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viernes, 13 de diciembre de 2019

Félicien Rops: prostitución, sífilis y muerte






Félicien Rops

La parodia humana
(1878) 

Pastel sobre papel  
Museo provincial Félicien Rops. Namur




Félicien Rops (1833-1898) fue un pintor, grabador e ilustrador belga, que trabajó tanto en su país natal como en Francia, a donde se trasladó en 1874. Su vasta y variada obra incluye paisajes, retratos y sobre todo, representaciones de escenas de la vida contemporánea, que refleja sin ningun pudor y con gran causticidad. Fue una figura destacada de la vanguardia belga, tal vez más conocido por sus grabados e ilustraciones de libros (1870-1890), que por su embriagadora y transgresora mezcla de imágenes eróticas (frecuentemente directamente pornográficas) y macabras, que  lo convierten en uno de los grandes figuras del movimiento decadente de finales del s. XIX. 

Rops conoció a Charles Baudelaire (1821-1867) durante los dos años que el poeta pasó en Bélgica (1864-1866) con quien trabó una gran amistad que influenció definitivamente su trayectoria artística y personal. Baudelaire había ido a Bélgica en abril de 1864 para dar una serie de conferencias y escapar de sus numerosos acreedores. Sifilítico desde los 25 años, su enfermedad se había agravado, y presentaba numerosas lesiones cutáneas y dolores intensos que intentaba paliar con opio y hachís. Acosado por sus achaques y sus deudas, Baudelaire era un hombre destrozado, y manifestaba su desesperación con feroces ataques misantrópicos contra Bélgica y los belgas. Rops era conocido por entonces como caricaturista. Sus sátiras sociales y políticas al estilo de Daumier y Gavarni, se publicaban en varios periódicos y revistas belgas, y también pintaba temas realistas, muy influido por Courbet

En mayo de 1864 el editor y amigo de Baudelaire Auguste Poulet-Malassis (que también había buscado refugio en Bélgica huyendo de sus deudas), presentó a Félicien Rops al poeta maldito, lo que significó el principio de una gran amistad. De hecho, según comentaba el propio Baudelaire, la compañía de Rops y de Poulet-Malassis fueron sus únicos consuelos en los años que pasó en Bélgica, que él calificaba como los "años tristes", y que precedieron a su muerte. Fue en compañía de estos dos amigos cuando Baudelaire tuvo un episodio convulsivo, seguido de una parálisis y una afasia de etiología sifilítica que anunciaba ya su próximo fin.  

Las imágenes de esqueletos evocados en los poemas de Baudelaire influyeron en Rops, que le confió a Poulet-Malassis que compartía el 
Félicien Rops: La prostituta sifilítica. 

"... amor por la forma cristalográfica primaria del poeta: la pasión por el esqueleto" 
En la obra de Félicien Rops, los esqueletos, guadañas y ataúdes    - inequívocos símbolos de la muerte- se combinan frecuentemente con prostitutas demacradas, en una evidente alusión a la sífilis, una patología tan frecuente en la época. Recordemos que en aquellos años, según evaluación del gran sifiliógrafo Alfred Fournier (1832-1914), más de un 15% de la población de París estaba infectada por la sífilis (125.000 luéticos solamente en la ciudad). 

En la obra que encabeza esta entrada, una prostituta en plena calle, muestra seductora su máscara a un posible cliente. Rops titula esta obra como La parodia humana, haciendo referencia a que no todo es lo que parece. En efecto: tras la bella cara artificial de la buscona se esconde la calavera, indicando el inevitable contagio al que llevará al que goce de sus encantos. 

Otra obra similar es La prostituta sifilítica, un aguafuerte en el que tras una vieja y demacrada prostituta aparece la guadaña, símbolo de la consecuencia de frecuentar prostitutas y del alto riesgo de contagio que conlleva. 



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Félicien Rops: Satanás sembrando "las taras" sobre París.
Un Satanás gigantesco apoya un pie sobre las torres de Notre-Dame, y como un sembrador, esparce "semillas" sobre la ciudad. Las semillas son prostitutas que propagan la sífilis por la ciudad. La sífilis congénita causaba muchas taras en

 aquel tiempo y constituía un grave problema social.

En otras obras de Rops se muestra a un gigantesco Satán cruzando París mientras distribuye las semillas de la discordia (en una de estas imágenes, que adjuntamos, las semillas son mujeres, en una interpretación misógina y restrictiva del origen del contagio sifilítico).  

En aquellos años era creencia generalizada que la sífilis se contagiaba exclusivamente con la prostitución, lo que explica estas imágenes. Esta relación justificaba también el carácter vergonzante de las llamadas enfermedades venéreas (infecciones de transmisión sexual) y retrasaba frecuentemente su tratamiento, o incluso eran automedicadas recurriendo a manuales de autoayuda. 

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Morir en el parto

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Johann August Nahl 
Tumba de María Magdalena Langhans
(1751) 

Escultura de mármol. 
Iglesia Hindelbank. 
Bäriswil (cantón de Berna) Suiza. 



Al contemplar este sepulcro, en el suelo de la iglesia de Hindelbank, no se puede evitar un cierto escalofrío. La escultura de la difunta, con su bebé entre los brazos surge de la tumba rompiendo la lápida de mármol, tal vez como un gesto de protesta por su injusto final, un parto que acabó con la vida de la madre y de su hijo.  

Tras visitar la sepultura, Johan Wolfgang Goethe escribía a Charlotte von Stein (20 octubre de 1779): 
"Para escuchar mi relato sobre la tumba de los clérigos en el Hindelback, has de tener paciencia, porque te voy a contar muchas cosas (...). La gente habla mucho sobre esta historia, pero no se fijan mucho en lo que hizo el artista o lo en que quería expresar" 
(Trad. Xavier Sierra) 





Seguramente el escultor quiso plasmar la historia de la muerte de María Magdalena en su sepulcro, ya que la vivió de cerca. El escultor Johann August Nahl llegó a Hindelbank en 1751 para realizar el encargo de esculpir la tumba de Jerome von Erlach, y durante este tiempo vivió con el pastor Georg Langhans y su esposa Maria Magdalena Wäber, en su casa, contigua a la iglesia. Poco antes del dia de Pascua de este año, la joven mujer del pastor, (de 28 años) murió en el parto de su primer hijo, un niño que murió poco después. El escultor quedó muy impresionado y decidió esculpir la lápida de la tumba en la que reposan la madre y el hijo, en la que plasmaba la tragedia y la esperanza de la resurrección. En la inscripción, la madre  responde a la llamada del Juicio Final: "Señor, aquí estoy, con mi niño, si es que me lo has dado".  

La muerte en el parto tanto de las madres como de los niños era muy elevada hasta el s. XIX. Tanto era así que los partos se vivían con inquietud, y era frecuentemente fuente de aflicción e infortunio para las familias, porque eliminaba de manera brusca a muchas mujeres sanas y jóvenes. La temida fiebre puerperal se llegó a llamar “la peste negra de las madres”. 


Tumbas de infantes reales nacidos muertos o fallecidos al poco de nacer. La mortalidad infantil en la Edad Media era altísima. Real Monasterio de Sta. María de Poblet. 

Afortunadamente, la fiebre puerperal disminuyó drásticamente después de 1846, cuando el  médico húngaro  Ignaz Philipp Semmelweis (1818-1865) confirmó experimentalmente la presunción de su contagiosidad que había sido planteada un siglo atrás. Demostró que los estudiantes de medicina, al no lavarse las manos después de las necropsias y antes de examinar a sus pacientes parturientas, se encargaban de diseminar las “partículas cadavéricas”, lo que podían evitar lavando y cepillando las manos y uñas en una solución de hipoclorito de sodio (NaClO) al 4%, el llamado “licor de Labarraque”. 

A pesar de que la situación ha mejorado mucho desde entonces, la mortalidad materna es todavía inaceptablemente alta en la actualidad. Cada día mueren en todo el mundo unas 830 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto. En 2015 se estimaron unas 303.000 muertes de mujeres durante el embarazo y el parto o después de ellos, especialmente en países de ingresos bajos. 

El alto número de muertes maternas en algunas zonas del mundo refleja las grandes desigualdades en el acceso a los servicios de salud y subraya las diferencias entre ricos y pobres. La casi totalidad (99%) de la mortalidad materna corresponde a los países en desarrollo: más de la mitad al África subsahariana y casi un tercio a Asia Meridional. 


Tasa de mortalidad materna mundial: Número anual de muertes de mujeres por cada 100,000 nacimientos vivos por cualquier causa relacionada o agravada por el embarazo  (excluyendo accidentes). Tomado de Wikimedia Commons.

Más de la mitad de las muertes maternas se producen en entornos frágiles y en el contexto de crisis humanitarias. Hay grandes disparidades entre los países, pero también dentro de un mismo país, así como entre mujeres con ingresos altos y bajos y entre la población rural y la urbana. El mayor riesgo de mortalidad materna corresponde a las adolescentes de menos de 15 años. Las complicaciones del embarazo y el parto son una de las principales causas de muerte de muchachas adolescentes en la mayoría de los países en desarrollo.  

Por término medio, las mujeres de los países poco desarrollados tienen muchos más embarazos que las de los países desarrollados, por lo que tienen mayor probabilidad de muerte relacionada con el embarazo a lo largo de la vida. El riesgo de muerte relacionada con la maternidad a lo largo de la vida (es decir, la probabilidad de que una mujer de 15 años acabe muriendo por una causa materna) es de 1/4900 en los países desarrollados mientras que aumenta a 1/180 en los países en desarrollo. En los países clasificados como estados frágiles el riesgo es todavía mayor: de 1/54.

Muchas mujeres mueren de complicaciones que se producen durante el embarazo y el parto o inmediatamente después de ellos. La mayoría de las muertes maternas por estas causas pueden evitarse.  Las principales complicaciones, que causan un 75% de las muertes maternas, son:

  • las hemorragias graves (en su mayoría tras el parto), que pueden matar a una mujer sana en dos horas si no recibe la atención adecuada. La inyección de oxitocina inmediatamente después del parto reduce el riesgo de hemorragia.
  • las infecciones (generalmente tras el parto). Con una buena higiene y tratando a tiempo los signos tempranos de infección pueden evitarse en la mayor parte de los casos. 
  • la hipertensión gestacional (preeclampsia y eclampsia). La preeclampsia debe detectarse y tratarse adecuadamente antes de la aparición de convulsiones (eclampsia) u otras complicaciones potencialmente mortales. La administración de fármacos como el sulfato de magnesio a pacientes con preeclampsia disminuye el riesgo de eclampsia.
  • también es fundamental evitar los embarazos no deseados o a edades demasiado tempranas. Todas las mujeres, y en particular las adolescentes, deben tener acceso a la contracepción, a servicios que realicen abortos seguros en la medida en que la legislación lo permita, y a una atención de calidad tras el aborto.

Las demás causas de muerte están asociadas a enfermedades como el paludismo o la infección por VIH en el embarazo o causadas por las mismas.

La salud materna y neonatal están muy relacionadas. Alrededor de 2,7 millones de recién nacidos murieron en 2015 y otros 2,6 millones nacieron muertos. Es particularmente importante que todos los partos sean atendidos por profesionales sanitarios capacitados, dado que la atención y el tratamiento a tiempo pueden suponer para la mujer y el niño la diferencia entre la vida y la muerte.


lunes, 9 de diciembre de 2019

La consanguinidad de los Habsburgo y el prognatismo








Juan Carreño de Miranda 
Carlos II
(circa 1680) 

Óleo sobre lienzo 75 x 60 cm. 
Museo del Prado. Madrid. 



En la monarquía hispánica ocupó un papel destacado la dinastía de los Habsburgo, también llamada "Casa de Austria", que destacaba por una especial característica en su fisionomía: un acusado prognatismo de todos sus miembros. El prognatismo (del griego πρo, hacia adelante y γναθος, quijada) consiste en una deformación de la mandíbula, que aparece muy prominente y está adelantada respecto a su posición normal. Tanto, que en ocasiones se impide el correcto encaje de la boca al cerrarla y causa una cierta dificultad para hablar, morder y masticar. Los miembros de esta familia se caracterizaban por otros signos de deformidad facial, incluido un labio inferior evertido, también conocido como "labio de Habsburgo", y narices con una joroba dorsal y una punta nasal sobresaliente, también conocida como "nariz de Habsburgo", rasgos que a menudo son indicativos de deficiencia maxilar. 

En algunos casos algunas descripciones en textos escritos de testigos de la época, como la que realizó Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo de Carlos V, corroboran el aspecto que reflejan las pinturas :

 “Su mayor fealdad era la boca, porque tenía la dentadura tan desproporcionada con la de arriba que los dientes no se encontraban nunca; de lo cual se seguían dos daños: el uno el tener el habla en gran manera dura, sus palabras eran como belfo, y lo otro, tener en el comer mucho trabajo; por no encontrarse los dientes no podía mascar bien”.

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Christoph  Amberger. Carlos V, ya emperador. (1532)
Obsérvese el prognatismo que le hace mantener la boca abierta, a pesar que
la censura de la época obligó a suavizar la expresión facial. Gemäldegalerie, Berlín. 


De este rey se cuenta una anécdota muy descriptiva. Tenía un prognatismo muy marcado, que a veces le impedía  cerrar la boca. Cuando, todavía joven, heredó de su abuelo Fernando el Católico los reinos de la Corona de Aragón (que eran independientes de Castilla en aquel momento), fue a jurar los fueros de cada uno de estos reinos. En el reino de Aragón, ante las Cortes aragonesas reunidas, el Justicia le leyó la fórmula ritual, por la que se reconocía al rey como "primum inter pares": 
“Nos, que somos y valemos tanto como vos, pero juntos somos más que vos, os hacemos Principal, Rey y Señor entre los iguales, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no”.  
Carlos V no debía estar acostumbrado a este tipo de declaraciones. Además casi no entendía el idioma local, ya que se había criado en Flandes, entre flamencos y alemanes. El Justicia, que esperaba su respuesta, al advertir que se quedaba callado y con la boca abierta (por su prognatismo), añadió, burlón: 
"Cierre la boca Vuesa Merced, no le vayan a entrar moscas" 
Una observación que tal vez sería oportuno recordar ante ciertas tentaciones de absolutismo monárquico actual. 

Hace pocos días, una buena amiga y lectora habitual del blog, Cèlia Ros, me hizo llegar una reseña sobre un interesante y reciente artículo que se ha publicado en Annals of Human Biology, lo que le agradezco desde aquí. Al leer el trabajo original, conocí las conclusiones del estudio. Los investigadores, encabezados por Román Vilas y Francisco Ceballos, de la Universidad de Santiago de Compostela, llegaron a la conclusión que el prognatismo de los Habsburgos tiene una relación directa con la endogamia familiar que practicaron de forma sistemática durante dos siglos, y que puede resumirse en el lema Bella gerant alii, tu felix Austria nube (“Que otros hagan guerras. Tú, feliz Austria, cásate”). Era una declaración clara sobre su estrategia para dominar una buena parte de Europa, consistente en realizar constantes matrimonios entre miembros emparentados de distintas familias reinantes, lo que comportaba relaciones sexuales entre primos o incluso entre tíos y sobrinas, lo que acabó motivando su desaparición.  


Diego Velázquez: Retrato de Felipe IV (detalle) 
Óleo sobre lienzo 
198 cm × 101,5 cm (1623) Museo del Prado. Madrid

La protuberancia de la mandíbula es una deformidad que puede deberse a un sobrecrecimiento mandibular verdadero y/o a un desarrollo deficiente del maxilar con retracción de la cara mediaUn análisis reciente de las características dismórficas presentes en los retratos de los miembros de la dinastía hispánica de los Habsburgo sugiere que en gran medida es debida a una deficiencia maxilar. 

Los autores del trabajo (un equipo de cirujanos maxilofaciales y genetistas) analizaron datos de un árbol genealógico de 6.000 miembros de 20 generaciones de los Habsburgo. También estudiaron 66 retratos de miembros de la familia Habsburgo, desde Felipe I (1478-1506) hasta Carlos II (1661-1700), que se conservan principalmente en el Museo del Prado y en el Museo de Historia del Arte de Viena. Tomaron como referencia ciertas características dismórficas que pueden observarse en la hipoplasia maxilar: 
  • espectáculo escleral (exposición de la esclera, conjuntiva y eventualmente el 1/3 inferior de la córnea, como consecuencia del descenso del párpado inferior)
  • exoftalmos (protrusión excesiva de los globos oculares) 
  • pliegues nasolabiales prominentes
  • base nasal estrecha 
  • cresta nasal convexa 
  • voladizo punta nasal 
  • ángulo nasolabial obtuso 
  • bermellón delgado del labio superior 
  • mandíbula cerrada 
  • labio inferior evertido o prominente 

También observaron rasgos de hiperplasia mandibular
  • aumento de la distancia tiromentoniana (Es la distancia que hay entre la prominencia del cartílago tiroides y el borde inferior de la sínfisis mandibular, con la boca cerrada y la cabeza en hiperextensión) 
  • tejido blando submentoniano tenso 
  • ángulo gonial obtuso 
  • pliegue labiomentoniano superficial 
  • ángulo agudo de la barbilla 
  • mayor profundidad de tercio facial inferior 

Teniendo en cuenta estos parámetros, los investigadores calcularon el nivel de prognatismo mandibular y de deficiencia maxilar, confirmando por primera vez lo que ya hacía tiempo que se sospechaba: “una clara asociación entre la deformidad facial y la endogamia”.

Hasta ahora se sospechaba que el prognatismo de los Habsburgo estaba regido por un gen dominante. Sin embargo, este estudio demuestra que probablemente es la expresión de un gen autosómico recesivo. Cada individuo recibe dos versiones de cada gen, una de su madre y otra de su padre. Si estas dos copias son diferentes, se manifiesta la variante dominante, quedando enmascarada la información del otro gen, denominado recesivo. En el caso de los Austria, los autores del artículo llegan a la conclusión que el prognatismo mandibular era un rasgo recesivo que afloró en los monarcas por los continuos matrimonios endogámicos, que aumentaron las probabilidades de heredar las dos copias igualmente defectuosas.

Según uno de los autores del estudio, el genetista Francisco Ceballos, los reyes son un laboratorio perfecto para estudiar los efectos de la consanguinidad humana. En la actualidad, el equipo continúa estudiando la dinastía de los Borbones para ampliar la investigación. Porque los Borbones, descendientes indirectos de los Habsburgo, también muestran una clara tendencia al prognatismo.  


Bibliografía 


Román Vilas, Francisco C. Ceballos, Laila Al-Soufi, Raúl González-García, Carlos Moreno, Manuel Moreno, Laura Villanueva, Luis Ruiz, Jesús Mateos, David González, Jennifer Ruiz, Aitor Cinza, Florencio Monje & Gonzalo Álvarez (2019) Is the “Habsburg jaw” related to inbreeding?, Annals of Human Biology, DOI: 10.1080/03014460.2019.1687752
https://tandfonline.com/doi/10.1080/03014460.2019.1687752