Júpiter Amón (s. V a.C.) Estatua de mármol. Staatliche Antikensammlungen Munich |
Cuando en 1564 Julio Cesar Aranzio (1530-1589), un discípulo de Andreas Vesalio, describió la estructura anatómica que hoy conocemos como hipocampo lo comparó con un caballito de mar, lo que terminó justificando su nombre. Pero en 1732, a Winslow le pareció que esta retorcida estructura se parecía más a una asta de carnero, y poco después De Garengeot (1743) conservando el símil con el cuerno de carnero quiso dar al apelativo una reminiscencia mitológica y lo transformó en el asta de Amón (cornu Ammonis). Por esto hoy comentaré el origen de este término mitológico, que tanto predicamente tenía en el s. XVIII.
En su origen Amón era un dios egipcio celeste, una deidad creadora. Durante la XI dinastía fue considerado como la divinidad protectora de Tebas. Más tarde adquirió una importancia nacional y en el Reino Nuevo se fusionó con el dios del sol, bajo la advocación de Amón-Ra (o mejor Amón-Re) y se erigió en uno de los principales dioses del panteón egipcio. Incluso se lo llegó a considerar el rey de los dioses y el protector del faraón.
Como dios celeste, a veces lo encontramos representado con la piel azul. Su principal atributo son dos grandes plumas de avestruz en la cabeza. Su animal es el carnero, lo que originó las largas avenidas procesionales de esfinges de carneros en la entrada de muchos templos, como el de Karnak, donde cada esfinge protege a la imagen del faraón. Los cuernos de carnero también pasaron a considerarse un atributo del dios, e incluso a veces se le representaba con la forma de este animal.
Tradicionalmente el Amón carnero se manifiesta mediante dos especies distintas del mismo animal. Por un lado Ovis platyra aegyptiaca, de cuernos robustos y enrollados alrededor de las orejas. Pero también Amón puede mostrarse como un Ovis longipes paleoaegyptiaca, de cuernos horizontales y retorcidos en espiral. Sobre la cabeza puede llevar la típica corona de Amón, adornada con un disco solar y altas plumas.
Avenida de las esfinges. Templo de Karnak. |
El prestigio de Amón fue así aumentando y en la época ptolomaica se sincretizó con Zeus. Cuando Alejandro Magno invadió Egipto, quiso acudir al oasis de Siwa, donde estaba el famoso oráculo de Amón. En Siwa, Alejandro se hizo reconocer como el hijo de Zeus-Amón e incluso se acuñaron monedas representándolo con los cuernos de Amón.
A Alejandro le convenía poder controlar al pueblo egipcio al mismo tiempo que a la población griega, concentrada especialmente en Alejandría. A los griegos les horrorizaban los dioses egipcios, con cabezas de animal y necesitaban dioses "humanos", incluso con sus vicios y debilidades. La idea de un dios sincrético, con rostro humano y atributos de un dios egipcio era un intento de aunar ambas comunidades. Nació así la idea de asimilar a los dos dioses principales del panteón griego y egipcio, los "padres de los dioses". Fue así como apareció la figura de Zeus-Amón, que en la época romana pasaría a ser Júpiter-Amón.
Moneda de tetradracma de Alejandro Magno, en la que aparece representado con los cuernos de Amón (285 a.C.) |
La figura de Zeus Amón se representa, como la mayoría de representaciones de Zeus, con la cara humana del dios griego y poblada barba, al que se le añaden dos cuernos de carnero, en recuerdo de los atributos de Amón. La representación de este dios no solamente la encontramos en Egipto, sino que se expandió por todo el Mediterráneo. En Tarraco (Tarragona) o en Emérita Augusta (Mérida), por ejemplo, encontramos clippeus con la cara de Júpiter Amón.
Terracota representando a Júpiter Amón, con los cuernos de carnero (s. I d.C.) Museo Barracco. Roma. |
Relieve de Júpiter Ammón. Clippeus del recinto de culto imperial Mármol esculpido. 120 cm de diámetro. Museu Arqueològic. Tarragona |
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