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viernes, 13 de febrero de 2015

Fra Angelico. Cabezas tonsuradas.






Fra Angelico (1390 -1455)

Santo Domingo de Guzmán (detalle) 

Fresco
Museo de San Marco. Florencia. 



Fra Giovanni de Fiésole O.P. (1390 - 1455), más conocido por Fra Angélico por la serenidad de sus obras y su extraordinaria devoción, fue un pintor cuatrocentista italiano que supo combinar su vida conventual de fraile dominico con la de un pintor consumado. En el convento de San Marco, de Florencia, donde residió de 1436 a 1445, dejó múltiples pinturas al fresco en sus muros. En 1982 fue beatificado por Juan Pablo II. 

Giorgio Vasari, en su libro Vida de los mejores pintores, escultores y arquitectos se refiere a él como Fra Giovanni Angélico, poseedor de un raro y perfecto talento y destaca que 


"nunca levantó el pincel sin decir una oración, ni pintó el crucifijo sin que las lágrimas resbalaran por sus mejillas".
En este fragmento de fresco podemos ver a Sto. Domingo de Guzmán, fundador de la orden dominicana, sumido en la lectura y meditación. Destaca su cabeza rapada, con una amplia tonsura. 

Los monjes católicos, al ingresar en el monasterio, eran tonsurados (del latín tonsum, de tondere, rasurar o cortar los cabellos). Es decir, se les rapaba un área de la cabeza, más o menos grande como símbolo de su dedicación a Dios.



Clérigos tonsurados. Disputa y arresto de Santa Catalina (1250 circa) MNAC. Barcelona
Algunos creen ver las raíces de la tonsura en la costumbre del Imperio Romano de cortar algunos mechones de cabellos de las personas adoptadas. Quien profesaba en un monasterio era así adoptado espiritualmente por el abad. Algunos piensan que fue Constantino el que lo incorporó con otros signos litúrgicos procedentes del paganismo. Otros piensan que fue San Pacomio (292- 346) quien lo introdujo en su primitivo monacato. Finalmente, hay quien defiende que fue San Pablo el primero en practicar este ritual (Hechos de los Apóstoles, XVIII, 18) cuando acabó su período de nazireato (era nazir como Sansón: tampoco se cortaba nunca los cabellos, como señal de consagración a Dios) El nazireato era transitorio y podía acabarse después de un cierto periodo, siempre que se siguiera un ritual y que se quemaran los cabellos cortados. San Pablo se rasuró la cabeza. Puede que por este motivo se le represente siempre luciendo una amplia calvicie.

La tonsura no fue una práctica común en los cristianos primitivos. Las pinturas de las catacumbas revelan que los primeros cristianos seguían simplemente las modas en lo que se refiere a los cabellos. Tertuliano recomendaba no llevar los cabellos excesivamente largos. Según Prudencio, los clérigos llevaban los cabellos cortos al ordenarse. Uno de los primeros testimonios seguros de la tonsura lo encontramos en Sidonio Apollinario, que dice que el obispo Germanico llevaba los cabellos cortados in rotae speciem. 

Fra Angelico: San Benito. Museo S. Marco, Florencia.
Los concilios reglamentaron los peinados de los clérigos. La "Statuta antiqua Ecclesiae" (can. XLIV) prohibió que los ordenados llevaran los cabellos largos o barba. La costumbre de raparse la cabeza se fue generalizando entre los eclesiásticos y acabó convirtiéndose en el testimonio de su compromiso espiritual. Los orientales practicaban la tonsura griega, que consistía en raparse toda la cabeza para después llevarla cubierta (tonsura de St. Pau). En Occidente (Italia, Francia y España) se practicaba la tonsura romana (la llamada tonsura de San Pedro) Era una amplia tonsura que dejaba un círculo de cabellos alrededor de la cabeza. Se había dicho que simbolizaba la corona de espinas (chorona monachi), pero mas tarde, San Amadeo de Maastricht declaró que tenía la función de evitar los malos pensamientos. La tonsura céltica (también llamada de San Juan o de Simón el Mago) era usada principalmente por los monjes irlandeses y escoceses y requería afeitarse la cabeza en su zona central, dejando una banda que iba de oreja a oreja. Hay quien ve en ella una reminiscencia de la tonsura del dios céltico Lug. Esta tonsura fue muy practicada en la alta Edad Media, pero fue abandonada en el concilio de Whitby (664) que recomendó la tonsura romana. Los monjes se rapaban periódicamente entre ellos o bien por el barbero, que también aprovechaba para practicar sangrías o arrancar muelas. El barbero del claustro era llamado "rasor" o "minutor", ya que sangrar se decía en latín "minuere sanguinem" (disminuir la sangre).

Simbolismos aparte, las amplias tonsuras monásticas debían contribuir a aminorar en algo las epidemias de tiñas y piojos, que tan frecuente fueron en todos los colectivos durante siglos. 



Representación de un sacerdote celebrando la misa de espaldas.
Retablo de S. Miguel. Jaume Cirera y Guillem Talarn. Seu d'Ègara. Terrassa 

Más tarde las tonsuras - que llevaban todos los sacerdotes - fueron reduciéndose a un pequeño círculo situado en el vértex craneal, como puede verse, por ejemplo en el retablo de S. Miguel, de Jaume Cirera y Guillem Talarn (s. XV) de Terrassa.  Este círculo rasurado se relacionaba con la forma de la hostia, que el presbítero tenía la facultad de consagrar. 

En el momento de recibir las ordenes menores (actualmente Ministerios), se efectuaba la llamada Primera Tonsura: el obispo cortaba un mechón de cabellos en cuatro puntos: frente, occipucio y ambas regiones temporales (simbolizando la cruz). Después se procedía a rasurar el vértice craneal con la mencionada forma redonda. Sobre la tonsura se aplicaba la ceniza del Miércoles de Cuaresma a los clérigos.



Fra Angelico - Bach Mass





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