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jueves, 18 de febrero de 2021

Edward Jenner y la vacuna antivariólica





John Raphael Smith

Retrato de Edward Jenner 
(1800) 


Pastel sobre vitela. 42,3 x 33,2 cm
Wellcome Collection. Londres. 



Estamos inmersos en la esperada campaña de vacunación para la COVID19. no se habla de otra cosa, y se ve la vacuna (las vacunas en este caso) como la esperada solución a la pandemia que ha marcado nuestra vida, la economía y la sociedad. Y es que las vacunas han sido uno de los avances más importantes de la Medicina y tal vez el que ha salvado más vidas en toda la historia de la Humanidad. La idea primigenia de la vacunación la debemos al empeño y a la investigación de un hombre, Edward Jenner (1749-1823). Un modesto médico rural que con escasos medios, revolucionó para siempre el curso de la historia. Actualmente gracias a la vacuna de la viruela, esta enfermedad es la única hasta hoy que se ha erradicado por acción médica. Tal vez por eso, recientemente, mi amigo el Dr. Jaume Padrós, presidente del Colegio de Médicos de Barcelona y habitual lector de este blog, me sugirió que dedicara un comentario a la historia de Jenner y de la obtención de la primera vacuna. 

Edward era el octavo de los nueve hijos del clérigo anglicano Reverendo Stephen Jenner, vicario de Berkeley. Cuando tenía cinco años y con solo dos meses de diferencia, murieron su madre y su padre. Edward Jenner quedó bajo la tutela de su hermano mayor y fue educado por sus hermanas y recibió clases en la escuela del pueblo. 

Cuando contaba ocho años de edad, surgió un brote de viruela en la zona y Edward fue sometido a una técnica llamada variolización, un método que había sido introducido en Inglaterra por la diplomática Lady Montagu, que lo había visto realizar en Oriente. La variolización consistia en poner costras de viruela sobre una herida practicada en la piel. A Edward le encerraron a continuación junto con otros niños sometidos al mismo tratamiento en un establo maloliente, con poca iluminación y sin ventilación, donde tenían que comer, dormir y hacer sus necesidades por cuarenta días. Esto fue una traumática experiencia para él.   


Robert A. Thom: Jenner poniendo la primera vacuna a James Phipps (1796). 


En 1761, el joven Edward se trasladó a Sodbury, donde empezaría su formación como cirujano y farmacéutico bajo las órdenes del médico del pueblo, Abraham Ludlow. Allí Jenner oiría por primera vez, en boca de una ordeñadora de vacas, la siguiente afirmación: 
"Yo nunca tendré la viruela porque he tenido la viruela de las vacas. Nunca tendré la cara marcada por la viruela". 
Y sería precisamente gracias a esta creencia popular que le transmitió la humilde vaqueriza la que llevó a Edward Jenner a descubrir la vacuna contra esta enfermedad. 

En 1770, Edward realizó estudios de Medicina en el Hospital de San Jorge de Londres, donde fue discípulo del famoso cirujano y anatomista John Hunter, convirtiéndose primero en su alumno preferido y con el tiempo en uno de sus mejores amigos, una amistad que perduraría hasta el fallecimiento de su mentor.

Edward se licenció en Medicina, aunque también cultivaba otras aficiones como la de escribir poesía y la de tocar el violín. 

En la época en que Jenner regresó a Berkeley, la epidemia de viruela que afectaba a la población ya había provocado numerosas muertes en todas las capas sociales, e incluso había acabado con la vida de reyes y dignatarios. . Incluso se había usado como arma bélica en la colonización de Norteamérica

Como todos los médicos de entonces, Jenner practicaba la variolización, y observó que las personas que se había contagiado de la viruela bovina tenían una reacción más débil a la variolización. Esto le hizo recordar lo que le había dicho años antes la lechera de Sodbury, y así postuló que el contacto que tenían las lecheras al ordeñar con las ampollas de las ubres de las vacas (viruela bovina) tenía un efecto protector. 



Ernest Board: Jenner poniendo la primeravacuna al niño James Phipps. 
Óleo sobre lienzo 65 x 92. Wellcome Collection. Londres



El 14 de mayo de 1796, Jenner decidió comprobar su teoría, y decidió inocular a un niño de ocho años llamado James Phipps un poco de material infeccioso obtenido de una persona con lesiones de viruela bovina. El pequeño desarrolló una fiebre leve que desapareció a los pocos días. Unos meses más tarde, Jenner puso en práctica la prueba definitiva para erradicar la epidemia. Volvió a inocular a James Phipps, pero esta vez con viruela humana para comprobar si el niño desarrollaba la enfermedad. Los resultados le dieron la razón:  el niño ni contrajo la enfermedad ni murió.

Tras repetir el experimento en 23 personas más, con éxito, y comprobar también que podía inocular la viruela vacuna de unos a otros, Edward Jenner decidió comunicar sus resultados al Real Colegio de Cirujanos de Londres. Sin embargo, los científicos de esta institución encontraron sus ideas excesivamente revolucionarias y se opusieron a aprobar el tratamiento aduciendo que con este método "los pacientes podrían convertirse poco a poco en vacas"


El manuscrito de Jenner dando cuenta de su investigación al 
Real Colegio de Cirujanos de Londres, y que fue rechazado por la Sociedad. 
(Tomado de Wikipedia) 



Giulio Monteverde: Jenner vacunando a su hijo.
Galleria Nazionale di Arte Moderna de Roma. 



Durante dos años los experimentos sufrieron una interrupción, ya no había casos de la enfermedad de la viruela vacuna, que suministraban el material necesario para la "vacuna". Pero cuando en 1798 reapareció la enfermedad en la cabaña bovina, Jenner reanudó sus experiencias. Confiado en que su descubrimiento y el tratamiento administrado era el correcto, Jenner llegó a inocular la vacuna a su propio hijo de 11 meses de edad, logrando los mismos buenos resultados.  Como sus trabajos eran rechazados sistemáticamente por las publicaciones científicas, decidió publicar por su cuenta un opúsculo titulado Investigación sobre las causas y los efectos de la viruela vacuna (An Inquiry into the causes and effects of Variolae Vaccinae. A Disease discovered in the some of the Westhern Countries of England) . Jenner propuso designar su método con el término "vacuna"del latin "vacca" (vaca), ya que procedía de la enfermedad de los bóvidos, un término que sería usado después profusamente en Medicina. No podía explicar la razón por la que el método era efectivo, pues aún no se podía ver el virus con los microscopios de la época, pero lo había comprobado experimentalmente. 


Cubierta del opúsculo "Inquiry into the causes..." de Edward Jenner
(Londres, 1798) en el que se aportan los datos obtenidos en la
investigación de la primera vacuna antivariólica


Aunque su método obtuvo pronto un reconocimiento internacional, en Inglaterra seguía habiendo una gran resistencia a la vacuna. Prestigiosos médicos londinenses, envidiosos de la fama de un modesto médico rural, antiguos practicantes de la variolización, que vieron en peligro su floreciente negocio, descreídos y escépticos... Incluso la Iglesia se opuso, aduciendo que era indigno inocular a humanos con material de animales enfermos. 

La polémica sobre la vacuna siguió con partidarios y detractores. Algunos llegaron a calumniarle para poner en duda su método, acusándolo que había practicado la variolización de su hijo en secreto, antes de administrarle la vacuna. Jenner fue ridiculizado y escarnecido en ácidas caricaturas en diversos panfletos y diarios (a las que dedicaremos una próxima entrada del blog).


Escuela inglesa: Edward Jenner aconsejando a un granjero sobre la
vacunación de su familia. 

Pero el reconocimiento de la obra de Jenner llegó en 1803, cuando se emprendió la expedición Balmis, que realizó el traslado de la vacuna a América y de la que hablaremos en otra entrada del blog y en 1805, cuando Napoleón Bonaparte decidió  vacunar a todos sus soldados con el método del médico inglés. Posteriormente, incluso dos importantes damas, la condesa de Berkeley y lady Duce, pidieron a Jenner que vacunase a sus hijos. La vacuna ya había logrado una amplia aceptación. 


Niña con viruela. Bangla Desh, 1973.


Jenner y la vacuna de la viruela




Edward Jenner. El padre de la vacunación. 







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