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jueves, 28 de noviembre de 2019

La erisipela de San Juan de la Cruz (y II)


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Francisco Palma Burgos

Sepulcro de San Juan de la Cruz
 (1953)

Estatua de mármol

Oratorio de San Juan de la Cruz. Úbeda. 




En una entrada anterior trazamos un breve resumen biográfico de San Juan de la Cruz (1542-1591), fraile, místico y poeta, una figura que influyó de forma decisiva en las corrientes ideológicas de los territorios hispánicos en el s. XVI. 

El comentario de hoy comienza con la imagen del sepulcro de San Juan de la Cruz, en el oratorio dedicado al santo en Úbeda, ciudad donde murió. Este sepulcro sustituye al anterior sepulcro de mármol, obra de los hermanos Boluda, perdido durante la guerra civil de 1936. El actual es obra de Francisco Palma (1918-1985) imaginero que destacó por realizar diversos pasos procesionales de cofradías de la Semana Santa andaluza. 


Sepulcro de San Juan de la Cruz, en Segovia. 


En este oratorio de Úbeda fue el primer lugar donde se enterraron los restos  del místico carmelita, aunque por poco tiempo. En 1593, solamente dos años después de su muerte, sus restos, mutilados fueron trasladados furtivamente a Segovia, donde reposan actualmente.  El motivo era que Juan de la Cruz había sido trasladado a Úbeda como castigo, desposeído de todos sus cargos pero la mayor parte de su vida había transcurrido en Castilla.  

La muerte de San Juan de la Cruz acaeció pues en diciembre de 1591 en el convento del Monte de la Peñuela, en Úbeda, donde había sido trasladado apenas unos meses antes. 

En septiembre de 1591 le apareció una inflamación de la pierna derecha, con fiebre. Otro fraile de la comunidad presentaba síntomas similares. Aunque en un principio no le dio importancia, la inflamación va en aumento, por lo que los frailes le proponen acudir a un médico en Baeza. Pero Juan prefiere que lo vea un cirujano de Úbeda, ya que en Baeza era mucho más conocido. 

El 21 de septiembre Juan de la Cruz escribía una carta a Ana de Peñalosa donde decía: 
“Mañana me voy a Úbeda a curar de unas calenturillas que, como ha más de ocho días que me dan cada día y no se me quitan, paréceme habré menester ayudar de medicina; pero con intento de volverme luego aquí que cierto, en esta santa soledad me hallo muy bien”. 

Al llegar a Úbeda la inflamación había empeorado mucho y sobre ella habían aparecido cinco úlceras (algunos, en una interpretación mística, creyeron ver un símbolo de las cinco llagas de Cristo).  



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Francisco Antonio Gijón. Talla policromada de S. Juan de la Cruz (1675)



En septiembre de 1591 le aopareció una inflamación de la pierna derecha, acompañada de fiebre. Otro fraile de la comunidad presentaba síntomas similares. Aunque en un principio no le dio importancia, la inflamación va en aumento, por lo que los frailes le proponen acudir a un médico en Baeza. Pero Juan prefiere que lo vea un cirujano de Úbeda, ya que en Baeza era mucho más conocido. 

El 21 de septiembre Juan de la Cruz escribía una carta a Ana de Peñalosa donde decía: 
“Mañana me voy a Úbeda a curar de unas calenturillas que, como ha más de ocho días que me dan cada día y no se me quitan, paréceme habré menester ayudar de medicina; pero con intento de volverme luego aquí que cierto, en esta santa soledad me hallo muy bien”. 
Al llegar a Úbeda la inflamación había empeorado mucho y habían aparecido cinco úlceras.  


En Úbeda fue atendido por el cirujano Ambrosio de Villareal, que al ver el aspecto de la pierna decidió cortar urgentemente el tejido necrótico, sin esperar siquiera a administrar calmantes. Al parecer realizó una amplia resección de tejido. 
Según dicen, esta fue la conversación entre el fraile y el cirujano: 
- “¿Qué ha hecho vuestra merced, señor licenciado?”. 

- “Hele abierto a vuestra reverencia el pie y la pierna, y me pregunta qué le he hecho”, 

- “Si es menester cortar más, corte y enhorabuena y hágase la voluntad de mi señor Jesucristo”.
Archivo:Sanjuandelacruz-ubeda.JPG
Monumento a San Juan de la Cruz, en Úbeda. (Wikipedia Commons

Pero la resección lo logró atajar el mal. La evolución clínica de la pierna infectada empeoraba por momentos. Los medios terapéuticos que podían utilizarse en aquella época eran escasos y de dudosa eficacia. La erisipela ya alcanzaba la espalda, donde había aparecido un bulto (probablemente una úlcera de decúbito o un absceso). El paciente débil y lleno de úlceras casi no podía moverse, ni apoyar ninguna parte de su cuerpo. Llegaron a suspenderlo en el aire con una cuerda para evitar más llagas por decúbito.  
El enfermo, acorde con el pensamiento místico, que encontraba en el dolor un medio de santificación, decía frecuentemente: 
“Más paciencia, más amor, más dolor”.
En 1992 un grupo de investigadores, encabezados por Nazzareno Gabrielli director científico de los museos del Vaticano, estudiaron los restos del santo carmelita, concluyendo que la causa de su muerte fue una erisipela que provocó la aparición de úlceras de pierna. La extrema debilidad del santo, que realizaba frecuentes ayunos, contribuyó a expandir la infección, ocasionando una septicemia que terminó causándole la muerte.   

La erisipela es una infección de los tejidos profundos de la piel causada por estreptococos (Streptococcus sp.) que penetran a partir de una puerta de entrada (en general, una herida infectada). Se manifiesta por una zona inflamada, alrededor de la herida inicial. La piel está muy roja, con la superficie brillante y sensación de tirantez, dolorosa y caliente al tacto. Se acompaña de fiebre. Antes de la introducción de los antibióticos era una infección muy frecuente. 

Juan de la Cruz era aficionado a cultivar la tierra y acompañaba a otros frailes a cavar y a realizar trabajos agrícolas en la huerta del convento. Es probable que en el curso de estas labores se causara pequeñas heridas en la pierna que se infectaban con facilidad y podían derivar en una erisipela. Es revelador observar que otro de los frailes presentaba lesiones semejantes (incluso puede sugerir el uso de un apero de labranza infectado, usado por ambos). Antes de los antibióticos la erisipela evolucionaba frecuentemente a sepsis generalizada, que podía terminar con la vida del paciente como fue el caso de San Juan de la Cruz.   


Bibliografía

Enfermedad y muerte de san Juan de la Cruz. El Médico interactivo. 
https://elmedicointeractivo.com/enfermedad-y-muerte-san-juan-cruz-20110919185816068415/

Científicos consolidan el cuerpo de San Juan de la Cruz. El País, 1 de noviembre de 1992. https://elpais.com/diario/1992/11/01/cultura/720572404_850215.html




San Juan de la Cruz: Cántico espiritual: 





Rosalía & Raül Refree: Aunque es de noche 
(Versión de un poema de San Juan de la Cruz) 





Letra:
Que bien sé yo la fonte 
que mana y corre
aunque es de noche.

Aquella eterna fonte está ascondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.

Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen della viene,
aunque es de noche.

Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beban della,
aunque es de noche.

Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.

Su claridad nunca es escurecida,
y sé que toda luz della es venida,
aunque es de noche.

Sé ser tan caudalosas sus corrientes,
que infiernos, cielos riegan, y las gentes,
aunque es de noche.

El corriente que nace desta fuente
bien sé que es tan capaz y tan potente,
aunque es de noche.

El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.

Aquesta Eterna fuente está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.

Aquí se está llamando a las criaturas
porque desta agua se harten aunque a oscuras,
porque es de noche.

Aquesta viva fuente que deseo
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.

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