Sala de Las Meninas,
en el Museo del Prado Museo del Prado. Madrid |
En otra entrada del blog comenzamos a comentar la importancia de las Meninas en la historia del arte, destacando la importancia de dos elementos: el aire y la luz. En este post revisaremos los personajes de la escena que está teniendo lugar ante nuestros ojos. Seguiremos para ello la descripción que nos dejó Antonio Palomino, un historiador del arte del s. XVIII.
A la izquierda, Velázquez, tal vez un personaje que queda algo desligado del resto de la escena, o por lo menos, no es esencial para el resto de las acciones que tienen lugar ante nuestros ojos. Es la figura de más altura de todas y muestra en su pecho la cruz de la orden de Santiago que le fue concedida en 1659. Algo que Velázquez ansiaba con todas sus fuerzas: ennoblecerse, como reconocimiento a su arte. Pero las meninas habían sido pintadas tres años antes, por lo que la cruz tuvo que ser añadida posteriormente en el cuadro.
En el centro de la escena, la infanta Margarita de Austria, una niña rubia, de unos 5 años, vestida de color claro. Velázquez la retrató repetidamente. De hecho, es el personaje de la familia real que retrató más veces. Está rodeada de las meninas. La palabra menina es de origen portugués y significa niña. Se llamaba de esa forma a las hijas de personajes de la nobleza que entraban en Palacio como doncellas de honor de las Infantas y las acompañaban en su séquito a todas horas. Sólo recibían este apelativo hasta que les llegaba el momento de la puesta de largo. Este apelativo acabó dando nombre al cuadro a partir del s. XIX, ya que inicialmente (1666) se conocía la obra como ‘Retrato de la señora emperatriz con sus damas y una enana’ (la infanta Margarita llegó más tarde a ser emperatriz de Austria por u matrimonio con su primo Leopoldo I de Austria). Tras el incendio del Alcázar (1734), aparece citado como ‘La familia del Señor rey Phelipe Quarto’. No es hasta 1834 cuando aparece como "Las Meninas" en un catálogo del Museo del Prado.
La menina de su derecha, que está de pie, en actitud de hacer una reverencia es Isabel de Velasco, hija de don Bernardino López de Ayala y Velasco, VIII conde de Fuensalida y gentilhombre de cámara de su Majestad.
Uno de los grandes atractivos de Las Meninas es su cuidada composición. Ya hemos aludido, en otra entrada del blog en las áreas superior e inferior del cuadro, tan diferentes entre sí: la superior, vacía, solamente ocupada por un aire espeso y por la presencia de dos referencias pictóricas que aparecen como una declaración de intenciones del autor; y la inferior en la que los personajes llenan la escena pero cuya acción ha quedado paralizada en una instantánea inmóvil, como símbolo de un tiempo detenido.
Pero hay otras lecturas compositivas. Si trazamos una línea que una las cabezas de las tres niñas de la escena central y la de Velázquez veremos aparecer un círculo que rodea al espejo del fondo, verdadero nudo, como hemos visto, de toda la escena. También la puerta del fondo queda incluída en esta circunferencia.
A la izquierda, Velázquez, tal vez un personaje que queda algo desligado del resto de la escena, o por lo menos, no es esencial para el resto de las acciones que tienen lugar ante nuestros ojos. Es la figura de más altura de todas y muestra en su pecho la cruz de la orden de Santiago que le fue concedida en 1659. Algo que Velázquez ansiaba con todas sus fuerzas: ennoblecerse, como reconocimiento a su arte. Pero las meninas habían sido pintadas tres años antes, por lo que la cruz tuvo que ser añadida posteriormente en el cuadro.
En el centro de la escena, la infanta Margarita de Austria, una niña rubia, de unos 5 años, vestida de color claro. Velázquez la retrató repetidamente. De hecho, es el personaje de la familia real que retrató más veces. Está rodeada de las meninas. La palabra menina es de origen portugués y significa niña. Se llamaba de esa forma a las hijas de personajes de la nobleza que entraban en Palacio como doncellas de honor de las Infantas y las acompañaban en su séquito a todas horas. Sólo recibían este apelativo hasta que les llegaba el momento de la puesta de largo. Este apelativo acabó dando nombre al cuadro a partir del s. XIX, ya que inicialmente (1666) se conocía la obra como ‘Retrato de la señora emperatriz con sus damas y una enana’ (la infanta Margarita llegó más tarde a ser emperatriz de Austria por u matrimonio con su primo Leopoldo I de Austria). Tras el incendio del Alcázar (1734), aparece citado como ‘La familia del Señor rey Phelipe Quarto’. No es hasta 1834 cuando aparece como "Las Meninas" en un catálogo del Museo del Prado.
La menina de su derecha, que está de pie, en actitud de hacer una reverencia es Isabel de Velasco, hija de don Bernardino López de Ayala y Velasco, VIII conde de Fuensalida y gentilhombre de cámara de su Majestad.
En la parte izquierda del cuadro (a la derecha de la infanta Margarita) está la otra menina, María Agustina Sarmiento de Sotomayor, hija del conde de Salvatierra y heredera del Ducado de Abrantes por vía materna. Aparece ofreciendo a la infanta agua en un búcaro, pequeña vasija de arcilla porosa y perfumada que refrescaba el agua. La menina está iniciando el gesto de inclinarse ante la Infanta real, como establecía el protocolo de palacio.
A la derecha aparece la enana Mari Bárbola (María Bárbara Asquín), entró en Palacio en 1651, año en que nació la infanta y la acompañaba siempre en su séquito, "con paga, raciones y cuatro libras de nieve durante el verano", como solía hacerse con las "gentes de placer".
A su lado, propinando un puntapié al perro, vemos a Nicolasito Pertusato, un enano de origen noble del Ducado de Milán que llegó a ser ayuda de cámara del rey y murió a los 75 años, tras prestar diversos servicios a la corona, incluído el de espía.
Tras los enanos aparece la dueña Marcela de Ulloa, encargada de vigilar a las doncellas del séquito de la infanta Margarita. Era viuda de Diego de Portocarrero y madre del cardenal Portocarrero. En el cuadro lleva vestiduras de viuda y aparece conversando con otro personaje, que queda medio en penumbra, un guardadamas, del que no sabemos con exactitud el nombre ni la identidad.
En la puerta que se abre al fondo vemos recortada la imagen del aposentador de la reina, José Nieto Velázquez, con la rodilla doblada y los pies sobre escalones diferentes. No está muy claro si está subiendo las escaleras saliendo de la sala o si por el contrario, está entrando en este momento.
El círculo de cabezas deja en su interior el espejo y la puerta que abre el aposentador. |
Pero hay otras lecturas compositivas. Si trazamos una línea que una las cabezas de las tres niñas de la escena central y la de Velázquez veremos aparecer un círculo que rodea al espejo del fondo, verdadero nudo, como hemos visto, de toda la escena. También la puerta del fondo queda incluída en esta circunferencia.
Y finalmente la helicoide del número áureo, en esta ocasión invertida. Una figura que se repite en un sinfín de obras de arte, y que también encontramos aquí.
Las Meninas es pues una obra de gran complejidad pictórica y que siempre nos revela nuevas sugerencias y detalles, tanto pintados como imaginados. La expresión máxima de la pintura barroca, donde todo es falso, engañoso y bello al mismo tiempo.
Bibliografía
Campás Montaner J. Velázquez: Las Meninas http://www.acmcb.es/files/425-2064-DOCUMENT/Campas-016-16Jun11.pdf
Museo del Prado. Colección. Las Meninas https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/meninas-las-velazquez/296ac38f-8bf6-439d-b13c-ed22de8c39de
Marías F. Las Meninas, el triunfo de la pintura National Geografic
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/meninas-triunfo-pintura_15378
Una explicación de Las Meninas de Velázquez. Análisis completo
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