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viernes, 9 de abril de 2021

La venganza de Miguel Ángel

versió catalana | versión española






Miguel Ángel Buonarroti 

Minos
 
Fresco del Juicio Final. Capilla Sixtina

San Pedro del Vaticano



El papa Julio II fue un gran mecenas de artistas, entre los que ocupaba un papel destacado Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel), que destacaba como un gran escultor. El papa le había encargado el proyecto de su mausoleo, en la que el artista estaba trabajando desde hacía algún tiempo. Miguel Ángel había dedicado bastante esfuerzo a este ambicioso proyecto: había estado ocho meses escogiendo los mármoles adecuados e incluso había acabado una de las esculturas, el impresionante Moisés que hoy puede admirarse en la iglesia de San Pietro in vincoli, en Roma. 



Miguel Ángel. Moisés. San Pietro in Vincoli. Roma. 

Pero el papa súbitamente mandó que detuviera el proyecto, y que se consagrara a pintar el techo de la Capilla Sixtina. A Miguel Ángel no le gustó mucho el cambio, pero accedió al nuevo encargo. Durante cuatro años se dedicó íntegramente a pintar los frescos de la capilla. 
 
Sin duda es esta una de las más célebres obras de Miguel Ángel. En ellos el genial artista desplegó todo un programa iconográfico, que se iniciaba con la Creación del mundo y de Adán hasta el Juicio Final, con referencia también a sibilas y profetisas del mundo clásico. 

En este sensacional recorrido Miguel Ángel realizó una clara apuesta por el humanismo que presidía el Renacimiento, haciendo una auténtica apología del ser humano, como centro del mundo. También tuvo la ocasión de representar magistralmente la figura humana, ya que no en vano había adquirido profundos conocimientos anatómicos.  

En 1512, el papa y sus allegados visitaron la capilla, quedando mudos de asombro ante la magnífica decoración del techo, al que todavía le faltaban algunos detalles. Pero Julio II moriría un año más tarde, y accedió al trono pontificio un nuevo papa, Paulo III

Pero la obra de Miguel Ángel no gustaba a todo el mundo. Algunos prelados y cardenales encontraban poco recatadas las pinturas, donde se mostraban con naturalidad y sin pudor los genitales de los personajes. 

Especialmente a Biagio Martinelli, más conocido como Biagio da Cesena (1463-1564), maestro de ceremonias del papa, le parecía 
"muy indecoroso que se hubiesen pintado en un lugar tan respetable toda esa cantidad de desnudos, mostrando sin pudor sus vergüenzas, y que no era una obra propia de la capilla de un papa, sino para unos baños o una hostería." 
Los baños públicos (stufe) en Roma eran lugares donde no solamente acudía la gente a bañarse. También se podía comer, beber y si se solicitaba, también se solían contratar los servicios de prostitutas. En definitiva, el maestro de ceremonias estaba calificando a Miguel Ángel como un pintor de burdel. 

El pacato maestro de ceremonias no cesaba en sus críticas y habladurías, e incluso acudió con otros cardenales a comunicar al pontífice que los frescos eran, en su opinión, una inmoralidad flagrante.   

El Pontífice convocó al autor para comentarle que los «genitales de los santos» le producían cierto sofoco al cardenal. Y con mucho pesar le pedía vestirlos, a lo que Miguel Ángel respondió:
«Santidad, los santos no tienen sastre»

Pero las críticas no cesaban. Incluso el incisivo escritor Pietro Aretino, de lengua afilada i mordaz, que entre otras obras tenía algunas poesías bastante cargadas de tono, decía que el arte de Miguel Ángel era apropiado: 

“Para una casa de baños, no para una capilla celestial”

Más adelante, en 1564, por disposición del Concilio de Trentose decidió censurar la pintura de la Capilla Sixtina. Parece ser que primero se le pidió la opinión al Greco, que por aquel entonces vivía en Roma. El artista griego se brindó a rehacer todos los frescos nuevamente. Naturalmente el papa rechazó la idea. Como destruir toda aquella belleza? La radical opinión del Greco trascendió y ocasionó tal boicot entre los círculos artísticos romanos, que no tuvo más remedio que abandonar la Ciudad Eterna y refugiarse en Toledo, donde pasó el resto de su vida. Se optó entonces por una solución intermedia. Se encargó a un discípulo de Miguel Ángel, el pintor Daniele de Volterra, que pintara unos paños púdicos para cubrir los ostensibles genitales que había pintado Miguel Ángel, lo que le valió el calificativo de "Il Braghettone". Afortunadamente, Daniele los pintó con pintura al óleo y no al fresco, por lo que pudieron retirarse fácilmente en una restauración posterior. Aunque esto sucedió mucho después. 

Volvamos a la época en la que Miguel Ángel estaba pintando la Capilla Sixtina. Tras pintar los frescos del techo, en 1530 el papa encargó al genial artista pintar también la pared de detrás del altar mayor, la que presidía toda la capilla. En esta zona se debía representar como contrapartida a la Creación del techo, el fin del mundo: el Juicio Final, en el que se juzgarán las obras de los vivos y los muertos. La terrible escena que describe el Dies irae

Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla!
Quantus tremor est futurus,
quando iudex est venturus,
cuncta stricte discussurus!

¡Será un día de ira, aquel día
en que el mundo se reduzca a cenizas,
como predijeron David y la Sibila!
¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
para hacer estrictas cuentas!

Miguel Ángel, que tenía que soportar las continuas críticas sobre la impudicia de sus imágenes, azuzadas por Biagio da Cesena, concibió entonces su venganza. No sólo siguió pintando cuerpos desnudos, incluido el de Cristo Juez, sino que representó al maestro de ceremonias como un condenado. 


La serpiente muerde despiadadamente el pene de
Biagio da Cesena, en una explícita acusación de lujuria. 

Y no como un condenado cualquiera, sino como Minos en la puerta del Infierno. Minos fue el monarca cretense que mandó construir un laberinto para encerrar al Minotauro. Dante lo describe en su Divina Comedia como uno de los tres jueces del infierno:

"Stavvi Minos orribilmente, e ringhia:

essamina le colpe all'entrata; 

giudica e manda secondo ch'avvinghia."

                      (Dante. Divina Commedia Inferno. Canto V:  4-6)

El Minos de Dante era un príncipe de los demonios, un ser monstruoso con una larguísima cola que utilizaba para indicar a los condenados a cuál de los nueve círculos del infierno deberían dirigirse para cumplir su eterna condena. Por ejemplo, si Minos se enroscaba la cola a su cuerpo dando dos vueltas, como hace en la imagen de Miguel Ángel, el condenado debía quedarse en el segundo círculo del infierno. Si tres, al tercer círculo. Y si la cola daba nueve vueltas, ya se podía ir preparando para un cara a cara con el mismísimo Satanás. 

En la interpretación de Miguel Ángel, Minos muestra dos vueltas de su cola, indicando el segundo círculo, el destinado a los pecados del sexo. La cola que describe Dante se convierte aquí en una serpiente, probablemente como una asimilación con la sierpe tentadora del árbol de Adán y Eva, y mordía ávidamente el pene del condenado, un suplicio que en la iconografía medieval se reservaba a los lujuriosos. Es pues una explícita acusación de lascivia la que el pintor hace al maestro de ceremonias que tanto lo había censurado. Para humillar más todavía a Biagio, Miguel Ángel le añadió unas grandes orejas de burro para evidenciar su ignorancia.


Lodovico Domenichi, fragmento de su Historia di detti et fatti notabili
di diversi Principi et Uomini privati moderni
 (1556)


El quisquilloso cardenal da Cesena, al ver el fresco se reconoció al instante y quedó aterrado de verse así condenado públicamente al infierno por lujurioso e ignorante. El cardenal acudió presuroso a quejarse ante el papa de tal escarnio. Paulo III, que estaba bastante cansado de sus continuas quejas (ch'egli l'importunava pur tuttavia, según dejó escrito Ludovico Domenichi, un humanista de la época) le contestó, socarrón: 

"Biagio, Dios me ha dado potestad sobre el cielo y la tierra, pero no tengo autoridad en el infierno. Ya que no puedo liberarte, deberás tener paciencia".

Pero hay otro detalle en la figura de Biagio da Cesena representado como Minos: un bulto oscuro a nivel del cuello, que permite suponer que el cardenal podía padecer un bocio, una enfermedad muy frecuente en aquel tiempo. O tal vez formaba también parte de la venganza de Miguel Ángel?



El bocio de Biagio da Cesena, bastante evidente.
También se ven bien las grandes orejas de asno con las
que Miguel Ángel quiso destacar la estupidez del prelado. 

 



La venjança de Miquel Àngel




Miquel Àngel Buonarroti 

Minos
 
Fresc del Judici Final. Capella Sixtina

Sant Pere del Vaticà


El papa Juli II va ser un gran mecenes d'artistes, entre els quals ocupava un paper rellevant en Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel), que destacava com un gran escultor. El papa li havia encarregat el projecte del seu mausoleu, en el qual l'artista hi estava treballant des de feia temps. Miguel Ángel havia dedicat força esforç a aquest ambiciós projecte: havia estat vuit mesos escollint els marbres adequats i fins i tot havia acabat una de les seves escultures, l'impressionant Moisès que avui pot admirar-se a l'església de San Pietro in Vincoli, a Roma.



Miguel Ángel. Moisés. San Pietro in Vincoli. Roma. 


Però sobtadament, el papa va manar que s'aturés el projecte i que es dediqués a pintar el sostre de la Capella Sixtina. A Miquel Àngel no li va entusiasmar el canvi, però va acceptar el nou encàrrec. Durant quatre anys es va dedicar íntegrament a pintar els frescos de la capella.
 
Sens dubte és aquesta una de les obres més cèlebres de Miquel Àngel. El genial artista hi va desplegar tot un programa iconogràfic, que s'iniciava amb la Creació del món i d'Adam fins al Judici Final, amb referència també a sibil·les i profetesses del món clàssic. 

En tot aquest recorregut sensacional Miquel Àngel va apostar per l'humanisme que presidia el Renaixement, fent una autèntica apologia de l'ésser humà, com a centre del món. També va tenir ocasió de representar-hi magistralment la figura humana, desplegant els seus profunds coneixements anatòmics que havia adquirit. 

El 1512, el papa i els seus afins van visitar la capella, quedant estupefactes davant la magnífica decoració del sostre, al qual encara li faltaven alguns detalls. Però Juli II moriria un any més tard, i va accedir al tron pontifici un nou papa, Pau III.

L'obra de Miquel Àngel no agradava a tothom. Alguns prelats i cardenals trobaven les seves pintures poc pudoroses, on s’hi mostraven els genitals dels personatges amb naturalitat i sense vergonya.

Especialment a Biagio Martinelli, més conegut com Biagio dóna Cesena (1463-1564), mestre de cerimònies del papa, li semblava:
"Molt indecorós que s'haguessin pintat en un lloc tan respectable tota aquesta quantitat de nus, mostrant sense pudor les seves vergonyes, i que no era una obra pròpia de la capella d'un papa, sinó per a uns banys o un hostal."
Els banys públics (Stufe) a Roma eren llocs on la gent no només anava a banyar-se. També s’hi podia menjar, beure i si es sol·licitava, també es contractaven els serveis de prostitutes. En definitiva, el mestre de cerimònies estava qualificant a Miquel Àngel com un pintor de bordell.

L’escrupolós mestre de cerimònies no cessava en les seves crítiques i enraonies, i fins i tot va comunicar al pontífex, juntament amb altres cardenals, que en la seva opinió els frescos eren una immoralitat flagrant. 

El Pontífex va cridar a l'autor per comentar-li que els «genitals dels sants» li produïen certa sufocació al cardenal. I amb molt pesar li va demanar vestir-los, al que en Miquel Àngel li va respondre:
«Santedat, els sants no tenen sastre»
Però les crítiques no cessaven. Fins i tot l’incisiu escriptor Pietro Aretino, de llengua afilada i mordaç, que tenia algunes poesies bastant carregades de to entre altres obres, deia que l'art de Miquel Àngel era apropiat:  
"Per a una casa de banys, però no per a una capella celestial"
Més endavant, el 1564, per disposició del Concili de Trento, es va decidir censurar la pintura de la Capella Sixtina. Sembla ser que primerament se li va demanar l'opinió al Greco, que aleshores vivia a Roma. L'artista grec es va brindar a refer novament tots els frescos. Naturalment el papa va rebutjar la idea. Com destruir tota aquella bellesa? L’opinió radical del Greco va transcendir i va ocasionar tal boicot entre els cercles artístics romans, que no va tenir més remei que abandonar la Ciutat Eterna i refugiar-se a Toledo, on va passar la resta de la seva vida. Llavors es va optar per una solució intermèdia. Es va encarregar a un deixeble de Miquel Àngel, el pintor Daniele de Volterra, que pintés uns draps púdics per cobrir els ostensibles genitals que havia pintat Miquel Àngel, fet que li va valer el qualificatiu de "Il Braghettone". Afortunadament, Daniele els va pintar amb pintura a l'oli i no en fresc, de manera que van poder retirar-se fàcilment en una restauració posterior. Però això va succeir molt després. 

Tornem a l'època en què Miguel Ángel estava pintant la Capella Sixtina. Després de pintar els frescs del sostre, el 1530, el papa va encarregar a l’artista pintar també la paret de darrere de l'altar major, la qual presidia tota la capella. En aquesta zona s’hi havia de representar com a contrapartida a la Creació del sostre, la fi del món: el Judici Final, en què es jutjaran les obres dels vius i els morts. La terrible escena que descriu el Dies irae:
Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla!
Quantus tremor est futurus,
quando iudex est venturus,
cuncta stricte discussurus!

Serà un dia d'ira, aquell dia
en què el món es torni cendra,
com ja van dir David i la Sibil·la!
Quant de terror ens colpirà
quan el jutge arribarà
a passar estrictes comptes! 
Miquel Àngel, que havia de suportar les contínues crítiques sobre la impudícia de les seves imatges, atiades per Biagio da Cesena, va concebre llavors la seva venjança. No només va seguir pintant cossos nus, inclòs el de Crist jutge, sinó que va representar el mestre de cerimònies com a un condemnat.

I no com a un condemnat qualsevol, sinó com Minos a la porta de l'Infern. Minos va ser el monarca cretenc que va fer construir un laberint per tancar el Minotaure. Dante ho descriu en la seva Divina Comèdia com un dels tres jutges de l'infern:
"Stavvi Minos orribilmente, e ringhia:
essamina le colpe all'entrata; 
giudica e manda secondo ch'avvinghia.
(Dante. Divina Commedia Inferno. Canto V:  4-6)
El Minos de Dante era un príncep dels dimonis, un ésser monstruós amb una cua llarguíssima que utilitzava per indicar als condemnats a quin dels nou cercles de l'infern s’haurien de dirigir per complir la seva condemna eterna. Per exemple, si Minos s'enroscava la cua al seu cos donant dues voltes, com fa a la imatge de Miquel Àngel, el condemnat havia de quedar-se al segon cercle de l'infern. Si eren tres voltes, al tercer cercle. I si la cua donava nou voltes, ja es podia anar preparant per a un cara a cara amb Satanàs. 


 La serp mossega despietadament el penis de Biagio da Cesena,
en una acusació de luxúria ben explícita.


En la interpretació de Miquel Àngel, Minos mostra dues voltes de la seva cua, indicant el segon cercle, el destinat als pecats del sexe. La cua que descriu Dante es converteix aquí en una serp, probablement com una assimilació amb la serp temptadora de l'arbre d'Adam i Eva, i mossega àvidament el penis del condemnat, un suplici que en la iconografia medieval es reservava als luxuriosos. És doncs una explícita acusació de lascívia que el pintor fa al mestre de cerimònies que tant l'havia censurat. Per humiliar encara més a Biagio, Miguel Ángel li va afegir unes grans orelles de ruc per evidenciar la seva ignorància. 


Lodovico Domenichi, fragmento de su Historia di detti et fatti notabili
di diversi Principi et Uomini privati moderni
 (1556)


El cardenal da Cesena, al veure el fresc s’hi va reconèixer a l'instant i va quedar aterrit de veure’s condemnat públicament a l'infern per luxuriós i ignorant. El cardenal va acudir de seguida al papa per queixar-se de tal escarni. El papa Pau III, que estava bastant cansat de les seves queixes contínues (ch'egli l'importunava pur tuttavia, segons va deixar escrit Ludovico Domenichi, un humanista de l'època) li va contestar, sorneguer:
"Biagio, Déu m'ha donat potestat sobre el cel i la terra, però no tinc cap autoritat a l'infern. Ja que no puc alliberar-te, hauràs de tenir paciència".
Però hi ha un altre detall a la figura de Biagio da Cesena representat com a Minos: podem veure-hi un bony fosc a nivell de coll, que permet suposar que el cardenal podia patir un goll, una malaltia molt freqüent en aquell temps. O potser formava també part de la venjança de Miquel Àngel?



El goll de Biagio da Cesena, força evident.
També es veuen bé les grans orelles d'ase amb les
que Miquel Àngel va voler destacar l'estupidesa del prelat

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