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miércoles, 26 de agosto de 2020

La alargada sombra de Hipócrates: etimología griega en Dermatología

Hipócrates - Wikipedia, la enciclopedia libre





Hipócrates
(s. II)  

Busto en piedra. 
Museo Pushkin. Moscú 


Hipócrates es el símbolo de la herencia griega de la Medicina. Su obra, el Corpus Hippocraticum marcó el inicio de la medicina científica. La influencia de la medicina hipocrática ha sido enorme y ha marcado el rumbo de esta ciencia durante siglos. 

No es de extrañar, pues que muchos de los vocablos médicos actuales deriven todavía de raíces etimológicas griegas. Y no solamente son voces antiguas, sino que en tiempos relativamente modernos cuando se acuñaba un neologismo médico se iba a buscar la palabra griega que lo definiera para crear la nueva voz.  Y también como hemos visto en otras entradas del blog, algunos mitos y divinidades griegas han dado nombre a diversas partes anatómicas del cuerpo humano.

La Dermatología, por ejemplo es la rama de la Medicina que estudia las enfermedades de la piel. Su nombre deriva del griego derm(ato)- δέρ-μα/-ματος que significa "piel" y logía -λογία, "estudio". Este nombre dió lugar a múltiples derivados, como dermatólogo, dermatitis, dermátomo, etc.

Esta misma raíz griega, derma- δέρ-μα fue usada para denominar las diferentes capas de la piel: 
  •  la dermis, formada de derma- δέρμα 'piel' e 
       -is, sufijo propio de los elementos anatómicos 

  •  la epidermis, de epi, ἐπί en griego 'sobre'

  •   la hipodermis hypo ὑπό 'debajo de'


Resultado de imagen para piel histologia | Histología, Piel, Patologia
Histología de la piel normal, mostrando la epidermis y la dermis. 


La terminología dermatológica es de una gran riqueza y no siempre es fácil de comprender. Muchos términos tienen una gran antigüedad y se han ido perpetuando por razones históricas. Otros han sido nuevamente acuñados por las diferentes escuelas dermatológicas, usando neologismos o reintroduciendo vocablos griegos o latinos. El resultado es un lenguaje complejo, lleno de sinonimias y matices de todo tipo. A pesar que se intenta una homogeneización de criterios, con denominaciones inequívocas, no siempre se consigue fácilmente la total sustitución de términos que tienen una tradición arraigada. 

No obstante, algunos de los nombres usados terminan sucumbiendo al progreso de la especialidad. Diagnósticos como porrigo, dartros, achores, que fueron habituales en el s. XIX han quedado ya obsoletos y olvidados, e incluso se ha perdido el auténtico significado de buena parte de ellos. 

Muchos términos médicos derivan de palabras de origen griego. Algunas enfermedades aparecen ya citadas en el Corpus Hippocraticum y toman de él la denominación. Las obras posteriores, como por ejemplo la obra de Celso, conservan el nombre griego para designar a muchas enfermedades. La tradición médica, pues, mantiene el nombre de muchas patologías desde el s. V aC. 

Pero no todos los helenismos tienen un origen en la medicina hipocrática. Muchos son neologismos medievales o modernos que se han confeccionado sobre raíces griegas. Se trata de cultismos que quieren respetar la tendencia etimológica clásica, y a los que recurrió tanto la medicina medieval y renacentista como los primeros autores de clasificaciones dermatológicas de los s. XVIII y XIX. 


Médico griego explorando a un enfermo. Museo de Cirene (Libia)


Algunos términos derivan de un color. El color rojo, propio de los fenómenos inflamatorios, dio el nombre a la erisipela, nombre ya usado por Hipócrates (erysipelas  ἐρυσίπελας, piel roja, derivado de erithro- ἐρυθρός, rojo, y pel- πέλμα, pieza de piel), al eritema (ἐρύθημα), y a muchos otros. 
El color negro (melano- μέλαν/μέλαινα) dio lugar en el s. XIX a neologismos como melanosis (1814), melanoma (1830), melanina (neologismo creado en 1843 por Vizio), melanocito (1890) melanogénesis (1909) o melanosoma (1931). 

El color blanco (leukos- λευκός) dio lugar a términos como leucodermia; el azul (kyano- κυανός) a cianosis; y el amarillo (xantho- ξανθός) a los xantomas. El xantelasma fue una denominación acuñada por Wilson en 1867 y quiere decir literalmente ‘lámina metálica amarilla’. 

En el caso de las porfirias (porphir- πορφύρα) la alusión cromática hace referencia a la orina teñida de púrpura que caracteriza a estas enfermedades. 

Hay enfermedades que se caracterizan por su aspecto abigarrado, con varios colores, como la poiquilodermia (de poikilós, ποικίλος = variado) 

Otro aspecto clínico que conformó la terminología fue el aspecto de la superficie de la piel enferma. La fina descamación superficial recuerda en algunas afecciones a las escamas de salvado. Es el caso de la pitiriasis (pityr- πίτῡρα, en griego 'salvado de cereal') que ya fue usado por Dioscórides en el s. I dC, y reintroducida en el s. XVII.  El nombre latino del salvado, furfur, también fue usado con idéntica finalidad descriptiva, e incluso Baillon (1889) lo usó para dar nombre al agente causal de la pitiriasis versicolor,  Malassezia furfur. 

La consistencia de las lesiones es otro criterio descriptivo para nominar ciertas patologías. La dureza de la piel da el nombre a las esclerodermias (de escleros σκλήρος duro). A veces ciertos procesos tomaron su nombre por una asociación de ideas. Así escara (costra adherente que parece produciuda por una quemadura, deriva de la voz griega eskhara (ἐσχάρα) que significa 'brasero'. Querion (kēríon,κηρίον que significa panal de miel) fue usado por Celso (s. I dC), para señalar que es una lesión que como los panales, deja ir una secreción espesa por múltiples puntos. Eccema o eczema (de ek(s) ἐκ(ς) 'de dentro hacia fuera' y zéma ζέμα 'hervir'), o sea, literalmente "yo hiervo hacia afuera", intenta dar la idea de la efervescencia de las vesículas que parecen surgir desde el interior (Dioscórides). Hipócrates se refería a los exantemas y al liquen, que se parecía a la vegetación saprofita de un árbol.

Mención aparte merece el término "herpes", profusamente usado en Dermatología para designar diversos procesos. En griego hérpēs (ἕρπης), significa ‘que repta’, ‘que se arrastra como un reptil’, ‘que trepa’.  En algunos casos tal denominación puede referirse a enfermedades insidiosas que avanzan sin que casi se note. En otros casos, como en el herpes zóster, alude claramente a la propia forma que presentan las lesiones, que se disponen en el recorrido linear de un nervio, alargándose como una serpiente. este sería el caso del herpes zóster (zṓstēr ζώστηρ 'cinturón') vocablo aludido por Plinio (s. I dC) también llamado zona (zṓnē ζώνη ‘faja de tierra’). Escribonio (s. I dC) se refería al herpes zóster como ignis sacer, "fuego sagrado" aunque respetaba también la terminología griega: 
"… ad ignem sacrum et ad zonam  
quam Graeci herpetam dicunt".
Pero el nombre de herpes cobijaba múltiples y dispares diagnósticos. Boissier de Sauvages, en el s. XVIII clasificaba los herpes entre las pápulas y distinguía: 
  • herpes simplex, 
  • herpes serpigo, 
  • herpes miliar, 
  • herpes estiomenas, 
  • herpes sifilítico, 
  • herpes periscellis, 
  • herpes collaris… 
Tal era la confusión que en 1774 el Colegio de Medicina de Lyon propuso un concurso dirigido a clarificar la cuestión de los herpes. Talo es el motivo de que hayan llegado a nosotros patologías diversas que aún conservan este epíteto, como es el caso de herpes gestationis o el de herpes circinado (al que se le denomina actualmente tinea corporis para evitar perpetuar la confusión). 

Otras veces los términos médicos han sufrido corrupciones y modificaciones con el paso del tiempo. Esto es aún más evidente en el caso de vocablos que trascienden al lenguaje popular. 




Bibliografía

Corpus Hippocraticum. 8 vol. Traducción: A. Gómez Rabal. Prólogo: Laín Entralgo. Barcelona.  Mra, Creación y realización editorial, 1995.

Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico. Universidad de Salamanca. dicciomed.eusal.es

Baillon E. Traité de botanique médicale cryptogamique, suivi du tableau du droguier de la Faculté de Médicine de Paris. Paris. Doin, 1889.

Sierra, X. Pitiriasis versicolor. (pag. 57-60) En: Sierra, X. Historia de las micosis cutáneas. Barcelona. Mra, Creación y realización editorial, 1994 (128 pág)

García Pérez A. Sobre terminología dermatológica: “eccema” y “verrucoso”. Actas Dermo-Sifiliográficas 1996;87: 425-427.

Ortiz Frutos FJ, Jiménez Martínez Y. En defensa de la grafía “eczema”. ActasDermo-Sifiliográficas 1996;87:428.

Navarro FA. En defensa de la grafía “eccema”. Actas Dermo-Sifiliográficas 1996;87:429-234.

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