Iapix curando la herida de Eneas
(s. I d.C.) Pintura mural. Procedente de Pompeya. Museo Nacional de Arqueología. Nápoles |
En el Museo Arqueológico de Nápoles se conservan muchas piezas relevantes halladas en las excavaciones de Pompeya. Una de ellas es esta pintura mural que representa un pasaje de la Eneida, en donde se relata la curación de una herida de flecha que había recibido Eneas.
La escena muestra a Eneas de pie, apoyado en una lanza, rodeado del desconsolado Iulus, que solloza tapándose la cara con el manto, y de algunos soldados. Mientras el médico Iapix intenta extraer la punta de la flecha de la herida mientras lucha por detener la hemorragia. La pintura, realizada con el realismo habitual del arte romano, sigue al pie de la letra lo que describe el texto de la Eneida:
La escena muestra a Eneas de pie, apoyado en una lanza, rodeado del desconsolado Iulus, que solloza tapándose la cara con el manto, y de algunos soldados. Mientras el médico Iapix intenta extraer la punta de la flecha de la herida mientras lucha por detener la hemorragia. La pintura, realizada con el realismo habitual del arte romano, sigue al pie de la letra lo que describe el texto de la Eneida:
"Eneas estaba de pie, quejándose duramente, apoyado en la enorme lanza, rodeado de un gran número de jóvenes y del afligido Iulus, indiferente a las làgrimas de los allí presentes. El viejo médico, vestido con el manto arremangado a la manera de Péon, se afanaba inútilmente a hacer muchas cosas con su mano experta y con las poderosas hierbas de Febos, intentando sin éxito alcanzar con los dedos la punta del dardo y asirlo fuertemente con unas pinzas resistentes"
Stabat acerba fremens, ingentem nixus in hastam
Aeneas magno iuvenum et maerentis Iuli
concursu, lacrimis immobilis. Ille retorto
Paeonium in morem senior succinctus amictu
multa manu medica Phoebique potentibus herbis
nequiquam trepidat, nequiquam spicula dextra
sollicitat prensatque tenaci forcipe ferrum.
Virgilio, Eneida, XII, 398-404
Eneas y el niño Iulus (detalle) |
Sin embargo, en el mundo romano, ya plenamente inmerso en el pensamiento lógico, persistían muchas leyendas de pensamiento mítico, como la curación de los males por intercesión divina. Así lo podemos ver si continuamos leyendo la versión que nos da la Eneida:
"Entonces la madre Venus, conmovida por aquel dolor inmerecido de su hijo, recogió de Ida de Creta el díctamo, un tallo cubierto por hojas vellosas [...]. Venus lo trajo, cubriéndose el rostro con una oscura nube, e impregnó con él, el agua que estaba contenida en un recipiente esplendoroso, conviertiéndola secretamente en medicinal, rociándola con jugo de salutífera ambrosía y de olorosa panacea.
El viejo Iápix, sin saberlo, restañó la herida con aquel agua y súbitamente desapareció de su cuerpo, como era de esperar, todo dolor y la herida dejó de verter sangre. Y entonces la saeta se desprendió siguiendo la mano, sin hacer fuerza alguna, y con renovadas energías volvieron a él como antes de herirlo."
Hic Venus, indigno nati concussa dolore,
dictamnum genetrix Cretaea carpit ab Ida,
puberibus caulem foliis et flore comantem
purpureo; non illa feris incognita capris
gramina, cum tergo volucres haesere sagittae:
hoc Venus, obscuro faciem circumdata nimbo,
detulit; hoc fusum labris splendentibus amnem
inficit occulte medicans spargitque salubris
ambrosiae sucos et odoriferam panaceam.
Fovit ea volnus lympha longaevus Iapyx
ignorans, subitoque omnis de corpore fugit
quippe dolor, omnis stetit imo volnere sanguis;
iamque secuta manum nullo cogente sagitta
excidit, atque novae rediere in pristina vires.
Virgilio, Eneida, XII, 411-424
En la pintura pompeyana, vemos como hace su aparición la diosa Venus, vestida de blanco, tras el atareado médico. Como es habitual en las diosas, lleva el velo formando una aureola sobre la cabeza, revelando su naturaleza divina. Venus era la madre mítica de Eneas, y viene solícita a socorrer a su hijo herido. Con la mano izquierda sostiene un ramo de una planta, sin duda alguna el díctamo al que alude el poema de Virgilio.
La identificación botánica del díctamo no es fácil. Tal vez se refiera al Origanum dictamnus, una planta aromática que crece casi exclusivamente en las montañas Dikti de Creta, de donde toma su nombre. El nombre de esta planta en griego es δίκταμο ['ðiktamo], pero en dialecto cretense se llama έρωντας ['erondas] amor. Según afirmaba la tradición solamente los jóvenes más enamorados eran capaces de jugarse la vida trepando por las paredes de los barrancos para intentar llevar esta planta a su amada como prenda de amor.
En la Antigüedad y en la Edad Media se atribuían al díctamo propiedades medicinales para el tratamiento de las heridas. También, al parecer, se usaba para ayudar a extraer las puntas de flecha o dardos. Esta virtud aparece reconocida en algunos escritos de Aristóteles (Historia de los animales). Lo cierto es que el aceite esencial de esta planta contiene alrededor de un 70% de carvacrol, sustancia que inhibe el crecimiento de ciertas bacterias (como Escherichia coli, Bacillus cereus, Pseudomona aeruginosa) y que es usado actualmente como aditivo alimentario para prevenir la contaminación bacteriana.
Vemos pues en esta escena como se entremezcla la medicina científica, hija del pensamiento lógico - que desarrollaba técnicas quirúrgicas y se servía de remedios terapéuticos - con las interpretaciones de intervención sobrenatural y divina fruto del pensamiento mítico.
Bibliografía
Virgilio Caro, P. Eneida Liber XII
https://www.hs-augsburg.de/~harsch/Chronologia/Lsante01/Vergilius/ver_ae12.html
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