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martes, 12 de mayo de 2015

Sed limpios: La higiene de los obreros



Recreación del vestuario de los obreros de la fábrica textil Aymerich, Amat y Jover, de Terrassa.
Museu de la Ciència y de la Tècnica de Catalunya, Terrassa.



Vestuario de los obreros de la Fàbrica Aymerich, Amat y Jover  
(inicios del s. XX)

Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya, Terrassa


El Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya tiene su sede en Terrassa, en una antigua fábrica textil modernista, probablemente una de las más bellas de Europa, con graciosas bóvedas de ladrillo y unos ventanales dispuestos como las olas del mar. En el interior de la fábrica se recrean las condiciones de vida y trabajo de los obreros y empresarios textiles del s.XIX y principios del s.XX.


Visión nocturna de los ventanales de la fábrica Aymerich, Amat i Jover, Terrassa. 


Máquina de vapor de la fábrica Aymerich, Amat y Jover. Esta máquina de vapor sola producía la energía para mover todos los telares de la fábrica. Como que era la única fuerza de tracción se la conocía, humorísticamente como La Burra

La industrialización del país no fue una empresa fácil. Se traía el carbón en barcos desde Gales y en el puerto de Barcelona era llevado por carros o trenes hasta las fábricas. Allí era usado para calentar las enormes calderas de las máquinas de vapor que con la energía resultante movían los telares que llenaban las fábricas. Allí llegaba la lana, que era lavada, cardada, e hilada en un largo proceso que culminaba con el tejido y la producción de telas de calidad. 


Vincent Van Gogh: Tejedor al telar (1884)
Acuarela. Museo Van Gogh, Amsterdam

En la fábrica trabajaban hombres, mujeres y niños en unas duras condiciones laborales y con míseros sueldos (unas 40 pts semanales). Las mujeres cobraban la mitad que los hombres y los niños la mitad que éstas.




Joan Planella Rodríguez: La nena obrera, 1882. 
El trabajo infantil era habitual en las fábricas.

La disciplina era muy estricta. Los trabajadores debían llegar puntuales y fichar en unos grandes relojes al entrar. Un solo retraso equivalía a cobrar la mitad del sueldo. La reincidencia era castigada con la supresión de la paga. Un tercer retraso comportaba el despido.  En cambio, como que todos los ventanales estaban dispuestos hacia el norte y en el interior de las naves no había ningún reloj (y los obreros no tenían capacidad económica para llevar un reloj personal) la hora de salida era variable y la jornada podía alargarse a conveniencia de la empresa. 




Reloj de control de llegada de la empresa.
Los retrasos eran duramente castigados.


En los vestuarios de los obreros (reproducidos fielmente en el museo) aparecen, sobre las escuetas pilas dispuestas para lavarse antes de entrar y salir del trabajo, un aviso: 
"La limpieza es salud. SED LIMPIOS. Sobre vosotros mismos, en vuestra casa y en la nuestra"
Unos consejos de higiene que formaban parte de las normas de la casa y que imponían una higiene mínima en unos tiempos en que las clases populares tenían poco acceso al agua corriente en sus casas y por lo tanto a una higiene cuidada y decorosa. 



De fábrica a museo (Fabrica Textil de Terrassa):



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