Pabellón de tifus en un campode concentración
Fotografía en B&N circa 1942
Archivo histórico Auschwitz-Birkenau |
Menudean estos días muchas historias de epidemias de pasado, la mayoría de ellas devastadoras. Pero hoy hablaremos de una epidemia que lejos de causar una gran mortandad, salvó la vida de por lo menos 8.000 personas.
Adivino vuestras miradas incrédulas y algunas sonrisas socarronas. Sin embargo, aunque os parezca extraño, así fue.
El tifus exantemático es una enfermedad provocada por un agente infeccioso microscópico Rickettsia prowazekii, y es transmitida por los piojos del cuerpo o de los vestidos (Pediculus humanus corporis) que suelen darse en lugares donde se hacina mucha gente (campos de concentración, ejércitos, etc..). La proliferación de piojos deja excrementos de los mismos sobre la piel con alto contenido en Rickettsia. El piojoso, al rascarse, provoca inevitablemente excoriaciones que son una puerta de entrada de microorganismos en el cuerpo.
Cuando Rickettsia prowazekii llega a la sangre, se multiplica, provocando vasculitis y trombosis. A los dos o tres días el enfermo presenta gran postración, con estupor y delirios, A los 4-7 días de la aparición de los primeros síntomas, suele surgir un exantema centrífugo que respeta característicamente las palmas de las manos y las plantas de los pies. También suele haber fiebre alta. Curiosamente, cuando por la fiebre sube la temperatura del cuerpo, los piojos, incómodos, abandonan el huésped y buscan un nuevo individuo.
Esta fue una enfermedad temida en muchas guerras. En otra entrada del blog ya hemos explicado como contribuyó de forma decisiva a la derrota de Napoleón en Rusia . Aunque no fue la única razón de las bajas, ya que las batallas y las congelaciones también contribuyeron, hay que recordar que su ejército partió con 691.500 soldados y regresó con menos de 22.000.
También durante la II Guerra Mundial hubo muchas muertes por tifus, principalmente en guetos y campos de concentración. Para evitar que se extendiese, las autoridades del III Reich ponían en cuarentena cualquier brote epidémico de tifus, confinando a los enfermos en barracones, edificios o incluso en pueblos enteros, que mantenían aislados y cerrados. Los soldados alemanes temían la alta mortalidad que producía el tifus, y evitaban cuidadosamente entrar en estos lugares por miedo a infectarse.
La ocupación de Polonia por parte del ejército alemán en 1939 fue terrible. No solo porque supuso el inicio de la II Guerra Mundial, sino porque el 20% de los polacos murió de hambre, realizando trabajos forzados, combatiendo o siendo directamente ejecutados en algunos de los seis campos de exterminio que se establecieron en el país: Chelmno, Belzec, Sobibor, Majdanek, Treblinka, y Auschwitz-Birkenau. En estos campos, cualquier mínima señal de oposición al III Reich provocaba represalias desmesuradas.
En este momento, un médico polaco, Eugeniusz Sławomir Łazowski (1913-2006), estaba prestando sus servicios de médico militar en un tren de la Cruz Roja al comienzo del conflicto. Se encargaba de curar a los soldados heridos en el campo de batalla. Allí permaneció hasta la toal ocupación del país por los nazis (mediados de 1940), tras cual muchos de sus compañeros se pasaron a la milicia clandestina. Pero Łazowski, prefirió marcharse a Rozwadów, un pequeño gueto judío de Stalowa Wola, una ciudad a 250 kilómetros de Varsovia, donde siguió ejerciendo como médico. Allí coincidió con Stanislaw Matulewicz, que había sido compañero suyo en los años de estudiante de Medicina en Varsovia.
Dr. Eugene Lazowski and Dr. Stasiek Matulewicz. |
En ese momento, el tifus era ya la enfermedad más temida por los nazis debido a su alto índice de mortalidad. El III Reich había erradicado por completo la infección de toda Alemania por lo que los alemanes no tenían anticuerpos para hacer frente a la infección, lo que aumentaba todavía más la mortalidad. Por eso comenzaron a poner en cuarentena cualquier brote sospechoso.
En Rozwadów ya habían comenzado los reclutamientos forzosos para trabajar en fábricas del régimen, las deportaciones a los campos de trabajos forzados y lo que era peor, a los campos de concentración, donde se procedía a realizar un metódico exterminio.
Durante las Navidades de 1941, Łazowski atendió un caso compatible con tifus: un joven con 40º de fiebre, tos, dolores, escalofríos, exantema eritematoso... Como era preceptivo, le hizo un análisis de sangre y remitió la muestra al laboratorio (que se hallaba bajo control nazi)
Los alemanes realizaban sometían la muestra a la prueba estándar que era habitual en la época, la reacción de Weil-Felix, basada en un trabajo de estos autores de 1916. Weil y Felix demostraron que los anticuerpos de los enfermos de tifus reaccionaban también ante Proteus OX-19, una cepa de bacterias que causan frecuentemente infecciones del tracto urinario, ya que estas bacterias tienen antígenos en común con las rickettsias. En la prueba de Weil-Felix una carga de bacterias muertas de la cepa Proteus OX-19 se mezcla con una muestra de la sangre de un paciente. Si se produce aglutinación, se considera que es un resultado positivo al tifus.
El Dr. Łazowski, en la época de la "epidemia de tifus" de Rozwadów |
Como se hace la prueba de Weil-Félix
1. Se recoge una gota de sangre del enfermo a examinar mediante una punción en un dedo. se coloca sobre un papel de filtro que montamos sobre un portaobjetos de vidrio.
2. Se añade una gota de suero fisiológico sobre el papel impregnado de suero fisiológico
3. Tras cinco minutos se retira el papel de filtro y se desecha. Sobre el portaobjetos queda la gota de suero con las aglutininas que ha absorbido al filtrar a través del papel.
4. Se añade una gota de antígeno de Proteus OX-19 y se mezcla bien.
5. Pasados unos minutos se puede observar que se forman grumos (aglutinación) en el caso de que el test sea positivo. Si es así podemos afirmar que el paciente tiene tifus.
Como vemos es una prueba muy fácil de realizar y los resultados se obtenían en muy poco tiempo. En el caso del paciente de Rozwadów el resultado corroboró la sospecha, y Łazowski recibió un telegrama de la Gestapo en el que se le instaba a aislar al paciente inmediatamente. Cuando Łazowski le comentó el caso a Matulewicz, éste le dio la idea de usar las cepas muertas de Proteus OX-19 inyectándolo directamente en el cuerpo de un individuo. Esto provocaría que la sangre del individuo inyectado obtuviera un resultado positivo si se le practicaba la reacción de Weil-Felix. Igual que si tuviera tifus, pero sin tenerlo.
Matulewicz conocía a un judío de Rozwadów que iba a ser deportado a un campo de concentración y decidieron usarlo como “cobaya” inyectándole el reactivo. Habían obtenido Proteus a partir de un cultivo de una infección de orina y con las cepas muertas realizaron dos pruebas, una a las 4 horas y otra a los 6 días y en ambas obtuvieron un resultado de (falso) positivo al tifus. Descubrieron así que podrían hacer pasar a judíos sanos como infectados con tifus y el resultado probablemente sería la confinación, con lo que los librarían de ir a los campos de concentración, donde les esperaba una muerte casi segura.
Cartel bilingüe advirtiendo del confinamiento domiciliario por tifus. Ocupación alemana de Polonia, circa 1940 |
Łazowski y Matulewicz decidieron mandar la muestra de sangre del "falso positivo" al laboratorio oficial nazi, esperando que no tuvieran más forma de analizarla que la reacción Weil-Felix. Al cabo de dos días recibieron un telegrama:
“¡Peligro, tifus! Aislen al paciente, y Totalmente prohibido que pise suelo alemán”.
“¡Peligro, tifus! Aislen al paciente, y Totalmente prohibido que pise suelo alemán”.
Como declararía más adelante Łazowski:
"La reacción de Weil-Felix trucada podía usarse como una defensa contra la ocupación y la inhumana política de las fuerzas de ocupación del III Reich"
Decididos a llevar a cabo su plan, se propusieron "crear" una falsa epidemia, para salvar vidas. Para empezar, buscaron pacientes con síntomas parecidos al tifus, aún sin tenerlo (fiebre, tos, náuseas, etc.) y les inyectaron el reactivo diciéndoles que era el tratamiento. Evitaron hacerlo en pacientes asintomáticos, por si los nazis venían a inspeccionar. Preferían que si revisaban algún caso vieran que por lo menos tosían y tenían otros síntomas, aunque imaginaban que seguramente no se atreverían a acercarse por miedo al contagio.
Cartel nazi de la ocupación alemana de Polonia. "Un piojo es tu muerte", en alemán y polaco |
Para evitar filtraciones y discrepancias de criterio, los pacientes sabían nada de esta estratagema. Solo los dos médicos lo sabían (ni sus esposas lo sabían). Los pacientes, por su parte estaban encantados con la eficacia del método de Lazowski, que les curaba el supuesto "tifus" (que en realidad no tenían) de manera rápida y eficaz.
Pero lo más importante es que no paraban de recibir telegramas con el mensaje “Achtung, Fleckfieber”, de confirmaciones positivas de tifus, con exigencias tajantes de aislamiento. El plan funcionaba.
Para evitar levantar sospechas, inyectaban a judíos y no judíos, sin distinción de sexo ni edad. También tenían en cuenta la época del año en que, por el clima, los agentes de contagio (piojos y pulgas) eran más activos. Un trabajo de precisión para crear una “epidemia” creíble.
Los doctores fueron ampliando su estrategia a las aldeas y poblaciones cercanas a Rozwadów, y así pudieron informar de miles de personas “infectadas”, logrando que al final el ejercito alemán cerrara toda la zona por cuarentena y ordenando que ningún militar accediera a ellas y parando cualquier tipo de deportación.
Los doctores fueron ampliando su estrategia a las aldeas y poblaciones cercanas a Rozwadów, y así pudieron informar de miles de personas “infectadas”, logrando que al final el ejercito alemán cerrara toda la zona por cuarentena y ordenando que ningún militar accediera a ellas y parando cualquier tipo de deportación.
Rozwadów, antes de la ocupación nazi |
Pero todo plan falaz tiene su punto débil. Al cabo de más de un año, los alemanes empezaron a sospechar. Con un número tan alto de infectados, había muy pocas defunciones, y decidieron investigar. Mandaron un equipo de reconocimiento médico-militar de la Gestapo a esclarecer los hechos.
Cartel nazi en la Polonia ocupada que previene contra el tifus. "Cuidado con el tifus. Evita a los judíos". Con la excusa de la prevención sanitaria se solían introducir mensajes antisemíticos. |
La comitiva médica alemana comió y bebió abundantemente, con lo que la mayoría acabaron bebidos y fuera de combate. Sólo dos médicos jóvenes acabaron entrando en el pueblo.
Łazowski y Matulewicz mostraron a los médicos de la Gestapo un joven con tos (por una bronquitis) y el cadáver de un anciano fallecido el día antes, asegurándoles que era a causa del tifus. Los alemanes, medio borrachos y con mucho miedo de contagiarse, lo miraron con aprensión, a una cierta distancia y dieron por buenos todos los informes de los médicos polacos.
Cuando terminó la guerra, los dos médicos amigos se separaron, pero siguieron guardando su secreto. Łazowski se instaló en Chicago como pediatra y fue profesor de Medicina de la Universidad de Illinois. Matulewicz ejerció en el Zaire. En la década de los 70 del pasado siglo se volvieron a encontrar y retomaron el contacto.
En 1977, Łazowski contó la historia con todo detalle en un artículo para el boletín de la Sociedad Americana de Microbiología. Posteriormente escribió un libro con sus memorias “Priwatna wojna" (Mi guerra privada).
Algunos testigos también recordaron aquella cuarentena que les salvó la vida. El Dr. Hryniewiezki, cirujano en Poznan, era un muchacho de 15 años en ese momento. Recuerda las ejecuciones de la Gestapo al azar, la epidemia y la cuarentena. Según su testimonio, al cabo de un tiempo, la gente del pueblo comenzó a sospechar que algo raro estaba pasando, aunque todos callaban… les iba la vida.
Con esta falsa epidemia, Łazowski y Matulewicz salvaron la vida a mucha gente. Si no hubiesen conseguido el confinamiento y la cuarentena, con toda seguridad unas 8.000 personas hubiesen acabado en los campos de la muerte. A raíz de esto, se empezó a llamar a Łazowski (Matulewicz ya había fallecido) "el Schindler polaco".
Lazowski falleció en 2006 en Eugene (Oregón). Antes de morir declaró:
“No soy ningún héroe, las circunstancias me obligaron a improvisar […] Yo no era capaz de pelear con una pistola o con una espada, pero encontré la manera de asustar a los alemanes”
En estos momentos, en los que estamos viviendo una pandemia de COVID19 tan atroz, esta historia de "falsa epidemia" mantiene la fe en el género humano y en la lucha de los médicos anónimos para salvar vidas. Aunque a veces tengan que recurrir, como en este caso, a rocambolescas estratagemas.
La epidemia que salvó vidas
El querer mantener el mito del "holocausto" los hace caer a este tipo de redactores en muchas CONTRADICCIONES ... y parece mentira que la biología y autoecología del piojo humano y la historia natural de la enfermedad llamada "Tifus" causada por la Rikettsia proasekii vienen ahora a esclarecer la VERDAD acerca de la relación: los judíos, los "malvados nazis" y los KZL llamados interesadamente por la ortodoxia historiográfica "Campos de exterminio".
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