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miércoles, 21 de septiembre de 2016

El rayo, la ira de Júpiter

  





Divinidad masculina, llamado Júpiter de Esmirna
(150 d.C, restaurado por Grénier en 1684)

Estatua de mármol. 2,34 m de alto. 
Museo del Louvre. París



Esta estatua fue descubierta en 1680 en Esmirna (la actual Izmir, en Turquía) y ofrecida como regalo a Luis XIV por el representante de Francia en aquella escala de Levante. Probablemente en origen representaba a Asclepios, pero el rey la hizo restaurar antes de colocarla en sus jardines de Versalles. 

Pero Luis XIV quería que la nueva estatua transmitiera un mensaje subliminal. Quería que fuera una apología encubierta de la monarquía, del poder absoluto. Por eso quiso transformarla para que representara a Júpiter, la versión romana de Zeus, el más poderoso de los dioses, el todopoderoso rey de los cielos.  Tener la representación de Júpiter presidiendo una de las avenidas de sus jardines haría que quien la contemplara extrapolara el poder divino a su propio poder, el del rey Sol.  Tenía que modificar la escultura, añadirle un atributo que dejara claro su nuevo simbolismo.

La restauración fue llevada a cabo en 1684 por Grénier, que le añadió un brazo con el que empuña un rayo, con poderoso ademán. El rayo, el más preciado símbolo de poder de Júpiter. De este modo, la estatua se convirtió en una representación del padre de los dioses (Iupiter fulgur, el que empuña el rayo), y así fue colocada en 1696 en la avenida norte de los jardines de Versalles hasta que fue retirada durante la Revolución Francesa para formar parte del Museo de las Artes de la Revolución. 

En la mitología griega, Zeus (Ζεύς) era el padre de los dioses. Monarca del cielo, presidía el Olimpo y tenía el poder de reunir las nubes y formar tempestades. Se le representaba con un rayo o un haz de rayos en una mano, uno de sus más conocidos atributos (keraunós, Κεραυνός). El relámpago era un regalo que le habían hecho los Cíclopes, en agradecimiento por haberlos liberado. 


Zeus blandiendo el rayo (Pintor de Berlín).
Cerámica de figuras rojas. Museo del Louvre. 




Zeus usaba el rayo como una poderosa arma, lanzándola contra quien quería castigar. Este fue el caso de Asclepios, el médico, a quien Zeus fulminó con el rayo, irritado porque se había extralimitado en el ejercicio de sus poderes curativos y había osado resucitar a Hipólito, hijo de Teseo, que había muerto. Resucitar a un muerto era alterar el orden de la Naturaleza, una osadía que provocó la ira del dios. 

Actualmente, los accidentes por rayos son bastante raros, aunque al parecer son cada vez más frecuentes. Se calcula que se produce 1-1,5 casos por millón de habitantes y año, aunque al parecer esta proporción está en aumento. A veces, un solo rayo puede causar varias víctimas. Hace poco (28 de mayo de 2016) un rayo cayó en un parque de París hiriendo a 11 personas.  

Los relámpagos se producen en el interior de los cumulonimbos, nubes de tormenta repletas de cargas eléctricas. Las cargas positivas se acumulan en la parte alta de la nube y las negativas en la base. En el suelo, bajo el nubarrón,  las cargas positivas suben hacia la superficie, atraídas por sus contrarias. Las cargas eléctricas negativas bajan entonces a su encuentro, de forma brusca y rápida, produciéndose el relámpago. 

El aire actúa como aislante, o sea que el flujo eléctrico del rayo busca los objetos sólidos más altos, como los árboles, por ejemplo. También un cuerpo humano de pie y aislado ofrece un buen objetivo para la descarga eléctrica descendente. La piel húmeda ofrece poca resistencia y el sistema circulatorio y nervioso son excelentes conductores. Una sola descarga puede llegar a 100 millones de voltios, con una intensidad de 25.000 amperios y 8.000 grados Cº, por lo que es un impacto brutal para un humano, a pesar que dura solamente una fracción de segundo. Como ya observó el científico romano Plinio, en el s. I d.C. el impacto es tan rápido que quien ve el resplandor del relámpago o oye el trueno, no  será la víctima de ese rayo. 

El efecto del rayo en el organismo humano depende de como se reciba la descarga:

  1. Rayo directo. Es, desde luego, la forma más grave.
  2. Rayo lateral.   Una persona en contacto con el suelo se protege en una estructura conductora, como un árbol o una tienda, que le transmiten la descarga.
  3. Electrización por contacto con estructuras conductoras. Al tocar un objeto de metal, por ejemplo, o agua salada (en el mar). 
  4. Transmisión por contacto entre personas. Personas que se dan la mano o se tocan pueden transmitir la descarga eléctrica en cadena. 
  5. Transmisión por vías eléctricas o telefónicas. los rayos pueden recorrer las conducciones eléctricas y electrocutar a quien esté hablando por teléfono en aquel momento, por ejemplo. 
  6.  Daños indirectos. Efectos acústicos, deslumbramiento, traumatismos producidos por la caída o por la proyección de objetos alcanzados por el rayo.  


Cuando un rayo alcanza a una víctima, la corriente eléctrica atraviesa muy rápidamente el cuerpo o resbala por la piel. A veces pueden verse puntos negros en la piel del electrocutado que indican las puertas de entrada y de salida del rayo, en su camino hacia el suelo. 

A nivel de la piel, si la corriente no toca el cuerpo más que superficialmente, ocasiona quemaduras más o menos graves, que toman un aspecto característico en hojas de helecho, probablemente al seguir las zonas de microvascularización. Cuando son más profundas, producen necrosis de tejido muscular o óseo.  




En los primeros momentos después del impacto, la víctima puede presentar una asfixia: queda inmóvil, en apnea, con la cara y las extremidades cianóticas por la ineficaz o nula ventilación. Si la corriente eléctrica ha pasado por el corazón, se produce un paro cardíaco, con palidez intensa y un pulso imperceptible, un estado de muerte aparente que requiere una reanimación inmediata (masaje cardíaco y respiración boca a boca). 

Los síntomas neurológicos son frecuentes, y pueden ir desde la simple pérdida de conocimiento al coma con lesiones cerebrales. La amnesia se produce en casi todos los casos. 

También hay un importante riesgo de lesiones oculares (perturbaciones de la visión, afectación de la córnea, lesiones de opacificación, catarata) y auditivas  (sordera de transmisión debido a una destrucción del tímpano y del oído medio). 

En las ocasiones en las que el rayo penetra a través de un teléfono puede conllevar electrización, barotraumatismo y quemaduras en la oreja y en el conducto auditivo externo). 

En resumen los efectos producidos por los rayos son:
      1. Quemaduras en la piel. 
      2. Rotura del tímpano. 
      3. Lesiones en la retina. 
      4. Caída al suelo por onda expansiva. 
   5. Caída al suelo por agarrotamiento muscular debido a una tensión de paso ligera. 
      6. Lesiones pulmonares y lesiones óseas. 
      7. Estrés post-traumático. 
      8. Muerte por: 
     8.a. Paro cardíaco. 
     8.b. Paro respiratorio. 
     9.c Lesiones cerebrales.





Como Actuar para Evitar los Rayos si nos encontramos con una tormenta con aparato eléctrico en el monte:




  • Evitar los lugares elevados (cumbres, cimas, lomas). Refugiarse en zonas bajas no propensas a inundarse o recibir avenidas de agua. 

  • No echar a correr durante una tormenta y menos con la ropa mojada. Es muy peligroso, ya que se crea una turbulencia en el aire y una zona de convección que puede atraer el rayo.

  • Deshacerse de todo material metálico (piolets, bastones, mochilas con armazón...) y depositarlo a más de 30 metros de distancia. Los rayos aprovechan su buena conducción.

  • Evitar refugiarse debajo de un árbol o una roca o elementos prominentes solitarios. Un árbol solitario por su humedad y verticalidad aumenta la intensidad del campo eléctrico. En cambio, un bosque aunque sea pequeño (no un grupo de árboles) puede ser un buen refugio cobijándonos debajo de los árboles o arbustos de menor estatura.

  • Alejarse de objetos y elementos metálicos (vallas metálicas, alambradas, tuberías, líneas telefónicas e instalaciones eléctricas, raíles de ferrocarril, bicicletas y motocicletas, maquinaria). La proximidad con grandes objetos metálicos es peligrosa incluso cuando sin estar en contacto con ellos, ya que la onda de choque producida por el rayo calienta sobremanera el aire y puede causar lesiones pulmonares.

  • Alejarse de terrenos abiertos y despejados, como praderas, cultivos y campos de golf. En estas zonas un cuerpo humano sobresale bastante del terreno convirtiéndose en pararrayos.

  • Evitar el contacto con charcos o zonas mojadas. Salir inmediatamente y alejarse de ríos, piscinas, lagos, el mar y otras masas de agua.

  • Alejarse y no refugiarse en pequeños edificios aislados como graneros, chozas, cobertizos...las tiendas de campaña tampoco son seguras.

  • No refugiarse en la boca de una cueva ni al abrigo de un saliente rocoso, el rayo puede echar chispas a través de estas aberturas, algunas son incluso canales naturales de drenaje para sus descargas. Sólo estaremos seguros  en una cueva si es profunda y algo ancha, mínimo un metro a cada lado.

  • Lo más recomendable es ponerse en cuclillas, lo mas agachado posible, y permanecer quietos. Esta posición nos aislará bastante ya que no sobresalimos mucho sobre el terreno, procurando tocar el suelo solamente con el calzado: las suelas de goma nos aislarán de forma eficaz. Para estar más cómodos podemos sentarnos o tumbarnos sobre un objeto o material seco y aislante, incluso sobre la mochila si no tiene armazón metálico.

  • Si notamos cosquilleo en el cuerpo, se nos eriza el cabello, o vemos brillar y echar chispas un objeto de metal HAY QUE ECHARSE AL SUELO INMEDIATAMENTE porque la descarga de un rayo es inminente.

  • Si se va en grupo es aconsejable dispersarse unos metros y adoptar las posiciones y precauciones de seguridad, en caso de ir con niños para evitar el pánico o el extravío mantener contacto visual y verbal con ellos. Si un rayo afecta a una persona las demás en contacto pueden verse afectadas por la descarga, por esto mismo también es recomendable alejarse de rebaños y grupos de mamíferos.

  • Apagar los teléfonos móviles, ya que sus radiaciones electromagnéticas pueden atraer los rayos.

  • El mejor sitio para refugiarse a la intemperie durante una tormenta es un vehículo cerrado, un coche no descapotable, furgoneta, camión. Una vez dentro debemos apagar el motor, bajar la antena de la radio y desconectarla, cerrar las ventanillas y las entradas de aire. Aunque caiga un rayo en el vehículo este se cargará solo por el exterior mientras que el interior quedará intacto, fenómeno conocido como "Jaula de Faraday". Sin embargo, como precaución suplementaria, es mejor evitar entrar en contacto con objetos metálicos.

  • La creencia popular de que un rayo no cae dos veces sobre un mismo lugar es totalmente falsa


  • Como actuar si nos encontramos en una vivienda, refugio o cabaña:

    • No asomarse al balcón o ventanas abiertos para observar la tormenta.
    • Cerrar puertas y ventanas para evitar corrientes de aire.
    • Alejarse de la chimenea y NO hacer fuego en ella o apagarlo si esta encendido. De las chimeneas asciende aire caliente cargado de iones, lo que aumenta la conductividad del aire y abre una vía para las descargas eléctricas, actuando como un pararrayos.
    • En un piso o vivienda, hay que desconectar los electrodomésticos, los aparatos eléctricos y las tomas de antena de televisión ya que el rayo puede entrar por las conducciones de electricidad y TV causando daños o la destrucción de estos objetos.
    • Una buena manera de aislarse es sentarse en una silla que no sea de metal apoyando los pies en la mesa u otra silla tampoco metálicos. Lo mejor es tumbarse en una cama o litera y más aún si son de madera.


    Como actuar si una persona ha sido alcanzada por un rayo: 
    • La descarga eléctrica no permanece en la víctima, por lo que la podemos atender con toda seguridad.
    • La víctima puede tener quemaduras en donde penetró el rayo y también por donde salió, así como en las zonas en contacto con partes metálicas. También puede tener dañado el sistema nervioso, haber perdido la visión y la audición y tener algún hueso roto.
    • En todo caso hay que pedir urgentemente asistencia médica y si no respira o el corazón ha dejado de latir tratar de reanimarla con los procedimientos habituales de primeros auxilios (masaje cardíaco y respiración asistida boca a boca).



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