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miércoles, 29 de julio de 2020

Distanciamiento social en el ghetto de Varsovia



En esta pintura, Israel Bernbaum representa a niños judíos en el gueto de Varsovia y en los campos de exterminio. / Propiedad de la Colección Permanente de la Universidad Estatal de Montclair (EE UU)




Israel Bernbaum

Niños judíos en el 
ghetto de Varsovia


Colección permanente de la 
Universidad Estatal de Montclair  (EEUU) 



Las epidemias, las pandemias y las enfermedades infecciosas han jugado un papel importante en la configuración de la trayectoria de la historia humanaSu capacidad para invadir, infectar y luego devastar rápidamente a las poblaciones humanas, no pocas veces, ha dejado a millones de víctimas muertas a su paso. 

En tiempos de guerra y hambruna, la presencia de enfermedades infecciosas aumenta los riesgos existentes, lo que a menudo desencadena catástrofes de proporciones extremas. El tifus exantemático es una enfermedad producida por Rickettsia prowazekii y transmitida por piojos (Pediculus humanus corporis), que frecuentemente afecta a poblaciones hacinadas y con escasa alimentación (campos de concentración, prisiones, campamentos militares...) 




La propagación del tifus en Alemania durante la II Guerra Mundial fue utilizada por los nazis como un pretexto para el genocidio, con calumnias antisemitas que atribuían a los judíos la transmisión de la enfermedad. Con este pretexto se crearon primero los ghettos y más tarde los campos de exterminio. En octubre de 1941, cuando se desataba una epidemia en el gueto de Varsovia, Jost Walbaum, el Director de Salud del Gobierno General (Polonia ocupada) hizo la acusación infame: 
“Los judíos son los principales portadores y diseminadores de la infección por tifus. ... Solo hay dos formas [para resolver esto]. Condenamos a muerte a los judíos del ghetto por hambre o les disparamos ... Tenemos una y única responsabilidad: que el pueblo alemán no esté infectado ni en peligro por estos parásitos.


Pomnik Bohaterów Getta, fot. Filip Kwiatkowski
Monumento a los héroes del ghetto de Varsovia


A finales de 1940, las tropas del ejército nazi, con la excusa de controlar un brote de tifus crearon una Seuchensperrgebiet, literalmente un área de enfermedad restringida, que más tarde se convertiría en el ghetto. El 5 de octubre de 1940, a los judíos se les prohibió abandonar este territorio. Después del 15 de noviembre de 1940, se construyó un muro de ladrillo que rodeaba el área. Tenía 3 m de altura y 18 km de largo, el "muro epidémico", y toda la población judía de Varsovia, en ese entonces unas 450.000 personas se hacinó en un espacio de  poco más de 3,4 Km2Con alambre de púas en la parte superior, solo los residentes más ágiles podían escapar, principalmente a través de pequeños huecos en la pared, excavando bajo tierra o por las alcantarillas. Fue este el mayor ghetto judío de Europa durante la II Guerra Mundial, y suponía un tercio de la población total de la ciudad.  La densidad de población era de 5-10 veces mayor que la de cualquier ciudad actual. 

El hacinamiento en un espacio tan reducido, con unas condiciones de salubridad muy deficitarias (con poco acceso al agua y jabón), y con una alimentación escasa, no tardaron en aparecer enfermedades. La más importante fue una epidemia de tifus que se extendió como la pólvora. 

Se calcula que 120.000 personas enfermaron en el ghetto y murieron más de 30.000. Sin embargo, en otoño de 1941, cuando se acercaba el invierno y la tasa de contagios alcanzó el mayor índice, la curva epidémica empezó a caer hasta extinguirse. El inesperado cambio se produjo gracias a las medidas de prevención que impusieron los médicos judíos recluidos en el barrio y a la disciplina férrea de los habitantes del ghetto. 


Cómo lograron detener el tifus en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mudial
Fotografía de un piquete de soldados deteniendo
a un grupo de judíos en el ghetto de Varsovia. 

El fenómeno ha sido estudiado recientemente por el matemático Lewi Stone investigador de la Unidad de Biomatemáticas de la Universidad de Tel Aviv (Israel) y otros científicos que han publicado recientemente sus conclusiones en la revista Science Advances

La investigación realizada por Stone y cols. se basó sobre todo en entrevistas a supervivientes y en en el estudio de fuentes documentales, entre las que destacan los Archivos del Ghetto de Varsovia. 
"Mis mejores fuentes fueron los registros de epidemiólogos especialistas dentro el gueto. El profesor Jacob Penson, jefe del pabellón de enfermedades infecciosas, publicó varios registros sobre esta cuestión"

Las tasas de mortalidad pudieron ser estudiadas con datos muy fidedignos, gracias a las cartillas de racionamiento que distribuían los alimentos en el ghetto, y que eran de uso individual.
"Como el número de cartillas de racionamiento disminuyó rápidamente después de marzo de 1941, podemos suponer razonablemente que gran parte de ese cambio se debió a una alta tasa de mortalidad" 
De acuerdo a estas tarjetas, el número de fallecidos por la epidemia de tifus en el gueto y por el hambre podría haber sido mucho mayor a lo reflejado en los registros oficiales y podría llegar a los 100.000 muertos en 1941 (casi una cuarta parte de los habitantes del barrio), según el estudio.

Representación mensual de los casos de tifus en el gueto de Varsovia. Se aprecia cómo el pico de la epidemia se produjo en octubre de 1941 y repentinamente comenzó a descender. / Stone et al.
Gráfica de mortalidad en el ghetto de Varsovia (tomado de Stone y cols) 


En agosto de 1941 murieron 5.600 personas, incluidos 3.500 casos confirmados de tifus. Pero a partir de aquí la curva cayó drásticamente. ¿Qué había pasado? 
La brusca caída de la mortalidad se consiguió por una gran disciplina social en seguir las medidas propuestas por los médicos judíos. La principal era observar un distanciamiento social para evitar el contagio. En caso de presentar síntomas, los afectados eran aislados guardando una cuidadosa cuarentena doméstica. 

Se impulsó también normas de higiene general, con limpieza cuidadosa de los apartamentos. Se creó un taller para la fabricación de jabón en el ghetto, así como baños públicos y baños. También se impulsaron comedores sociales con la finalidad de mitigar en lo posible el hambre, aprovechando el contrabando de alimentos. Y se puso en marcha una campaña de formación de la población con charlas divulgativas. Incluso se creó una Universidad médica clandestina para jóvenes estudiantes. 

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Stone no duda en afirmar: 
“Al final, parece que los esfuerzos prolongados y decididos de los médicos del ghetto y los esfuerzos antiepidémicos de los trabajadores comunitarios dieron sus frutos”. 
“No hay otra manera que podamos encontrar para explicar los datos”.
Los autores del artículo destacan que existen paralelismos interesantes de la erradicación del tifus en el ghetto de Varsovia y los intentos actuales de contener la COVID-19. Ambas acciones surgieron del mismo miedo y pánico que tipifica a las ciudades en las garras de una plaga. El ejemplo del ghetto demuestra como las medidas preventivas, si son seguidas a rajatabla por una población cívica y disciplinada, pueden ser de gran utilidad. 

Stone recuerda: 
“Hoy, más que nunca, la sociedad necesita comprender cómo el daño causado por un pequeño virus o bacteria puede crear un caos total, arrastrando a la humanidad al punto terminal del mal como se vio en el Holocausto” 

“Sin embargo, como lo demostraron los del gueto de Varsovia”, explica Artzy-Randrup, “las acciones de las personas en la práctica de la higiene, el distanciamiento social y el autoaislamiento cuando están enfermos, pueden marcar una gran diferencia dentro de la comunidad para reducir la propagación”. 

“Es la cooperación y el reclutamiento activo de las comunidades lo que vence a las epidemias y pandemias, no solo las regulaciones gubernamentales”. 

“Solo recientemente hemos presenciado de cerca lo esencial que ha sido la participación de la comunidad para contener y derrotar la propagación mortal y horrible de los brotes de ébola en los países africanos”. 

“Este estudio es una instancia única en la que los métodos cuantitativos y cualitativos podrían utilizarse para revelar procesos históricos ocultos en la interfaz de las enfermedades infecciosas y la sociedad, que son directamente relevantes para la crisis actual de COVID-19”.








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