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jueves, 25 de abril de 2019

La adenopatía de la mujer del cambista






Marinus Claeszon van Reymerswaele
(Marinus)

El cambista y su mujer 
(1539)

Óleo sobre tabla 83 x 97 cm
Museo del Prado. Madrid. 




Este cuadro nos introduce en un ambiente de interior. Sentados ante una mesa un hombre y una mujer cuentan dinero con evidente avidez. El hombre, un cambista, viste a la manera burguesa, con el cuello y los puños de la camisa rematados en piel, y se cubre con un elegante sombrero. La mujer lleva un vestido rojo, y cofia blanca, según la moda flamenca del siglo XVI. Sobre la mesa esparcidas, se ven monedas de oro y plata, una balanza para comprobar el peso y un libro de cuentas. En un estante, al fondo se ven otros papeles y un candelabro.  

Se trata de una escena de género que fue pintado por varios artistas en la época. Probablemente derivan de una tabla pintada por Quintin Massys (1514), que se encuentra en el Museo del Louvre de París. 

A pesar de ser una escena repetida, en esta versión de Marinus van Reymerswaele el desorden y acumulación de objetos crea una mayor tensión escénica. El cambista está absorto en su labor, con aspecto de gran concentración. La mujer por su parte mira atentamente con mal disimulada codicia el recuento de las monedas. 

La temática de estas pinturas tenía una clara intencionalidad moral, censurando la usura, que se intuye como la actividad reprobable que llevan a cabo los protagonistas. 


La cadena de bultos redondeados en el cuello de la mujer sugiere la posibilidad de unas adenopatías regionales que podrían alertar de la presencia de una infección.


En la cara lateral del cuello de la mujer podemos observar algunos bultos. Se trata sin duda de unas adenopatías (ganglios engrosados), aunque estas alteraciones linfáticas se palpan mejor que se ven. Generalmente esta alteración obedece a alguna infección regional (amigdalar, dentaria...), que provoca el aumento de los ganglios linfáticos de la zona. Se pueden observar por lo menos dos adenopatías, dispuestas linealmente, lo que incluso puede sugerir el diagnóstico de linfangitis. Otra posibilidad sería la presencia de una tuberculosis ganglionar o escrófulas, que era bastante frecuente en aquel tiempo. 

Los dedos de ambos personajes aparecen largos y delgados, y pueden recordar los dedos de la esclerodactilia (especialmente los de él). Pero hemos de ser cautos antes de emitir un diagnóstico. Es probable que el artista haya alargado los dedos, como un símbolo de la avaricia, aumentando así su intención crítica con esta "actividad bancaria".


Otros ojos para ver el Prado: El cambista y su mujer, de Marinus van Reymerswaele. 



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