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viernes, 9 de junio de 2017

Museo Olavide (y VI): El renacimiento de un museo







Aspecto de una de las salas del actual Museo Olavide
(20017)
 Fotografía
Museo Olavide. Madrid.



Tras la rocambolesca recuperación de las figuras de cera del Museo Olavide, la Academia Española de Dermatología y Venereología se hizo cargo de crear nuevamente el Museo. El nuevo director, Dr. Luis Conde tomó con entusiasmo el desafío de restaurar los moldeados que se hallaron en condiciones aprovechables. 

Aunque algunos de las figuras aparecieron totalmente estropeadas, la mayoría pudieron restaurarse. Un par de restauradores (Amaya Maruri y David Aranda) acometieron con gran interés y dedicación la recuperación de los moldeados de cera, ejerciendo una encomiable y meritoria labor.

Uno de los moldeados ya restaurados
del Museo Olavide
El Museo se instaló en la Ciudad Universitaria de Madrid, en un edificio cercano a la Facultad de Medicina en los bajos del Instituto de Medicina del Trabajo. Se inauguró oficialmente el 12 de diciembre de 2016. 

Aspecto actual de una de las salas del nuevo Museo Olavide

El Museo actualmente se articula en diversas salas, en las que se exponen los moldeados según las diferentes temáticas: 

  • Sala Olavide: dedicada a la historia del Hospital San Juan de Dios y su Museo
  • Sala Azúa: dedicada a enfermedades venéreas
  • Sala Zofío: dedicada al taller de ceroescultura
  • Sala Castelo: dedicada a las principales dermatosis infecciosas de la época (Sífilis, tuberculosis, lepra y tiñas)
  • Sala Barta y López: dedicada a los vaciados de yeso
  • Sala Sáinz de Aja: dedicada a los diferentes tipos de neoplasias con origen o afectación dérmica
  • Sala Sánchez Covisa: (recreación de una consulta médica del s. XIX o primer cuarto del s. XX) dedicada a los dermatólogos del Hospital y al Atlas Olavide

En el Museo Olavide también se exhiben algunos
instrumentos  históricos usados en la clínica o en el laboratorio históricos.
En la imagen, centrifugadora de principios del s. XX


Una recreación de lo que podría ser una consulta dermatológica
de finales del s. XIX o principios del s. XX. Museo Olavide. 

El Museo también tiene previsto instalar una Biblioteca Histórica (a la que se quiere proponer que lleve el nombre del Prof. Antonio García Pérez, que tanto hizo por salvar la historia de la Dermatología Española).  

El Museo Olavide tiene vocación de ser un organismo vivo y activo. Por eso se quiere dedicar también a una última sala dedicada a la Fundación Piel Sana en la que se quiere acercar la Dermatología a la sociedad (campañas de prevención etc). Tanto el Museo como su fondo bibliográfico pueden ser usados para la realización de diversos estudios, y sus documentos han servido para la elaboración de diversas tesis doctorales entre la que cabe destacar la tesis del Dr. Felipe de las Heras Mendaza

Desde este blog nos congratulamos de la recuperación del Museo Olavide y reivindicamos la existencia de Museos de la Ciencia como testimonio de la evolución científica y médica, que tanto ha contribuído a conformar nuestra sociedad tal como es en la actualidad.  

El autor de este blog, con el director del Museo Olavide,
Dr. Conde y el Dr. Felipe de las Heras, autor de una
destacada tesis doctoral sobre el Museo Olavide


jueves, 8 de junio de 2017

Museo Olavide (V): La larga noche del Museo Olavide









Apertura de una de las cajas 
donde se guardaban las figuras
(2005)
 Fotografía
Museo Olavide. Madrid.



Esta fotografía ya es un documento histórico. Deja constancia del momento en el que el Dr. Luis Conde, actual director del Museo Olavide, abre una de las cajas en las que se contenía una figura de cera de tamaño natural. Se ponía fin así a un largo paréntesis durante el cual el museo desapareció. 

El Dr. Luis Conde, director del Museo Olavide,
junto a algunas de las cajas que durante años
contuvieron la colección. Museo Olavide. Madrid
En el año 1966 se cerró el que había sido el centro de referencia de la Dermatología madrileña, el Hospital de San Juan de Dios, que albergaba el Museo Olavide. El museo fue desmontado, las figuras de cera fueron guardadas en cajas de madera con paja para amortiguar los golpes. Pocas noticias tenemos del museo en esta época. Los únicos datos los encontramos en un artículo del diario ABC que documenta que es Rafael López Álvarez, el último ceroescultor del museo, el que fue el encargado de embalar las figuras.

Las 200 cajas de gran tamaño que contenían las figuras permanecieron en un edificio contiguo al hospital que sustituyó al de S. Juan de Dios, y al que en esta época se llamó Ciudad Sanitaria Francisco Franco (posteriormente Gregorio Marañón), en una nave en mal estado y que no reunía las condiciones adecuadas para la conservación de las piezas. Más tarde, las cajas fueron trasladadas a un paradero desconocido. La mayoría de dermatólogos olvidaron o simplemente desconocían la existencia de este museo histórico de Dermatología.

Amaya Maruri, restauradora del museo Olavide,
abriendo una de las cajas
Otros dermatólogos, como Antonio García Pérez, Joaquín Calap Calatayud, y yo mismo, Xavier Sierra Valentí, realizamos múltiples comunicaciones y artículos en foros internacionales (París, Londres, Amsterdam, Berlín...) para reivindicar la conveniencia de recuperar el que probablemente era, en número de figuras el tercer museo de cera dermatológico mundial. 

A finales de los años ochenta del pasado siglo llegó una petición a la Comunidad de Madrid para localizar y fotografiar algunas de estas figuras, con motivo de una tesis doctoral que desde la facultad de Medicina de Cádiz dirigía el Prof. Joaquín Calap Calatayud. Carlos Gasca Ferré, Jefe del Servicio de Patrimonio y Asuntos Generales del Servicio Madrileño de Salud buscó y localizó unas cajas con figuras almacenadas en las dependencias de la Comunidad de Madrid. 

Estado de uno de los moldeados encontrados en el
interior de las cajas, todavía sin restaurar

En 1987 el Prof. Antonio García Pérez y el Dr. Pablo Lázaro pueden exponer unas 20 figuras en el XI Congreso Ibero-Latino-Americano de Dermatología en Madrid. Posteriormente aparecen diversos trabajos del Prof. Antonio García Pérez y del Dr. Emilio del Río sobre el hospital de S. Juan de Dios y del Museo Olavide.

Finalmente, en las naves del Hospital del Niño Jesús fueron localizadas un gran número de cajas (120), que con la colaboración del Dr. Antonio Torrelo y del Dr. Luis Conde se entregaron para su custodia a la Academia Española de Dermatología y Venereología.  

Las cajas eran de grandes dimensiones (algunas de más de 180 cm de altura) y al abrirlas pudieron descubrirse las figuras, en general bastante bien conservadas. Se aprobó la contratación de un equipo de restauración (David Aranda, Amaya Maruri y Adriana Mora) que desde el año 2006 se dedicaron con esmero y aplicación a la recuperación de las figuras de cera. 

En la actualidad el Museo Olavide ha podido ser recuperado mostrando el testimonio de lo que fue la enseñanza dermatológica en el s. XIX y comienzos del s. XX. 


Bibliografía

Conde-Salazar L, Heras-Mendaza F. Museo Olavide (III): recuperación. Actas Dermosifiliogr 2007; 98: 209-12 - 98,  3. 2007 

Conde-Salazar L, Heras-Mendaza F. Recuperación del Museo Olavide. En: Conde-Salazar (ed) Piel de cera. Ed. Luzán, Madrid 2006 

miércoles, 7 de junio de 2017

Museo Olavide (IV): Los artistas del museo






Anónimo

Retrato de Enrique Zofío Dávila con uniforme de médico militar

Óleo sobre lienzo 
Museo Olavide. Madrid.



Tenemos algunos datos de los ceroescultores que realizaron las figuras del Museo Olavide y que estuvieron en contacto con los médicos dermatólogos que dirigieron esta institución y seleccionaron los casos que les parecieron representativos. 


Enrique Zofío Dávila

Es sin duda el ceroescultor más importante del Museo y también del que poseemos más datos. Enrique Zofío (ca. 1840-1915). Es conocido como pintor-escultor, aunque existen indicios de haber pertenecido a la Sanidad Militar, ya que en su retrato depositado en el Museo viste el uniforme militar, con tres medallas en la casaca.

A finales del s. XIX obtuvo una beca para desplazarse a París, aunque no sabemos si conoció a Jules Baretta, el gran ceroescultor del Hospital Saint-Louis. 

Zofío comenzó a realizar figuras anatómicas de pasta modelada en el «Gabinete Anatómico» en el Hospital Militar de Madrid, que dirigía José Díaz Benito primero y por Cesáreo Fernández Losada algo más tarde. Es en ésta última época cuando se creó el Museo Anatómico Patológico del Hospital Militar de Madrid, y Zofío comenzó a trabajar, realizando figuras anatómicas sobre los cadáveres estudiados por el Dr. Losada. Las figuras fueron distribuidas a numerosas universidades para ser usadas en la docencia anatómica. Actualmente hay figuras en las universidades de Santiago, Salamanca y Granada. Todas ellas estaban identificadas con una etiqueta que indicaba: 
«Clínica Quirúrgica del D.C.F. de Losada. Progreso 5. Madrid. Enrique Zofío Dávila, escultor anatómico. Progreso, 5. Madrid.» 
No sabemos cómo Zofío conoció a Olavide ni la fecha de sus primeras figuras en el Museo. Las primeras figuras con historia clínica datan de 1880.

Según opina el Dr. Conde Salazar, director del Museo Olavide, Zofío, a instancias del responsable del Museo D. Fernando Castelo, se prestó gustoso a enseñar sus procedimientos de modelado, la composición de la masa, coloración, etc. a fin de que se perpetúen, no se paralicen, ni se extinga la vida de este Museo. Especialmente, formó en esta técnica a José Barta, aunque no consta que realizaran ninguna figura conjuntamente. Todas las figuras realizadas por Zofío están numeradas y tienen su historia clínica adherida a la parte posterior, pero estos datos no aparecen en las figuras realizadas posteriormente por Barta y López Álvarez, lo que dificulta su catalogación.

Al igual que Jules Baretta es el «alma» del museo del Hospital parisino de Saint Louis, podemos decir que Zofío fue el «alma» del Museo Olavide por el número y la calidad de sus figuras. Sin embargo, mientras Baretta nunca reveló su técnica ceroplástica, Zofío formó a Barta y otros colaboradores, asegurando la continuidad del museo. 


José Barta Bernadotta

José Barta nació en Barcelona en 1875, en el seno de una familia de actores teatrales. Murió en Madrid en 1955. 

José Barta (1875-1955).
Fotografía del Museo Olavide. Madrid. 
No sabemos el año en el que comenzó a trabajar en el Museo Olavide, aunque en una película de 1927 («La terrible Lección») aparece mostrando el museo a una serie de personalidades que visitan el Hospital de San Juan de Dios, situado entonces en la calle Doctor Esquerdo. En esta misma película aparecen los Dres. Bejarano, Sánchez-Covisa y Castelo.

Barta realizó numerosas obras, las últimas de ellas conjuntamente con Rafael López Álvarez, pero no existe constancia de la realización de alguna figura junto con Zofío, a pesar de que todo indica que éste fue su maestro y que convivieron algunos años. Tanto las figuras de Barta como las de Rafael López Álvarez carecen de numeración y no tienen historia clínica (al contrario de las de Zofío). 

Barta siguió trabajando en el Museo hasta finales de los años 40. Era un personaje bohemio y muy querido, y cuando murió, el cortejo fúnebre se detuvo a su paso ante el Hospital de San Juan de Dios para hacer una oración. 


Rafael López Álvarez

Retrato de López Álvarez realizado en 1927
Museo Olavide, Madrid. 
Es el tercer y último artista-escultor de las figuras de cera del Museo Olavide. No tenemos muchos datos ni de su biografía ni de su trabajo profesional en el Hospital San Juan de Dios. Era diplomado en Bellas Artes y profesor de dibujo, y realizó un cartel para la prevención de la sífilis durante la dictadura de Primo de Rivera, que fue considerado como inmoral. Por referencias periodísticas parece ser que comenzó a trabajar en el Hospital entre los años 1910-20, realizando algunas figuras junto a Barta y posteriormente en solitario.

Ideológicamente, López Álvarez se declaraba racionalista, republicano y admirador de Ferrer Guardia. Durante la Guerra Civil estuvo encargado de mostrar el Museo a los milicianos, con la intención de realizar una labor preventiva y de poner de manifiesto las terribles consecuencias de las enfermedades venéreas. 

López Álvarez en 1966 embaló las figuras existentes en San Juan de Dios (cerca de 200 cajas) para su depósito posterior en un lugar desconocido.

En 1972 quedó ciego tras una operación de glaucoma.


Bibliografía  

Sierra Valentí X. Los museos de cera dermatológicos. En: Piel de Cera. Madrid: Editorial Luzán; 2006. p. 41-8. 

Conde-Salazar Gómez L. Historia del Museo Olavide. En: Piel de Cera. Madrid: Editorial Luzán; 2006. p. 31-6. 

Conde-Salazar Gómez L, Heras-Mendaza F. Museo Olavide (II): escultores-pintores. Enrique Zofío Dávila, José Barta Bernardotta y Rafael López Álvarez. Actas Dermosifiliogr. 2007;98:131-4
 

Anónimo. Catálogo del Museo Anatomo-Patológico del Hospital de San Juan de Dios de Madrid: Imprenta Provincial; 1903.

La terrible Lección. Director: Fernando Delgado; Guión: Leopoldo Bejarano; Argumento: Leopoldo Bejarano; Director de Fotografía: Enrique Blanco; Asesor Científico: Julio Bejarano; Tema: Lucha Antivenérea; 35 milímetros; blanco y negro, muda.

Crespo P. Un museo entre paréntesis: Olavide. Visita a los museos de Madrid; ABC, 14 de diciembre, 1966. 

martes, 6 de junio de 2017

Museo Olavide (III): Cómo se hacían los moldeados de cera






Molde en yeso usado para realizar moldeados de cera

Yeso
Museo Olavide. Madrid.



En el Siglo XIX, la cera seguía siendo el material más usado para la elaboración de modelos patológicos como los que forman la colección del Museo Olavide, debido a que la cera era un material fácil de modelar, práctico y económico. Además de la cera, se utilizaban otros, tales como la arcilla o el yeso, este último, para la creación de moldes.
Atrás quedaron los sencillos exvotos (pequeñas figuritas de cera), utilizados en la antigüedad como ofrenda a las divinidades en agradecimiento ante la curación del enfermo. desde tiempos inmemoriales, los enfermos que pedían a la divinidad la curación de sus dolencias solían agradecer su curación con el ofrecimiento votivo de representaciones de los miembros u órganos que habían estado enfermos. 


Moldes en yeso para la realización de las figuras de cera. Museo Olavide. Madrid. 



Las esculturas de cera aparecen en Medicina en los siglos XVII y XVIII, cuando surge un gran interés por la ana- tomía, realizándose moldeados para poder estudiar de forma más sencilla y didáctica las distintas partes del cuerpo hu- mano. En muchos casos, se trataba de figuras de cuerpo entero y de tamaño casi natural, que representaban a veces a una mujer desnuda y embarazada, con un abdomen des- montable, que al levantarse mostraba los órganos internos e incluso el feto. Eran las denominadas «Venus anatómicas», y de esa época destaca la famosa colección del museo Della Specola, de Florencia. Como autores, cabe resaltar, princi- palmente, a Gaetano Zumbo (1656-1701), Gerad Desnoues (1650-1735), Franz H. Martens (1778-1805), Clemente Susini (1754-1814) o Joseph Towne (1806-1879). Alguno de ellos, posteriormente, realizó figuras de cera dermatológicas. 


Proceso de creación de un moldeado de cera. Museo Olavide. Madrid. 

Entre todos ellos, el más conocido y destacado fue Jules Baretta (1833-1923) , un hábil ceroescultor de frutas y flores descubierto por Charles Lailler, médico del Hospital de Saint Louis, quien le propuso trabajar en el Hospital, donde realizó la mayoría de esculturas, que sorprendieron por la gran calidad artística y la coloración. Su primera figura la realiza en 1867 y se trata de un lupus eritematoso. A lo largo de su vida realiza más de 2.000 figuras, retirándose en 1913. Al igual que otros muchos ceroescultores, nunca reveló la técnica de trabajo ni tuvo discípulos o ayudantes a los que transmitir los conocimientos y técnicas del modelado. 

Los escultores del Museo Olavide contaban con un taller en el propio Hospital San Juan de Dios. Durante más de cien años, fueron sucediéndose, elaborando una obra sin igual. También la técnica fue cambiando y perfeccionándose llegándose a simplificarse significativamente los tiempos y el proceso de elaboración.De forma general, la fabricación de un modelo de cera necesitaba la cooperación de al menos tres personajes: el paciente que padecía la enfermedad, el médico que la diagnosticaba y evaluaba y el escultor que la reproducía con la máxima fidelidad.


Fases de elaboración de los moldeados de cera.
Tomado de Aranda D, Maruri A, Mora A. Restauración de las figuras
En: Conde Salazar L. (ed) Piel de Cera. Ed. Luzán. Madrid, 
2006

No disponemos de ninguna fuente bibliográfica que nos permita conocer la técnica empleada para la creación de los moldes de cera, ya que esta era guardada por los maestros con el máximo secreto. Pero gracias a los estudios retrospectivos realizados durante el proceso de restauración en el museo Olavide, Amaya Maruri, David Aranda y Adriana Mora han podido inferir el procedimiento empleado: 

1. Modelado del núcleo: una vez el dermatólogo había elegido las lesiones cutáneas del paciente que debía representar el ceroescultor, éste hacía una copia exacta del modelo en cera de baja calidad o en yeso. Esta copia, llamada núcleo, a veces no incluía solamente la lesión sino también amplias zonas de tejido sano. En algunas ocasiones (como en algunas piezas del Museo Olavide) podían representar el cuerpo entero del enfermo. 

2. Fabricación del molde de yeso:  Se realizaba un molde negativo en yeso vertiendo el mismo en estado líquido hasta cubrir el núcleo inicial. Frecuentemente se dividía en varias piezas para facilitar la extracción.

3. Creación del molde de cera: Las ceras mezcladas y fundidas se vertían a continuación en el molde de yeso, repartiéndose de forma homogénea en su interior con la ayuda de tela de lino o algún instrumento prensador. Una vez templada la cera, en algunos casos se añadían detalles complementarios, como ojos de vidrio (colocados desde la parte interior del molde) 

4. Vaciado del molde de yeso: el excedente de tela se reforzaba mediante sucesivos pliegues formando un reborde compacto que se usaría tanto para vaciar el contenido como para fijar la pieza posteriormente sobre una tabla de madera enmarcada.

5. Acabado de la cera: Terminado  ya el moldeado, se procedía al pulido, estriado y policromado del mismo. A veces se destacaba el realismo añadiendo pelos naturales (frecuentemente del propio paciente) pestañas, vello pubiano. Todo esto se realizaba bajo la supervisión del dermatólogo, que indicaba en todo momento las características clínicas de la lesión, para que fuera reproducida con todo detalle. 

6. Acabado de la pieza: Finalmente se pegaban con cola dos etiquetas. La de la parte superior indicaba la numeraciñón del catálogo. En el membrete de la parte inferior se especificaba la clínica de la que procedía el caso, el diagnóstico y el autor de la figura. En algunos casos se añadía el historial clínico completo del paciente en la parte posterior del cuadro. 


La técnica de los moldeados de cera conseguían altas cotas de realismo. Este es un molde realizado actualmente sobre la mano del Dr. Conde (director del museo Olavide) A la izquierda, el moldeado de cera obtenido. A la derecha, la mano real del Dr. Conde. 

Bibliografía

Aranda D, Maruri A, Mora A. Restauración de las figuras  En: Conde Salazar L. (ed) Piel de Cera.  ed. Luzán. Madrid, 2006

Sierra Valentí X. Los museos de cera dermatológicos. En: Conde Salazar L. (ed) Piel de Cera.  ed. Luzán. Madrid, 2006


lunes, 5 de junio de 2017

Museo Olavide (II): Un museo médico de figuras de cera









Eduardo Zofío

Placa de tricoficia circinada. Contagio de una vaca. 

Moldeado de cera
Museo Olavide. Madrid.




Cualquier dermatólogo actual reconocería de un simple vistazo el diagnóstico de esta enfermedad. Hoy la llamaríamos tinea corporis, pero los datos de la clínica representada, su etiología e incluso su forma de contagio a partir de un contacto con una vaca infectada no han variado desde que el ceroescultor Zofío la representara para ser exhibida en el Museo de enfermedades de la piel del Hospital de San Juan de Dios. 

Eritema pelagroide en las manos
En el s. XIX no era fácil la enseñanza de la Dermatología. No había fotografías para reconocer el aspecto de las lesiones de los casos poco frecuentes que no se podían ver en directo. Solamente las representaciones gráficas (acuarelas, dibujos y litografías) podían suministrar esta información. Pero también había otro sistema, el de los moldeados de cera en el que se tomaba el relieve de las lesiones de los enfermos para recrearlos después en pequeñas esculturas de cera. Así se obtenían representaciones tridimensionales coloreadas que reproducían de forma muy real las enfermedades de la piel. Olavide que estaba creando en el Hospital de S. Juan de Dios de Madrid un núcleo de estudiantes, decidió crear una colección de figuras de cera, que con los años llegaría a ser uno de los más importantes del mundo. La localización del museo siempre estuvo unida al Hospital San Juan de Dios, tanto cuando éste estuvo ubicado en la calle Atocha, como tras su traslado a la calle Dr. Esquerdo en 1897. 

El Museo Olavide no era el único de los museos médicos de Madrid. Tenía como como antecedentes el Gabinete Dermatológico de la Facultad de Medicina, en el que se exhibían láminas y figuras de cartón piedra de la colección de Thibert y el Museo Anatómico y Patológico del Hospital General, creado en 1851. Y también había un museo médico militar. 


Fotografía histórica mostrando la disposición del Museo Olavide,
cuando estaba en las dependencias del Hospital de S. Juan de Dios

La inauguración del museo del Hospital de San Juan de Dios se realizó en 1882, posiblemente el 26 de Diciembre de dicho año, con el nombre de Museo Anatomo-Patológicocromo-litográfico y microscópico del Hospital San Juan de Dios. Durante dicho acto, Olavide pronunció un discurso en el que hizo referencia a los trabajos realizados y a las personas que habían participado, siendo contestado de forma entusiástica por el Dr. Castelo. De todas formas, también existe una cita en el catálogo del Museo Anatomo-Patológico en donde se indica que el museo, junto con el laboratorio micrográfico, fue creado en los años 70 por iniciativa de los Excmos. Sres. D. José Eugenio Olavide y D. Eusebio Castelo Sierra, profesores eminentes del hospital. 

Melanoma (Panadizo de Hutchinson) 
A la muerte de Olavide (1901) el museo pasó a denominarse Museo Olavide, como se conoce en la actualidad. En el museo, además de los modelados de cera, se mostraban preparaciones, fotografías y fototipias realizadas por Mendoza y Olavide hijo, junto con las láminas del libro de Olavide “Clínica Iconográfica”. El Museo Olavide fue inaugurado de forma oficial dos años antes que el del Hospital de Saint Louis (París). El Museo Olavide gozó de justa fama y en 1889, 90 figuras del museo, todas ellas realizadas por Enrique Zofío, son trasladadas a París para ser mostradas en el I Congreso Internacional de Dermatología. Los Drs. José Olavide (padre e hijo), Eusebio Castelo y Fernando Castelo fueron quienes se encargaron de este traslado. Los modelados de Zofío fueron elogiados por personalidades como Kaposi, Boeck o Morris, destacando el color de las figuras españolas, con un tinte distinto según la profesión o el tipo de enfermedad. 

Impresionante cuerno cutáneo. Museo Olavide. 
Las figuras del Museo Olavide eran de tamaño variable. A diferencia de los del museo del hospital parisino, los moldeados realizados por Zofío suelen abarcar una amplia zona de piel sana junto a la lesión que se pretendía representar. Así se podía identificar la región anatómica afectada y comparar la piel enferma con la sana. 

Las figuras estaban dispuestas en vitrinas, una especie de grandes armarios acristalados. Se había intentado una clasificación etiológica, pero la mayoría de enfermedades de la época eran de causa desconocida, por lo que terminaban agrupándose por la morfología o por semejanzas clínicas. Cada pieza se solía acompañar de su historia clínica o de una breve leyenda. En una nota al pie o al reverso se indicaba la consulta a la que pertenecía el paciente del que se había extraído el molde. Es curioso el hecho de que todas las figuras realizadas por Zofío estaban numeradas y contaban con una historia clínica, mientras que las realizadas posteriormente por Barta y López Alvarez carecen de numeración y de historia clínica, lo que dificulta bastante su catalogación. 


Modelo de etiquetas de los moldes del museo


En 1903, la Imprenta Provincial (calle Fuencarral, 48) edita el Catálogo del Museo Anatomo-Patológico del Hospital de San Juan de Dios. Creemos que este es el único catálogo existente. El catálogo hace referencia a 367 figuras, distribuidas en 33 vitrinas. Cada armario contenía de 8 a 15 figuras. En la vitrina 33 constan dos estatuas yacentes, de tamaño natural, la primera representando una “tiña favosa generalizada”, y la segunda un caso de “Herpétide maligna exfoliatriz” en una mujer. La representación de figuras de cuerpo entero constituía una novedad. 


Figura de cuerpo entero y tamaño natural de una niña con tiña favosa generalizada. Museo Olavide, Madrid. 

Desde 1927 hasta su cierre, en 1966, los únicos datos que poseemos indican que José Barta y Rafael López Álvarez siguieron realizando figuras, bien de forma individual o bien firmadas por ambos. Por ello, es muy probable que el número total de modelados que alcanzó el museo sobrepasara los mil ejemplares. En número de moldeados ocupa el tercer lugar, después de la colección de París y de la de Viena. 

La entrada al museo estaba permitida a los médicos en horas determinadas. Los profesores del Hospital de San Juan de Dios, impartían en algunas ocasiones sus clases usando las piezas del museo como soporte visual. Juan de Azúa (1859-1922), el primer catedrático de Dermatología de España, dictó ante estas figuras su última lección durante la mañana del 5 de mayo de 1922, día que falleció a causa de una hemorragia cerebral. 


Bibliografía

Conde-Salazar L. Historia del Museo Olavide. En: Conde Salazar L. (ed) Piel de Cera.  ed. Luzán. Madrid, 2006

Sierra-Valentí X. Los museos de cera dermatológicos. En: Conde Salazar L. (ed) Piel de Cera.  ed. Luzán. Madrid, 2006





domingo, 4 de junio de 2017

Museo Olavide (I): El pionero de la Dermatología en Madrid








Zofío

Eritema pelagroide


Moldeado de cera
Museo Olavide, Madrid. 




Hace unas semanas tuve ocasión de visitar, en Madrid, el flamante Museo Olavide, que alberga una colección de moldeados de cera de las enfermedades de la piel, uno de los más importantes del mundo en número y calidad de las figuras, y que ha sido recientemente reinauguradoLos moldes de cera permitían reproducir en tres dimensiones y de forma bastante parecida al original las diversas alteraciones patológicas de la piel, y constituían un recurso bastante habitual para la enseñanza de la Dermatología en los grandes centros docentes de la época, hasta que la introducción de la fotografía los fue haciendo innecesarios. 

La colocación actual de las piezas expuestas es realmente espectacular y me ha llenado de satisfacción al ver este patrimonio - que casi se daba por perdido - adecuadamente recuperado. Hay que agradecer la meritoria labor del Dr. Luis Conde Salazar y de sus restauradores, Amaya Maruri y David Aranda que han hecho posible esta realidad, tras las vicisitudes que tuvo que sufrir esta magnífica colección de figuras de cera. 


Fotografía de Jose E. Olavide.
Museo Olavide, Madrid



José Eugenio Olavide (1836-1901) estudió Medicina en su Madrid natal y al terminar sus estudios marchó a París, donde durante dos años trabajó con maestros de la talla de Alfred Velpeau (1795-1867), Armand Trousseau (1807-1867) y Jules Maisonneuve (1809-1897) y también pasó una breve temporada en Burdeos, donde asistió al Dr. Guitrac. Su formación fue pues eminentemente quirúrgica, y no asistió habitualmente al Hospital de Saint Louis, donde florecía la dermatología francesa a cargo de maestros como Ernest Bazin (1807-1878) y Alfred Hardy (1811-1893). Ni tampoco consta que Olavide tuviera especial interés por la dermatología en aquella época.

Caricatura de Olavide, por Cilla
A su regreso a Madrid, y tras haber opositado a diversos cargos oficiales, consiguió en 1861 una plaza de Médico Cirujano en el Hospital de San Juan de Dios. Este antiguo hospital de Madrid había sido fundado en 1552 con el nombre de hospital de Antón Martín, con el fin de atender "a los llagados pobres", es decir, que era donde se recluían los enfermos de piel y las enfermedades venéreas. Hablar de este hospital era casi sinónimo de hablar de enfermedades de transmisión sexual, y ya el poeta satírico Francisco de Quevedo (s.XVII) hizo referencia a él en este sentido en algunos de sus poemas. Allí, Olavide se hizo cargo de 120 camas de enfermos cutáneos, ocupadas en su mayoría por casos de sífilis, sarna, tiñas y úlceras de diversa filiación. La práctica diaria en el Hospital de San Juan de Dios motivó su creciente interés por la dermatología, especialidad hasta entonces no cultivada en España. Olavide, se convirtió pues en el primer dermatólogo español, siendo de formación autodidacta, aunque influido indirectamente por la escuela francesa, imperante en aquel momento, y de la que forzosamente tuvo que recibir algunas ideas en la época de cirujano en Francia. Él mismo reconocía su autodidactismo cuando en el Congreso Mundial de París en 1889, afirmaba :

«Cuando me encargué en 1861 de la visita de los enfermos de la piel en el Hospital de San Juan de Dios, la especialidad dermatológica no estaba fundada en mi patria, al menos de una manera práctica, y hube de estudiar en vuestros libros mis primeras nociones científicas. Devergie, Bazin y Hardy, vuestro sabio presidente, fueron mis maestros.»

Moldeado representando un Sarcoma de Kaposi. 
Museo Olavide. Madrid
Pronto Olavide empezó a contar con un grupo de colaboradores, con los que inició unas clases o sesiones en el mismo hospital. Esta actividad puede considerarse como la primera actividad docente de dermatología que tuvo lugar en España (1864). Es verdad que algunos años antes, en 1850, había habido un malogrado intento de fundar una cátedra de dermatología en Madrid, para la que se había nombrado a D. José Calvo, pero este proyecto solamente duró un año y nunca llegó a hacerse efectiva.


Una de las láminas del libro Dermatología general y Clínica iconográfica de Olavide.
Cada ilustración se acompañaba de los datos de la historia clínica del paciente. 


Olavide fue fundamentalmente un clínico, que plasmó y perpetuó su experiencia clínica dermatológica en tres aportaciones básicas: 
  • Su obra escrita, especialmente su imponente libro Dermatología general y Clínica iconográfica publicado en fascículos a partir de 1871.  
  • La creación del museo de moldeados de cera, representando enfermedades cutáneas, uno de los más importantes del mundo. 

Olavide además creó el Laboratorio de San Juan de Dios, dedicado a la "micrografía" que agrupaba técnicas histológicas y microbiológicas. Así describía por ejemplo la técnica de examinar escamas cutáneas de una micosis, en un año tan precoz como 1878: 

«Si se raspa la superficie de la placa con un cuchillete y se coloca lo recogido en el porta-objetos de un microscopio, se ven los esporos y el mycelium del tricophyton mezclados con células epiteliales. Si se pone una gota de cloroformo o de la solución de potasa cáustica sobre esta mezcla, todas las células se disuelven y desaparecen, quedando el vegetal limpio y más visible».

En conjunto, debe considerarse a José Eugenio Olavide como el fundador y el impulsor de la dermatología española. A su muerte, acaecida en 1901, su obra pervivió en Madrid entre sus seguidores, entre los que cabe destacar a Juan de Azúa (1858-1922). Su influencia en Barcelona, especialmente en la figura de Joan Giné y Partagás (1836-1903), que la reconoce en su libro, fue notoria. Su tratado, verdadera insignia de la dermatología hispánica, marca su punto de partida inicial y bien puede considerarse como la solemne consagración de esta especialidad médica en España, comparable a las obras de Alibert en Francia, Willan en Inglaterra o Hebra en Austria.





Bibliografía


Sierra X.  «Historia de la Dermatología». Mra. Barcelona, 1994

Calap J, Padrón JJ, Castilla MA. «Un maestro de la Dermatología Española: José Eugenio de Olavide». Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz. Cádiz, 1996.

Sierra X. (1997) «Olavide and the roots of Spanish Dermatology». Int J Dermatol (36): 870-874

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