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lunes, 2 de diciembre de 2019

El tacto: (I) corpúsculos de Meissner






Retrato de Georg Meissner

Fotografía B&N. 
Universidad de Gotinga 



El sentido del tacto es muy complejo. Nos permite distinguir varias sensaciones del exterior: presión, temperatura, grado de aspereza o dureza de una superficie. Podemos percibir todas estas características gracias a un variado sistema de receptores nerviosos, que captan estas variadas cualidades y las transmiten al cerebro (lóbulo parietal), donde son procesadas e interpretadas. La mayoría de estos receptores están en la piel, si bien en diferente proporción según la zona anatómica: la punta de los dedos, la nariz y la lengua son más ricos en receptores y por eso son zonas más sensibles. También hay otros receptores en otros órganos que nos alertan de cambios en nuestro organismo como dolor interno o nuestros propios cambios de temperatura (estados febriles, p. ej.). 

El tacto es, de todos los sentidos, el que tiene una localización más extensa. No hay parte de nuestro organismo que no participe en las informaciones tàctiles. Un ser humano puede sobrevivir a pesar de ser ciego, sordo o carecer de los sentidos del gusto y el olfato, pero le es imposible sobrevivir sin las funciones que desempeña la piel y la percepción tàctil, que emite señales hasta el sistema nervioso informando sobre cualquier agresión mecánica, térmica o química. Sin este sistema de alarma, los organismos correrían el peligro de no darse cuenta de los diversos peligros que pueden agredirlos. 

La mayoría de sensaciones táctiles se perciben gracias a diferentes tipos de corpúsculos. Cada tipo de corpúsculos proporciona una determinada información sobre una sensación táctil. 



Corte microscópico de la piel mostrando la situación de los
corpúsculos de Meissner (en la papila dérmica). Tinción de hematoxilina-eosina



Los corpúsculos de Meissner

Este tipo de corpúsculos son terminaciones nerviosas en la piel que son responsables de la sensibilidad para el tacto ligero. Se trata corpúsculos de 40 a 61 μm de diámetro, con una única terminación nerviosa no mielinizadas que serpentea entre láminas horizontales de células aplanadas de sostén rodeadas por una cápsula de tejido conectivo. Su mayor sensibilidad (el umbral de respuesta más bajo) es cuando reciben vibraciones de menos de 50 Hertz. 

Son receptores rápidamente activos, pero los potenciales de acción generados decrecen rápidamente y acaban cesando (ésta es la razón por la que se deja de sentir la ropa que uno lleva puesta). Si el estímulo se elimina, el corpúsculo recupera su forma y mientras eso ocurre (es decir se está deformando físicamente) causa que se genere otra descarga de potenciales de acción. 

Debido a su localización superficial en la dermis, estos corpúsculos son particularmente sensibles al tacto y a las vibraciones, pero por la misma razón, están limitados en la detección y solo pueden señalar que algo está tocando la piel.

Los corpúsculos de Meissner fueron descritos en 1852 por Georg Meissner (1829-1905), un anatomista y fisiólogo alemán natural de Hannover. Había estudiado Medicina en Göttingen, donde fue discípulo y colaborador de Rudolf Wagner, con quien describió los corpúsculos táctiles en un primer momento. Más tarde Meissner publicó el resultado de sus investigaciones en su tesis doctoral (Beiträge zur Anatomie und Physiologic der Haut, Leipzig, 1853) como si hubiera hecho la investigación en solitario, lo que ocasionó un sonado enfrentamiento con Wagner, polémica que duró bastantes años. 


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