que tenía que hacer para obtener su curación. Probablemente, el paciente, en medio de su sueño hipnótico percibía esta visita como una aparición. 


Enfermos en procesión acuden a Asclepio. Detrás del dios, los asclepíades. 


Al día siguiente, los asclepíades suministraban las hierbas y drogas al enfermo, así como le daban consejos para aliviar su mal. Antes de irse debía ofrecer un sacrificio de un gallo  (el llamado gallo de Asclepios). 

Si el paciente se curaba, quedaba obligado también a llevar un exvoto o una lápida de agradecimiento, en la que comúnmente se contaba su historia clínica y los detalles de su curación. Estas lápidas eran expuestas en la vía de las procesiones y  servían para animar a los nuevos pacientes. 







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