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jueves, 6 de enero de 2022

Incubadoras: Bebés exhibidos en las ferias

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Stéphane Tarnier

Prototipo de incubadora 
(1878) 

Dibujo a tinta sobre papel
Museo Provincial Félicien Rops. Namur.  




Hasta el descubrimiento de las incubadoras, la mayoría de los niños nacidos prematuramente no sobrevivían.  Algo que se aceptaba como fruto del ineludible destino. 

Tal vez, la primera vez que se ideó a nivel teórico una incubadora fue en 1857, cuando el Dr. Jean-Louis-Paul Denucé (1824-1889) publicó una pequeña nota sobre el tema (de unas 400 palabras, y sin bibliografía) en el Journal de Médécine de Burdeos. Describía una bañera de zinc de doble pared en la que el espacio entre las paredes se llenaba con agua caliente para incrementar la temperatura del interior. Sin embargo, al parecer la cosa no pasó de una idea más o menos teórica. 

Podemos pues considerar al inventor real de la primera incubadora al ginecólogo parisino Stéphane Tarnier (1828-1897), que la ideó en 1880. Tarnier se licenció en Medicina en París en 1850. En 1856 ingresó en la Maternidad de Port Royal, de París, el hospital para mujeres pobres de la capital.  Tenía el objetivo de formarse en obstetricia y adquirir experiencia. Tuvo como maestros a Paul Dubois (1795-1871), Auguste Delpech y Antoine Danyau (1803-1871), entre otros. En 1861 fue nombrado jefe de clínica en esta institución.  

Un día Tarnier se fue a pasear por el zoo. En el Jardin des Plantes había una exposición de incubadoras para pollos. Cuando Tarnier vio a los pollitos recién nacidos intentando andar, en el cálido ambiente de la incubadora, tuvo una idea. 

Poco después, contrató a Odile Martin, la criadora de pollos del zoo, para que el construyera un aparato que pudiera hacerles un servicio similar a los recién nacidos humanos. 
Diseñó una caja dividida en dos compartimentos, uno inferior con agua caliente y otro superior donde se ubicaba el niño, para mantener los bebés prematuros a temperatura adecuada y facilitar su desarrollo. Tarnier sabía que la regulación de temperatura era un aspecto crucial para que los niños prematuros pudieran sobrevivir. Realizó un estudio en el que demostraba que mientras el 66% de los nacidos con bajo peso morían a las pocas semanas de nacer, solamente corría esa misma suerte el 38% de los que pasaban un tiempo en la caja de incubar que había ideado.

Y ¿quién fue el primero en fabricar las incubadoras? Aunque no está del todo claro, se acepta a W. C. Deming como el primer fabricante en 1888. Pero el que perfeccionó el invento fue Alexander Lyons en 1891, aportando importantes avances tecnológicos para las incubadoras (couveuses), que fueron distribuidas por toda Francia, para ayudar a los bebés de familias desfavorecidas. El mismo año se introdujo en Inglaterra y tan sólo una década después en los EEUU: en Illinois (Chicago) gracias al doctor Joseph B. DeLee.

Sin embargo, a pesar de todas estas aportaciones y como tantos otros inventos la incubadora no obtuvo aceptación médica inmediata y no apareció definitivamente en los hospitales hasta la década de 1930. 

Cuál fue entonces el uso de las incubadoras durante cerca de 50 años?. Como tantos otros inventos (recordemos el caso del microscopio o de los rayos X) su primera aplicación fue mucho más frívola. Formaban parte de una atracción de feria, en Berlín, Nueva York, Chicago... Uno de los lugares en los que fueron exhibidas con más éxito fue el parque de atracciones de Coney Island en Estados Unidos. Una atracción que abrió las puertas en 1903 y que se mantuvo abierta casi 40 años. Allí los diminutos bebés prematuros, que parecían no poder sobrevivir en aquel tiempo eran exhibidos al lado de otros monstruos o prodigios de la Naturaleza: tragasables, hombres de goma, gigantones y enanos, hombres-lagarto o mujeres barbudas. Para atraer más público, a la puerta de la atracción se situaba un muchacho voceando: 
"¡No se pierdan los bebés!" "¡Pasen a ver los niños más pequeños del mundo!"
Uno de estos voceadores era un chico muy guapo llamado Archibald Leach. Con el tiempo, trabajaría en el cine y se convirtió en un actor reputado, cambiando su nombre por el de Cary Grant. 



Vista exterior de la parada de feria de las incubadoras


El público hacía cola a la entrada de la barraca, para comprar la entrada por 25 centavos, bajo un gran cartel publicitario en el que se podía leer “A TODO EL MUNDO LE GUSTAN LOS BEBÉS”. Por este módico precio, todos podían asistir al espectáculo de unos bebés tan pequeños que parecía increíble que pudieran seguir viviendo. 

En el interior, los pequeños aparecían perfectamente alineados. A su alrededor, todo estaba increíblemente limpio y bien organizado. La mayoría dormía plácidamente dentro de sus incubadoras mientras eran atendidos por solícitas señoritas. A cargo de todos ellos estaba un médico, Martin Couney (1869-1950). La parada exhibía a los pequeños, pero gracias a las incubadoras los prematuros conseguían vivir. 


En el interior de la barraca de feria, unas enfermeras estaban a cargo
de los bebés prematuros que ocupaban las incubadoras



Pero también surgieron las críticas a estas exhibiciones. Ya en 1898 un artículo publicado en The Lancet se lamentaba de estos espectáculos: 
"¿Qué conexión existe entre el serio tema de la supervivencia humana y la mujer barbuda, el hombre perro, los elefantes, la representación de los caballos y cerdos y los payasos y acróbatas que constituyen la atracción principal del Circo Olimpia?"
Sin embargo, las incubadoras siguieron usándose para mostrar a los niños prematuros como prodigios de la Naturaleza en ferias y atracciones. En 1934, en la exposición de Chicago, ponían a los bebés varias tallas más grandes para destacar aún más su pequeñez, y les solían poner un gran lazo, de color rosa para las niñas y azul para los niños. De vez en cuando alguna de las enfermeras se sacaba un anillo y lo pasaba por uno de los pequeños dedos de los bebés, para asombrar a los espectadores con el contraste de talla. Esta avidez por exhibir morbosamente a los niños como enanos exóticos comenzó a producir entonces el rechazo del público. 

Pero para entonces, las incubadoras ya se estaban introduciendo en los hospitales y se comenzaban a ver como lo que a partir de entonces fueron: un instrumento médico para contribuir a la salvación de muchos niños prematuros.  

Un instrumento que comenzó como atracción de circo y terminó por ser un ingenio de gran importancia en Neonatología. 

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Incubadores: bebès exhibits a les fires



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Stéphane Tarnier

Prototip d'incubadora 
(1878) 

Dibuix a tinta sobre paper
Museu Provincial Félicien Rops. Namur.  



Fins al descobriment de les incubadores, la majoria dels nens nascuts prematurament no sobrevivien, fet que s'acceptava com a fruit del destí ineludible.

Podria ser que la primera vegada que es va idear una incubadora a nivell teòric va ser el 1857, quan el Dr. Jean-Louis-Paul Denucé (1824-1889) va publicar una petita nota al respecte (d'unes 400 paraules, i sense bibliografia) al Journal de Médécine de Bordeus. Descrivia una banyera de zinc de doble paret on l'espai entre les parets s'omplia amb aigua calenta per incrementar la temperatura de l'interior. Tot i això, sembla que no va passar de ser una idea més o menys teòrica. 

Podem considerar doncs que l'inventor real de la primera incubadora va ser el ginecòleg parisenc Stéphane Tarnier (1828-1897), qui la va idear el 1880. Tarnier es va llicenciar en Medicina a París el 1850. El 1856 va ingressar a la Maternitat de Port Royal, de París, l'hospital per a dones pobres de la capital. Tenia l'objectiu de formar-se en obstetrícia i adquirir experiència. Va tenir com a mestres Paul Dubois (1795-1871), Auguste Delpech i Antoine Danyau (1803-1871), entre d’altres. El 1861 va ser nomenat director assistencial en aquesta institució.

Un dia Tarnier se'n va anar a passejar pel zoo. Al Jardin des Plantes hi havia una exposició d'incubadores per a pollastres. Quan Tarnier va veure els pollets nounats intentant caminar, en el càlid ambient de la incubadora, va tenir una idea.

Poc després, va contractar a Odile Martin, la criadora de pollastres del zoo, perquè construís un aparell que pogués fer un servei semblant amb els nounats humans. Va dissenyar una caixa dividida en dos compartiments, un inferior amb aigua calenta i un altre superior on s'ubicava el nen, per mantenir els nadons prematurs a temperatura adequada i facilitar-ne el desenvolupament. Tarnier sabia que la regulació de la temperatura era un aspecte crucial perquè els nens prematurs poguessin sobreviure. Va realitzar un estudi en què demostrava que mentre el 66% dels nounats amb baix pes morien poques setmanes després de néixer, només corrien aquesta mateixa sort el 38% dels nadons que passaven un temps a la caixa d'incubar que havia ideat.

I qui va ser el primer a fabricar les incubadores? Si bé no està del tot clar, s'accepta a W. C. Deming com el primer fabricant, l’any 1888. Però qui va perfeccionar l'invent va ser Alexander Lyons el 1891, aportant importants avenços tecnològics per a les incubadores (couveuses), que van ser distribuïdes per tot França, per ajudar als nadons de famílies desafavorides. El mateix any es va introduir a Anglaterra i només una dècada després als EUA: a Illinois (Chicago) gràcies al doctor Joseph B. DeLee.

No obstant això, malgrat totes aquestes aportacions i com en tants altres invents, la incubadora no va obtenir acceptació mèdica immediata i no va aparèixer definitivament als hospitals fins a la dècada del 1930.

Llavors, quin va ser l'ús de les incubadores durant gairebé 50 anys? Com en tants altres invents (recordem el cas del microscopi o dels raigs X), la seva primera aplicació va ser molt més frívola. Les incubadores formaven part d'una atracció de fira, a Berlín, Nova York, Chicago... Un dels llocs on van ser exhibides amb més èxit va ser al parc d'atraccions de Coney Island, als Estats Units. Una atracció que va obrir les portes el 1903 i que es va mantenir oberta gairebé 40 anys. Allí els diminuts nadons prematurs, que semblaven no poder sobreviure en aquell temps eren exhibits al costat d'altres monstres o prodigis de la Natura: escurabutxaques, homes de goma, gegantons i nans, homes-llangardaix o dones barbudes. Per atraure més públic, a la porta de l'atracció s'hi situava un noi que cridava:
"No es perdin els nadons!" "Passin a veure els nens més petits del món!"
Un d’aquests nois que cridava, era un noi molt maco anomenat Archibald Leach. Amb el temps, treballaria al cinema i es va convertir en un actor reputat, canviant el seu nom pel de Cary Grant.


Vista exterior de la parada de fira de les incubadores


El públic feia cua a l'entrada de la barraca, per comprar l'entrada per 25 centaus, sota un gran cartell publicitari on es podia llegir “A TOTHOM LI AGRADEN ELS NADONS”. Per aquest preu mòdic, tothom podia assistir a l'espectacle d'uns nadons tan petits que semblava increïble que poguessin continuar vivint.

A l'interior, els infants apareixien perfectament alineats. Al seu voltant tot estava increïblement net i ben organitzat. La majoria dormien plàcidament dins de les seves incubadores mentre eren atesos per sol·lícites senyoretes. A càrrec de tots ells hi havia un metge, Martin Couney (1869-1950). La parada exhibia els més petits, i gràcies a les incubadores els prematurs aconseguien viure.


A l'interior de la parada de fira unes infermeres estaven a càrrec
dels nadons prematurs que ocupaven les incubadores


Però també van sorgir crítiques a aquestes exhibicions. El 1898 un article publicat a The Lancet es lamentava d'aquests espectacles:
"Quina connexió hi ha entre el seriós tema de la supervivència humana i la dona barbuda, l'home gos, els elefants, la representació dels cavalls i porcs i els pallassos i acròbates que constitueixen l'atracció principal del Circ Olímpia?"
No obstant això, les incubadores van continuar usant-se per mostrar els nens prematurs com a prodigis de la Natura en fires i atraccions. El 1934, a l'exposició de Chicago, posaven als nadons diverses talles més grans per destacar encara més la seva petitesa, i els solien posar un gran llaç, de color rosa per a les nenes i blau per als nens. De tant en tant alguna de les infermeres es treia un anell i s'ho passava per un dels petits dits dels nadons, per sorprendre els espectadors amb el contrast de talla. Aquesta avidesa per exhibir morbosament els nens com a nans exòtics va començar a produir el rebuig del públic.

Però en aquell moment les incubadores ja s'estaven introduint als hospitals i es començaven a veure com el que a partir de llavors van ser: un instrument mèdic per contribuir a la salvació de molts nens prematurs. Un instrument que va començar com a atracció de circ i va acabar per ser un enginy de gran rellevància per a la Neonatologia.





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