Sandro Botticelli La historia de Nastagio degli Onesti (II) (1483)
Temple sobre tabla. 83 x 138 cm.
Museo del Prado. Madrid. |
Hemos visto, en la entrada anterior, el primer cuadro de la serie de Botticelli en el que se iniciaba la historia de Nastagio degli Onesti. La tabla que relata el segundo episodio de esta historia tiene las mismas medidas que el primer panel. Como el primero y el tercero fue adquirido por el patricio y coleccionista catalán Francesc Cambó, que los donó al Museo del Prado, donde se conservan en la actualidad.
El cuadro muestra, a la izquierda, al joven Nastagio, que retrocede horrorizado tras ver la terrible aparición de la mujer atacada por los mastines. La mujer ha resultado muerta por las dentelladas de los perros. El jinete que la perseguía ha descabalgado y procede a realizarle un gran tajo en la espalda para extraerle el corazón. Una vez ha conseguido la palpitante víscera, se la arroja a los perros, que la devoran ávidamente, como podemos ver en el extremo de la derecha.
Tras esta secuencia de acontecimientos, la mujer revive y se reinicia de nuevo la persecución, lo que podemos comprobar al fondo del cuadro. Esta escena en la lejanía está centrada y enmarcada por los troncos de los árboles.
La aparición fantasmal simboliza el castigo eterno de una desalmada mujer que se burló del amor del caballero Guido degli Anastagi y desdeñó su amor. La desesperación de éste al verse menospreciado le empujó al suicidio. Su muerte fue acogida con indiferencia por la mujer, que por su "falta de corazón", su insensibilidad, su orgullo y el daño que causó al joven rechazado es merecedora de este castigo eterno: un corazón tan duro no es digno de otro trato. Pero también el pretendiente es castigado. El castigo del suicida enamorado es perseguir a la mujer con sus fieros mastines durante toda la eternidad, en un ciclo de eterno retorno.
La aparición fantasmal simboliza el castigo eterno de una desalmada mujer que se burló del amor del caballero Guido degli Anastagi y desdeñó su amor. La desesperación de éste al verse menospreciado le empujó al suicidio. Su muerte fue acogida con indiferencia por la mujer, que por su "falta de corazón", su insensibilidad, su orgullo y el daño que causó al joven rechazado es merecedora de este castigo eterno: un corazón tan duro no es digno de otro trato. Pero también el pretendiente es castigado. El castigo del suicida enamorado es perseguir a la mujer con sus fieros mastines durante toda la eternidad, en un ciclo de eterno retorno.
Boccaccio aúna aquí el tema del castigo a la mujer recalcitrante con el de la cacería infernal, ambos frecuentes en la literatura de los s. XII - XIII.
Según algunos críticos, el refinado uso de los colores en este cuadro indica que lo pintó el propio Botticelli, pero otros creen que las figuras crispadas de Nastagio y la mujer han sido realizadas por otro autor, tal vez Filippino Lippi. El caballo blanco es considerado la figura más conseguida del cuadro y se atribuye a Botticelli con bastante seguridad. Destaca asimismo el delicado paisaje del fondo.
Bibliografía
- Finaldi, Gabriele, y Garrido, Carmen, «La historia de Nastagio degli Onesti, cuadro III, el Banquete en el Pinar (1483)», El trazo oculto. Dibujos subyacentes en pinturas de los siglos XV y XVI,cat. exp., Madrid, Museo Nacional del Prado, 2006, pp. 138-147.
- Cast, David, «Boccaccio, Botticelli y la historia de Nastagio degli Onesti», Historias Inmortales, Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2002, pp. 71-85.
- Bellosi, L., y Folchi, M., «Sandro Botticelli y colaboradores. Historias de Nastagio degli Onesti», Colección Cambó, cat. exp., Madrid, Ministerio de Cultura, 1990, pp. 211-222.
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