Rafael Sanzio
Madona sixtina (1512-1513)
Óleo sobre lienzo 265 x 196 cm
Gemäldegalerie Alte Meister, Dresden |
La Madona Sixtina de Rafael ha sido una obra rodeada de misterio y no exenta de polémica. Hay quien ha encontrado en ella todo tipo de mensajes misteriosos.
Esta pintura fue un encargo del papa Julio II a Rafael como retablo para la iglesia de San Sixto, en Piacenza, y fue de las últimas vírgenes pintadas por el artista. La obra representa a la Virgen rodeada por dos santos y ángeles. Es lo que en arte se llama una "sacra conversazione": dos santos que vivieron en épocas diversas se encuentran en el espacio celestial solos o ante la figura de Jesucristo o la Virgen. Los santos en cuestión son San Sixto y Santa Bárbara. Para dejar claro que se encuentran en el cielo, están rodeados de nubes. En la parte inferior hay dos "putti" o angelitos, con cara de cierto aburrimiento, que han sido reproducidos frecuentemente.
Uno de los primeros mensajes presuntamente ocultos de esta obra es la peculiar forma del cuerpo de la Virgen y su manto. Hay quien ha querido ver en ella la forma de una "R", la inicial de Rafael. Sería una manera de firmar, de dejar clara la autoría del cuadro. Naturalmente no todos comparten esta opinión. Hay quien ven en la disposición del manto una mera forma casual.
Lo que sí parece que es cierto es que Rafael para pintar a la Virgen se inspiró en su amante Margarita Luti. El niño, por su parte, aparece bastante grande y con una mirada más propia de un adulto.
San Sixto fue el séptimo papa de la Iglesia Católica y era el patrón de la familia della Rovere, que dió pontífices como Sixto IV y su sobrino, el papa Julio II. Por eso las vestiduras del santo están decoradas con hojas de roble y bellotas, en clara alusión a la estirpe de los papas (Rovere significa roble en italiano). La tiara a los pies del santo da fe de su condición de pontífice. Las tres coronas (trirregno) simbolizaban el poder como soberano del papa, su condición de rector del mundo y su papel como vicario de Dios en la Tierra.
Otro detalle es que Sixto es un nombre que deriva de sexto, es decir del número seis. En el cuadro aparecen seis personajes, dispuestos de forma piramidal ascendente: la Virgen, el Niño, San Sixto, Santa Bárbara y los dos putti. La composición viene determinada por la línea media del cuadro y las miradas de los personajes: San Sixto dirige su vista arriba, mirando a la Virgen y al Niño, mientras que Sta. Bárbara se gira para mirar a los dos displicentes putti de la parte inferior. A su vez ellos miran ahacia lo alto, nuevamente a la Madonna.
Otra alusión al seis son los dedos de la mano derecha de San Sixto. Son seis. Aunque más que polidactilia aquí tenemos que hablar de simbolismo. Existía la leyenda de que las personas con seis dedos estaban dotadas del don de profecía, de adivinar el futuro y probablemente eso es lo que simboliza esta mano con más dedos de lo habitual.
Finalmente vale la pena observar a los angelitos de la parte inferior. Su mirada es indiferente, distante, tal vez algo tediosa. O tal vez están disimulando para que no les culpen de su última travesura, como si estuvieran diciendo "yo no fui". Lo cierto es que la expresión de esos putti es una de las más interesantes de la historia del arte.
Principales líneas compositivas de la obra, que siguen las miradas de sus personajes |
Otro detalle es que Sixto es un nombre que deriva de sexto, es decir del número seis. En el cuadro aparecen seis personajes, dispuestos de forma piramidal ascendente: la Virgen, el Niño, San Sixto, Santa Bárbara y los dos putti. La composición viene determinada por la línea media del cuadro y las miradas de los personajes: San Sixto dirige su vista arriba, mirando a la Virgen y al Niño, mientras que Sta. Bárbara se gira para mirar a los dos displicentes putti de la parte inferior. A su vez ellos miran ahacia lo alto, nuevamente a la Madonna.
San Sixto |
Finalmente vale la pena observar a los angelitos de la parte inferior. Su mirada es indiferente, distante, tal vez algo tediosa. O tal vez están disimulando para que no les culpen de su última travesura, como si estuvieran diciendo "yo no fui". Lo cierto es que la expresión de esos putti es una de las más interesantes de la historia del arte.
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